Blog libre e independiente sobre televisión. Noticias, críticas y análisis de nuestra realidad catódica desde el criterio y la libertad.

Mostrando entradas con la etiqueta Análisis. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Análisis. Mostrar todas las entradas

2007/10/27

Sobre la agresión del chimpancé

Ahora pasea libremente por los salones de las casas de los españoles. El chimpancé (Ángel Martín dixit) entra sin pedir permiso, ya sea desde programas teóricamente informativos o desde la telemierda del corazón. De esta manera, de la noche a la mañana, se convierte en personaje público a este desgraciado, debido a la indecencia hipócrita de nuestras televisiones privadas, ávidas de carnaza con la que rellenar sus programas, y a periodistas (interesadamente) equivocados, que confunden la necesidad de información con el placer que encuentran refocilándose entre la morralla de la sociedad.

Lo significativo del miserable y cobarde ataque del chimpancé a la pobre chica ecuatoriana es la escandalera que todo el mundo ha montado, la indignación y sorpresa que la gente de tu entorno muestra, la forzada integridad que sus palabras demuestran, el juicio inflexible sobre el otro pobre cobarde que se queda sentado sin intervenir en la agresión (sólo algunos como Javier Ortiz han presentado una diferente interpretación de los hechos). La hipocresía desborda todo lo que veo y escucho, pero junto a la hipocresía no se puede dejar de detectar una especie de sensación de verdad en todas esos discursos. Esos discursos demuestran que es falso que no sepamos lo que está bien y lo que está mal a un nivel básico, que no se sepamos cuáles son las pequeñas acciones que podemos realizar en nuestro entorno para que la convivencia mejore y la sociedad sea más humana y menos fría; pero al tiempo se descubre una realidad cínica, porque en el fondo nos importa un carajo todo lo que no sea inmediatamente beneficioso para nosotros mismos, aunque nos enferme la posibilidad que los demás lo sepan, se den cuenta, y mantengamos esa artificiosa dignidad a la que hacía antes referencia en los discursos. Mientras no quedemos demasiado al descubierto eso sí, mientras nuestras miserias no las puedan conocer nuestro vecinos, amigos y familiares, mientras el youtube no nos golpee en el rostro y nos muestre a la cara nuestras propias mezquindades. Porque sin necesidad de haber golpeado a nadie o insultar como hace el chimpancé del tren... ¿quién no ha sido alguna vez testigo de alguna acción similar y no ha actuado mirando para otro lado? ¿o ha saltado por encima de un mendigo medio muerto en la calle aterido por el frío? ¿o ha hecho oídos sordo a los gritos que se escuchan en la casa del vecino? ¿o ha dejado alguna vez que insulten y pisoteen a un compañero de clase en los lejanos tiempos del instituto, o que ninguneen y acosen a algún compañero en el trabajo? ¿o que algún capullo incomode a alguna chica “piropeándola” zafiamente?... Cientos de estas situaciones y más que ahora no se me ocurren suceden cada día en nuestro país, y siempre hay testigos mudos que, como hace el pobre infeliz del tren, vuelven la cabeza hacia otro lado, y esperan que la cosa no se ponga tan tensa como para tener que mojarse e intervenir. Pero no los graban.

El problema es que esta vez todo este triste espectáculo ha quedado registrado, una lamentable obra de teatro de la realidad, una obra social, con sólo tres actores: el chimpancé violento y repugnante, la víctima débil e indefensa, y el cobarde observador. Afortunadamente pocos en proporción (aunque demasiados en numero) son los que actúan como el primero, pero el problema es que el cobarde observador no es más que la viva imagen de todos nosotros, de nuestra sociedad inoperante y enferma, de nuestras miserias y mezquindades ocultas, de nuestra indiferencia, nuestro individualismo, nuestro carácter social.

Y tras el impacto inicial, vine la hora del lodazal: muchos de los que inicialmente reaccionaron con lógica indignación y desasosiego ante tan lamentable suceso, ante la acción violenta y racista del grotesco chimpancé cabrón, se asoman con los ojos vidriosos, entre asqueados y ansiosos, a su televisión, a la espera de que traigan al chimpancé a su casa, balbucee sus torpes y patéticas justificaciones, muestre su sonrisa desafiante y sirva así para exorcizar todos nuestros demonios sociales y se erija en el único culpable de una acción permitida por todos. Porque ese tipo es un mierda. Lo es. Como todos aquello responsables de programas que están como locos persiguiéndole con una cámara como si fuera alguien relevante, y todos aquéllos que en los salones de sus casas dejan el mando del televisor sobre la mesa para no zapear, y poder escuchar con avidez los aullidos locos de un chimpancé.

2007/09/24

La guerra mediática entre Mediapro y PRISA se recrudece

No creo que nadie esperara, desde una posición de mero observador carente de información privilegiada, que a estas alturas del culebrón Mediapro- PRISA el partido lo fuera a estar ganando la empresa catalana... y por goleada. Desde el post anterior que escribí a finales de julio, en el que planteaba los problemas que tenía ante sí la empresa de los Polanco, se han sucedido denuncias judiciales, comunicados de prensa contradictorios, anuncios de acuerdo, desmentidos rotundos, ceses precipitados, múltiples partidos en abierto, ampliaciones de las denuncias interpuestas, bilis en forma de editoriales, avisos para navegantes... Hasta llegar a este fin de semana en el que a pesar de la propia PRISA, la televisión he vuelto a emitir el fútbol en el mismo formato de explotación que en años anteriores: uno en abierto (La Sexta y autonómicas), uno exclusivo para Canal Plus, y los demás en la modalidad de pago por visión. Entonces, ¿dónde estamos ahora? ¿cuál es la situación? ¿qué pasará?

La penúltima noticia que surgió en este conflicto fue la aparición estelar de Felipe González en el acto de homenaje a Jesús Polanco, lamentándose en público del “fuego amigo” y las posibles consecuencias de esta guerra entre dos grupos mediáticos teóricamente alineados en la misma trinchera ideológica. Lo más gracioso de todo fue que El País tomó estas palabras de González para titular el resumen que publicó el sábado (según su propia versión de los hechos) de lo que había pasado hasta entonces. Este artículo que enlazo es de lectura imprescindible para todos aquéllos que requieran de un cursillo básico de cinismo periodístico y periodismo a la carta de la empresa que paga.

De él me permito entresacar lo siguiente: “La cadena de televisión La Sexta nació de una ley ministerial de julio de 2005. Esa ley fue diseñada por Miguel Barroso, entonces secretario de Estado de Comunicación. Barroso abandonó su puesto dos meses después de publicarse dicha ley (denominada Ley de medidas urgentes para el impulso de la televisión digital terrestre, de liberalización de la televisión por cable y de fomento del pluralismo). El consejero delegado del nuevo canal de televisión, José Miguel Contreras, había sido socio de Barroso en varias iniciativas relacionadas con la comunicación y la imagen de candidatos socialistas y pasaba por ser un viejo amigo de Zapatero, con el que compartía su afición al baloncesto. Diversas fuentes aseguran que Contreras forma parte de los amigos del presidente con los que juega algún que otro partidillo en La Moncloa.

A lo largo de estos casi dos años de blog he criticado varias veces las concesiones políticas de licencias audiovisuales a medios afines a los gobiernos de turno. Pero es irónico leer en El País, con tan poca sutileza, que Zapatero regaló a sus amigos una televisión... ¡sin recordar al lector que al mismo tiempo trasformaba la licencia de Canal Plus y permitía a PRISA la creación de una nueva televisión en abierto, Cuatro (Canal Plus en abierto...¡ja!) sin abrir ningún tipo de concurso público.

PRISA parece desbordada, parece perdida, sin rumbo en esta situación de crisis que ha hecho que, en unas semanas de recuperación de la bolsa, uno de los únicos valores que ha perdido en el parqué haya sido Sogecable. Ahora mismo parece que dispara a todo lo que se mueve: cesó a Daniel Margalef como presidente de Audiovisual Sport (la empresa que utiliza para detentar los derechos del fútbol) por llegar a un principio de acuerdo con Mediapro y la Liga de Fútbol Profesional para solucionar el conflicto; ha denunciado también a TV3, hasta ahora socio fiel en el negocio del fútbol, acusándole de ayudar a La Sexta a piratear el partido del sábado en el Camp Nou; entrevistó a Zapatero en El País y su propio director le hizo dos preguntas directas y completamente fuera de lugar buscando un apoyo gubernamental que no encontró; por ese mismo motivo pareció cambiar bruscamente de opinión y arremeter contra el plan de Vivienda joven en alquiler de Carme Chacón que, la pobre, pasaba por allí y se llevó sin saber por qué todas las ostias (indignada incluso escribió una carta al director del periódico pidiendo coherencia a la hora de enjuiciar este tipo de iniciativas). Por mucho que se queje la ministra todo el mundo sabe que esa crítica, así como algún editorial más escrito en contra de los gastos derivados de los proyectos sociales del Gobierno, no son más que serias advertencias a Zapatero para recordarle quién le puede ayudar de cara a las elecciones de marzo. Y quién le puede hundir entre su propio electorado.

Mi opinión personal es que Ignacio Polanco y Cebrián no esperaban una resistencia tan fuerte y una determinación tan grande en Mediapro a la hora de defender sus derechos adquiridos. Al final todo el problema se reduce a quién ha pagado por los derechos de los diferentes equipos de fútbol ahora que expiraban los contratos antiguos, y no ha sido PRISA, que realmente estaba en su último año de explotación, en situación de monopolio, del fútbol. Se engaña cuando hace escribir a sus periodistas (como Relaño en el AS) que éste puede ser el fin y la quiebra del negocio del fútbol porque no es rentable, con lo que se paga por él y emitiéndolo en abierto como hace La Sexta, porque es conocido que el plan de Mediapro si consigue salir bien de ésta, es explotar los partidos por la TDT, ya que en breve esta tecnología permitirá comprar los partidos sin necesidad de estar atado a una plataforma digital. Lo cuál, no cabe duda, sería una buena noticia para el consumidor.

Habrá que seguir atentos cómo se desarrollan los acontecimientos, porque sigo pensando que PRISA no ha dicho su última palabra y tiene que tener algún as guardado en la manga. Aunque a lo mejor utiliza todo este conflicto para deshacerse por fin de Digital Plus (algo de lo que se ha escrito en los últimos años por la baja rentabilidad que le ofrece a pesar de casi no tener competencia) y redirigir sus esfuerzos hacia los nuevos negocios latinoamericanos. Todo es posible. Ya lo contaremos.

Eso sí, muchos desde posiciones dispares no dejan de pensar lo siguiente: con Polanco esto no hubiera pasado

2007/08/21

Castings degradantes: la telebasura se supera

No les bastaba con los realities y sus miserias. No era suficiente con mantener en antena durante meses patéticos concursos en busca de voces artificiales o hermanos vividores. Durante meses no, durante años. Sin descanso, sin pausa, mostrando impúdicamente aspectos de una intimidad degradada y vendida al mercado y a la fama, en busca no ya de los quince minutos de gloria wharholianos sino en pos de una verdadera carrera en el submundo de la morralla catódica que a tantos aún parece gustar. El homo videns impone la norma social y ante la necesidad de impacto continuo, de llegar más allá, la televisión ha rebuscado entre la basura previa que genera la basura final. Y desgraciadamente ha encontrado un nuevo chollo, una nueva forma de explotar el formato y exprimirlo a coste cero: los castings. ¿Algo menos interesante a priori que conocer el camino de selección de aquellos parias sociales que encuentran como solución a sus problemas personales el presentarse a unas "oposiciones" tan sui generis?

Pues parece que sí lo es. Lo que comenzó siendo la emisión de resúmenes más bien escuetos que preparaban el estreno del programa de turno, se ha convertido en producto en sí mismo. En un interminable y variopinto muestrario de situaciones bochornosas. Curiosamente no ha sido Telecinco, pionera española en la producción de estos formatos, la que ha subido este peldaño abyecto, sino que ha sido la cadena que prometía venir a regenerar el panorama audiovisual privado, Cuatro, que desde el principio ha sucumbido a la búsqueda de una audiencia maleada, que exige más y más leones en el circo televisivo para que sacien sus necesidades imperiosas de nuevos y sangrantes espectáculos. Cuatro vio el filón con los castings de ese sucedáneo barato de Operación triunfo que fue Factor X, cuando las pruebas para elegir a los concursantes les proporcionaron más audiencia que el propio programa en sí. ¿Y qué es lo que vende últimamente en nuestra televisión? Está claro, dejar que freaks y demás hagan el ridículo de forma gratuita ante las cámaras para conseguir a coste cero horas y horas de televisión a costa de reírse de los pobre diablos y utilizar vilmente sus historias, frustraciones y anhelos personales. La televisión así, continúa con su inestimable contribución a la gestación de una sociedad cada vez más débil y alienada que tiene que encontrar monstruos cercanos con los que poder saciar su sed de bazofia y desconectar de su triste y monótona realidad. Sólo hay que ver a la última freak que consiguió encontrar Factor X para usar y tirar con crueldad, al estilo de la inefable Tamara. No sólo debieran hacérselo mirar las televisiones como creadoras de contenidos, sino también aquellos espectadores que mantienen, jalean y hacen creer duran un rato a estos personajes que los aplauden y admiran, cuando sólo los desprecian y se ríen de ellos.

Ahora Cuatro vuelve atacar con más resúmenes de castings. En esta ocasión para un programa de modelos. Ver uno de ellos llega a turbar, a crear desazón, la sensación de bochorno es inevitable. Se aprovechan de las ilusiones malformadas de unas niñas que ni siquiera jamás podrán convertirse en modelos, para utilizarlas gratuitamente creando una pasarela de tontainas integrales con sus valores vitales tan trastocados que lloran, ante el regocijo de las cámaras, por haber fracasado en lo que era la ilusión de sus vidas... ¡¡La ilusión de sus vidas!!... Caminar por una pasarela... Convertirse en ganado visual... ¿Para qué van a estudiar las crías? ¿Para qué van a querer ser médicas, científicas o historiadoras? Nada de eso importa, eso son tonterías, sólo ser famosa, ganar dinero, encontrar atajos hacia una cosa y la otra. Después nos mostrarán el resultado feliz de alguna de ellas, sus logros, la consecución de sus sueños. Nada mostrarán de los cadáveres del camino, de los desechos, de las que se pierden mareadas por el fulgor embriagador de las luces de neón. El fracaso no vende. No tiene sitio en televisión. Pero azota y zarandea en la vida real.

2007/07/25

Mediapro y el fútbol: el último desafío a la primacía de PRISA

La guerra entre Mediapro y Sogecable está abierta. De momento es subterránea y ambos contendientes utilizan a los medios de comunicación tanto como altavoces de sus diferencias como para amenazarse. Y no sutilmente. Mediapro contra Sogecable. Roures contra los herederos de Polanco. La fuerza del aspirante frente a la resistencia a abandonar las posiciones de privilegio del eterno ganador. De esta batalla tal vez poco beneficio inmediato obtengan los consumidores de medios de comunicación. Parece más un reparto del pastel entre la élite empresarial. Sólo queda la diversión de ver sufrir en sus carnes a PRISA lo que tantas veces hizo ella en el pasado. Y por supuesto se mantiene vigente la necesidad de conocer las claves de un enfrentamiento que puede cambiar el panorama mediático progresista de España.

A Sogecable se le ha atragantado Jaume Roures, un empresario de la comunicación nacido en el seno de TV3 y posteriormente lanzado al mundo de la producción de películas, documentales y ficción televisiva. Sus contactos políticos se multiplicaron en la nueva etapa que abrió Zapatero en el socialismo español, y aunque no vaya a ser tarea fácil, parece llamado a ser el nuevo guardián empresarial de las nuevas hornadas progresistas de este país. El enfrentamiento parece prometedor. No es posible ocultar cierta decadencia del grupo PRISA en los últimos tiempos, tanto en el sector audiovisual como en el de la prensa escrita, no en beneficios empresariales, sino en la credibilidad a la hora de interpretar e instrumentalizar el papel de faro de la ética de la izquierda en España, símbolo de su modernidad y hogar de la única intelectualidad posible. Los buenos resultados de Cuatro no ocultan el hecho de que lo que mejor funciona en esta nueva televisión son los formatos frescos, jóvenes, que no soportan la caspa que sobrevuela los intentos de prestigiar la línea ideológica de la cadena. El ejemplo paradigmático ha sido el fracaso de los informativos de Iñaki Gabilondo, superados incluso por los informativos del mediodía (liderados por Javier Ruiz) más dinámicos y apegados a nuevas formas de producir y entender el periodismo.

La batalla está planteada. Como nos cuenta la historia una vez que se llega a la cima del poder y se tiene que empezar a gestionar el éxito, comienza el inevitable ocaso de una época. El núcleo fuerte de Polanco, una vez él mismo fallecido, es muy mayor y ha perdido la fuerza de la juventud y el ansia de poder de la madurez. Se ha acostumbrado a no luchar para vencer y a imponer su ley y el respeto tan sólo con la fuerza de su nombre y su estatus. De repente, sin entender muy bien que está pasando, a PRISA le llueven golpes y ataques desde demasiados frentes. Es lo que tiene envejecer y que le pierdan a uno el respeto. Por un lado la absorción del Grupo Recoletos por parte de Unedisa permite formar un grupo conservador y liberal muy fuerte, liderado por Pedro J, que amenaza con descaro su supremacía escrita y que le resta lectores de prensa de papel en cada EGM. Incluso se permite la desfachatez de arrebatarle a algunos de sus mejores hombres, que se pasan así a las trincheras enemigas (inimaginable hubiera sido hace unos años el fichaje de Santiago Segurola por Unedisa. Segurola, uno de los gurús de la prensa deportiva de este país, santo y seña de El País y la Cadena Ser durante los últimos diez años, abandona PRISA para coliderar el diario MARCA contra la que ha sido su casa en los últimos 20 años). Por otro lado, el enfrentamiento diario con las voces más radicales de la derecha, representadas por la COPE y Federico Jiménez Losantos ha hecho que, sin perder el liderazgo radiofónico (aún incuestionable), la SER en estas sucias refriegas no siempre haya podido mantener esa postura un tanto orgullosa de no entrar en el juego sucio de los enemigos, para alborozo de éstos últimos y sus acérrimos seguidores. A lo anterior hay que añadir que es evidente que las relaciones actuales con el poder socialista no son las que fueron. Los viejos barones que protagonizaron los mejores años del socialismo de los 80 se van retirando o van siendo apartados, y las nuevas generaciones del PSOE no parecen tan convencidas de la necesidad de que el endiosamiento del grupo de Polanco marque su agenda política. De esta forma, aún manteniendo con el Gobierno una relación privilegiada y siendo PRISA beneficiada indudablemente en las concesiones y a la hora de la información privilegiada, el Gobierno Zapatero ha fomentado y apoyado la creación de competencia en el único sector del público que hasta ahora había sido siempre de pleno dominio de PRISA: el caladero progresista. La creación primero de La Sexta y la innegable simpatía que manifiesta Zapatero por los dueños de esta cadena, son una nueva afrenta y un nuevo peligro para el imperio de los herederos de Polanco. Finalmente, y como último aviso para navegantes, en las últimas semanas el nuevo frente abierto es la distribución y la adquisición de los derechos televisivos, factor éste estratégico y tremendamente sensible para la viabilidad del proyecto global de PRISA. La ascensión de Jaume Roures y Mediapro, que no parecen conformarse con la gestión de La Sexta, golpea directamente a la línea de flotación de Sogecable. Mediapro no se ha limitado a comprar los derechos televisivos de 39 equipos de fútbol de primera y segunda división (entre ellos el Madrid y el Barcelona) sino que anuncia con descaro que las reglas deben cambiarse y que a partir de 2009 esta empresa se hará cargo de la gestión y explotación de las retransmisiones de estos clubes. Cuando parecía que en ese terreno la derecha mediática había fracasado y había renunciado a intentar competir con PRISA, cuando parecía que por ley y costumbre los partidos de fútbol serían retransmitidos por Digital Plus, en manos de Sogecable, hasta que ellos quisieran dejar de hacerlo, llega Roures y decide que quiere dejar de ser el patito feo de la empresa Audiovisual Sport (integrada en un 80% por Sogecable hasta ahora) que gestionaba los derechos citados, y comenzar una nueva etapa en la que la toma de decisiones sea suya o al menos compartida. PRISA, entre sorprendida y asustada, se resiste. Sabe que desde un punto de vista estratégico debe hacerlo porque su plataforma de televisión de pago sería absolutamente deficitaria y nada rentable sin la posesión de los derechos de retransmisión de los partidos de la liga de fútbol. Y más en los (teóricos) años previos al apagón analógico y la definitiva implantación de la TDT y su mayor amplitud de oferta televisiva.

La guerra no ha hecho más que empezar, las refriegas se suceden en los despachos y ante las cámaras (triste fue ver a Manolo Lama no informar de lo que hacía la selección española en el mundial de fútbol sub20 porque lo estaba emitiendo La Sexta). Pero continuará con fuerza en otoño cuando aparezca el nuevo diario de ámbito nacional promovido también por Mediapro (El Público), alineado en principio a la izquierda de El País y que nace con vocación de arrancarle lectores a éste y recoger a los que se ha ido dejando por el camino, sobre todo a los jóvenes, pues son éstos principalmente los que han ido abandonando la lectura de prensa escrita y parecen a la espera de formas diferentes de hacer y pensar el periodismo.

Muchos son los desafíos de las huestes polanquianas. Acostumbradas en los 90 y principios de este siglo a mantener una posición privilegiada alentada y fomentada, por interés o miedo, por los gobiernos de González y Aznar, ahora el enemigo no es tan fácilmente estigmatizable como lo fuera en su día Pedro J. o A3Radio. Pero mal haría Roures si pensara que la guerra va a ser limpia y legal. Eso no es posible. PRISA se las sabe todas y defenderá con uñas y dientes, con todos los medios que tenga a su alcance (los legales y los que no lo sean tanto, su espacio privilegiado en la comunicación española.

2007/07/22

Ha muerto Polanco, uno de los empresarios más ricos de España

Ha muerto Polanco. Y llega el momento de las loas, las lágrimas, la emoción. Es el momento también de las reivindicaciones. Cuando uno muere los enemigos parecen encogerse, pues ejercer de serlo ofrece una imagen ruin y transformar de repente las luchas en besos y alabanzas tampoco parece creíble. Los amigos en cambio parecen crecerse, incluso se arrogan el derecho de transformar la realidad haciendo crecer una alternativa, como si bebieran Ubik a gañote. Recrean el paraíso que generó en torno a sí mismo el muerto, reconstruyen su vida descartando los detalles oscuros e inservibles, y se centran en las supuestas bondades que adornaron al desaparecido. Sólo indagando en el trasfondo de sus declaraciones uno a veces puede vislumbrar, tan sólo vislumbrar, atisbos de la realidad que fue. Escuchen si no las declaraciones de Rodrigo Rato.

Ha muerto Polanco. Y con él un trozo vital de la historia reciente de este país. Las páginas de los diarios se llenan hoy de los detalles públicos de su vida, de sus posesiones, sus amigos... pero uno sabe bien que los otros detalles, los más interesantes, quedarán siempre ocultos para la mayoría. Sólo hay que recordar que la España democrática ha desfilado durante años por las vivendas y despachos que ocupó el que fuera dueño del más importante grupo de la comunicación de la historia de España.

Ha muerto Polanco. Y deja detrás un emporio diversificado que hunde sus raíces en España pero cuyas ramificaciones más rentables seguramente estén allende los mares, en la América hispanohablante, donde muchas veces PRISA ha tenido un comportamiento viral, radicalmente liberal, que casaba bien poco con la ideología de capitalismo social que predicaba dentro de nuestras fronteras. Su muerte deja a PRISA en una nueva encrucijada (de la que me ocuparé en el próximo artículo) en la que no será él quien guíe sus pasos, ni podrá ser él quien utilice sus influencias para resolverla. Deja al cargo de la empresa al mayor de sus hijos, cumpliendo así con una de las leyes no escritas más antigua, la que estipula que serán los más cercanos por lazos de sangre y no los mas preparados o los que más se lo merezcan, los que reciban el encargo final de administrar el proyecto vital del que se va. Cuál familia corleoniana.

Ha muerto Polanco. El empresario insaciable, el comerciante de la progresía, el impulsor empresarial de la regeneración periodística de este país, la imagen capitalista de la decadencia de la izquierda española. Todos los recuerdos que leo y escucho seguro que no son del todo inventados. Todas los esos Polancos existieron. Su importancia es indudable. La historia se escribe siempre a través de nombres propios. Y sin este hombre mal se podría entender el fin de siglo español, la llegada a la democracia y sus transformaciones sociales, culturales y económicas. Muchas de ellas fueron alentadas, iluminadas o abortadas por los medios de comunicación pertenecientes a sus empresas.

Ha muerto Polanco. Los que desde nuestras vidas particulares convertimos en juego intelectual estudiar su figura y sus empresas, defendernos de su monopolio cultural y mediático, desenmascarar sus intereses y no ceder ante las imágenes edulcoradas (que proponían sus seguidores) de lo que no eran más que intereses económico sólo nos queda despedirnos del hombre y continuar la saludable labor crítica. Porque, no se puede olvidar, la única izquierda mediática que llega a las masas en España es la suya. La que hasta ayer fue suya. La única cosa con nombre de izquierdas. Qué engendro. Cuánto conformismo. Cuánta parálisis.

No hay lágrimas ni emoción en mi despedida. Ha muerto un empresario de la comunicación. El más rico de España. De los más ricos del mundo Otros vendrán a sustituirle y a ocupar su lugar.

2007/05/08

¿Desarme basuril?


Miguel Iribar

Leo la noticia: Italia dejará de emitir reality shows en la televisión pública a partir de 2008. Ahora sólo podrán verse en Mediaset, propiedad de Berlusconi. El motivo no está claro; bajas audiencias de La isla de los famosos y Wild West, declaración de buenas intenciones para recuperar una imagen deteriorada… Uno se inclina siempre por la primera: sólo la poca rentabilidad mueve voluntades, en televisión y en cualquier parte.


Hace poco Telecinco sacaba la bandera blanca e instaba a las demás cadenas a abandonar el polígrafo por las tardes. Es el desarme nuclear televisivo: o todos moros, o todos cristianos. ¿Tratado de no Proliferación de Espacios de Degradación Masiva? Más bien, como dice el viejo refrán, suavizado para su debut en este blog, “o gozamos todos, o tiramos a la meretriz al río”.

Ideas como esta sólo llevarían a cumplir lo prometido en 2004 en cuanto a ese Coño de la Bernarda (con perdón) que es el Horario Protegido, bien definido en ese Código de Autorregulación de Contenidos e Infancia, para el que las cadenas también parecen haber encontrado alguna otra utilidad que no merece ser descrita, ni siquiera suavizada.

Dicho Código establece duras penas (y no se ríen al plantearlas) a todo aquel que emita “contenidos susceptibles de perjudicar el desarrollo físico, mental o moral de los menores entre las 8 y las 22h”. Las áreas que contempla para evaluar dichos contenidos son: “Comportamiento social”, “Temática conflictiva”, “Violencia” y “Sexo”. Un simple repaso a lo que vemos cada tarde en las cadenas generalistas nos hunde en la miseria. Pobres chavales. Gracias a Dios que tuvimos a Willy Fogg y a Dartacán en lugar de Richy Bastante.

Para la mayoría de los países de Europa resulta complicado importar fórmulas que recurran tan fácilmente al grito y al aireo de determinados comportamientos absolutamente íntimos, sencillamente porque ellos no son así, o no lo son tanto como para que la patata germine casi sin agua, que es lo que pasa aquí. Nosotros sí somos, está claro, esa vieja gritona de la escalera que cuenta con quién se acuesta la vecina casada del quinto, la que nunca está con sus hijos, sí, la que no ve al marido porque es otro que le gusta mucho la calle, y que cuando llega borracho se le va la mano. O quizá sólo seamos esos vecinos que escuchan a la vieja y luego se hacen los suecos. Y de suecos, poquito.

2007/05/03

Pasado, presente y futuro del imperio mediático de Pedro J.

Hace 18 años nacía El Mundo. Un periódico que surgía de la ambición, la capacidad y la pasión de un puñado de periodistas que se encontraron tras salir rebotados por diversos motivos de diferentes medios de comunicación en los que, o bien no se sentían cómodos con la línea editorial y la libertad que tenían, o los propios medios no se sentían cómodos con ellos. Un grupo de periodistas que aunaba la fuerza y la intensidad de la juventud con la inteligencia de la experiencia. Ansias de éxito, pasión por su trabajo y sobre todo ganas, muchas ganas de convertirse en una alternativa editorial y social en un panorama mediático, el español, que aún no se había recuperado del tornado sociopolítico que había supuesto el fin de la dictadura primero, y después los largos años de gobiernos socialistas en los que desapareció casi por completo una alternativa social al pensamiento progresista que se había hecho dominante (aún por entonces todavía joven y pujante). El Mundo nació de la mano de Pedro J Ramírez, un periodista brillante a ratos y oscuro a otros, ambiguo siempre, tremendamente ambicioso y apasionado de su trabajo. Un tipo que se sentía heredero de los grandes directores de periódicos norteamericanos que el cine había convertido casi en figuras legendarias, y que había sido nombrado director de Diario 16 con tan sólo 28 años. Fue después de que le destituyeran de ese cargo por negarse a silenciar la conexión del gobierno socialista de Felipe González con los GAL (finalmente demostrada por los tribunales), cuando se lanzó a la creación de este nuevo periódico, El Mundo, una aventura editorial quimérica y muy arriesgada en aquellos momentos (como demuestra la corta vida de cabeceras como El Sol o El Independiente en aquella época) que el tiempo ha demostrado que era una apuesta de éxito.

Casi veinte años después el presente nos muestra como casi nada de aquello en lo que se piensa que se cree, o se dice en los comienzos, se mantiene en pie con el paso del tiempo. Aún así, resulta obligado tratar de conservar la fachada de lo que se fue, la ilusión de que persiste el mismo espíritu, aunque debajo de la alfombra ya no quede espacio para esconder toda la basura acumulada (y ésta comience a asomar por las esquinas), en los bolsillos se les note demasiado los fajos de billetes, y la cercanía con el poder económico y político haya corrompido las hermosas ideas (erróneas o no) iniciales dejando el camino expedito a la arrogancia, la impostura y la manipulación. Y que ya ni siquiera sea por causas pretendidamente nobles, sino con fines claramente espurios. La frase “todo puede cambiar pero nosotros seguimos siendo los mismos” es la primera pista que se ofrece de que el cambio debe ser más profundo y radical de lo incluso sospechado. Y en los últimos tiempos Pedro J. parece siempre tener la necesidad de reivindicar su independencia y su lucha por conseguir la verdad. Pero ya no cuela. Como tampoco cuela que sus motivaciones sean la lucha por la libertad y la defensa de que en este país se puedan escuchar otras voces diferentes al imperio en decadencia de Polanco. No estamos ya a principios de los 90, cuando un Polanco en plena forma devoraba enemigos con brutal ferocidad al amparo de los gobiernos felipistas, absorbía a la competencia para convertirla en radios temáticas dedicadas sólo a la música clásica (recuerdan, Antena3 transformada en Radio Sinfo) o decía aquella mítica frase que se le atribuye: “no hay huevos en España para no darme a mí una televisión”, cuando en la lucha por las concesiones privadas de televisión Prisa consiguió un canal codificado de pago, Canal +, saltándose todas las normas del concurso. Eran otros tiempos, de pensamiento único y tirano aunque progresista, tiempos en los que se acuñó aquello que García aún repite hasta la saciedad: el imperio del monopolio. Una única voz cultural, social y política que dominaba y asfixiaba a España dejando pocos resquicios en el ámbito de la comunicación para que las ideas y la alternativas pudieran ser escuchadas. Sí, está claro, eran otros los tiempos en los que nació el proyecto de El Mundo.

Pero a día de hoy es de idiotas (o de interesados) no entender los cambios producidos. Los ocho años de Aznar, aunque no sirvieron para desbancar a un Polanco cómodo con los poderes de todos los pelajes mientras no amenacen su posición de poder, sí sirvieron para que el pensamiento liberal conservador español se desprendiera de complejos, se modernizara, dejara atrás el estigma del franquismo sociológico y que paradójicamente (sobre todo en los últimos tiempos), haya adquirido una fachada contestaria (¡quién lo iba a decir!) y guerrillera aprovechando las fallas, la hipocresía, el doble discurso y las contradicciones de una sociedad enmohecida por el pensamiento progre imperante, que se ha hecho conservador, decadente, anticuado y anda falto de instrumentos de defensa y ataque tras tantos años dando por hecho que sólo su existencia era la única moralmente aceptable. Este cambio social ha sido fomentado y aprovechado por los poderes mediáticos de la derecha, y los que mejor lo han entendido y alentado han sido periodistas puros reconvertidos en empresarios de la comunicación, tipos que llevan en las trincheras mediáticas desde hace más de veinte años que no han esperado (en incluso han despreciado, véase el caso Ariza) que sean empresarios clásicos de comunicación (incluso extranjeros) los que muevan los árboles para que ellos recogieran los frutos desde las ondas. No, ellos mismos se han puesto a la tarea. Como paradigma del cambio está por un lado Jiménez Losantos que creó, junto a otros compañeros como Alberto Recarte, Libertad Digital, uno de los primeros medios de comunicación españoles totalmente liberales ajeno, salvo cuando le conviene, a la moral tradicional de la derecha más clásica y católica, con una línea editorial evidente, sin complejos, con una selección de noticias dirigida siempre al enfrentamiento con el pensamiento socialista, falseando y manipulando la realidad a su antojo (han aprendido bien las técnicas de la otra orilla) y generando toda una legión de seguidores que corean sus consignas con la convicción de los fanáticos, aún a costa de parecer (y terminar siendo) ciegos acólitos sin ideas propias. Por otro lado El Mundo ha crecido mucho desde aquellos primeros días lejanos de 1989 en los que Pedro J. Llegaba en Vespa a la redacción. Ha crecido y ha cambiado. Vaya si ha cambiado. De la Vespa a la piscina ilegal en chaletazo de Mallorca. Como dice la canción, “cómo hemos cambiado...”

Unedisa editora de El Mundo fue comprada hace ya unos años por los italianos de RCS Media Group, primer grupo de medios de comunicación en Italia (dueño entre otros de Il Corriere della Sera y La Gazzetta dello Sport) y desde entonces su actividad no ha dejado de crecer, utilizando El Mundo como punta de lanza para introducir en el mercado escrito y audiovisual todo tipo de productos. Al estilo de Prisa y El País, vamos. Tras la creación de la editorial La Esfera de los Libros, después llegó la formación del canal de televisión Veo TV, con licencia para emitir en digital para toda España, y que supondrá un espaldarazo para la compañía a partir del apagón analógico proyectado para 2010. Pero el gran punto de inflexión sucedió hace tan sólo unos meses cuando RCS Media Group realizó la compra del grupo español Recoletos poniendo las bases de lo que podría ser un nuevo imperio mediático en España que vendría a competir con Prisa y Planeta, y del que sólo podemos dar fe de sus primeros paso y especular con su futuro. Con esta compra los italianos se hacen con el poder en España de una gran cantidad de medios de comunicación que el gran público no ve como interrelacionados, pero cuya línea editorial, sus mensajes sociopolíticos, dejarán de ser independientes los unos de los otros para empezar a comportarse como una sola voz. Al estilo de Prisa, otra vez. De esta forma el administrador de Unedisa, hombre de enlace con RCS Media Group, Antonio Fernández-Galiano ha pasado a ocupar el mismo cargo en Recoletos, y Pedro J., igual que con El Mundo, tendrá el control editorial de todas las publicaciones del nuevo conglomerado.

Y el conglomerado es goloso y variado. Además de El Mundo, La Esfera de los Libros, Veo TV, los acuerdos con La Gaceta de Canarias, o la productora audiovisual El Mundo TV, el nuevo grupo incorpora al líder español en prensa deportiva, Marca, además del diario económico, líder también en su sector, Expansión. Por otro lado una pléyade de publicaciones aparece detrás de este nuevo grupo: La Aventura de la Historia, Descubrir el Arte, la revista de viajes Siete Leguas, Telva, Yo DONA, Diario Médico, Estadio deportivo, Actividad económica, Marca motor, Golf Digest, NBA, XBOX 360, Correo Médico y Correo Farmacéutico. E incluso La Gaceta Universitaria. Además Recoletos aporta el que tal vez sea el juguete más preciado para Pedro J: Radio Marca, una cadena de radio de ámbito nacional actualmente dedicada tan sólo al deporte y que al parecer se proyecta convertirla en generalista consiguiendo más licencias de FM por toda España. Ése será el próximo caballo de batalla de Pedro J.

El tiempo de la lucha de David contra Goliat parece haber pasado. En el fondo David nunca quiso ser pequeño, tan sólo se jactaba de su débil posición ante los poderosos enemigos a la espera del momento en el que pudiera convertirse en alguien tan poderoso como Goliat, para actuar de la misma manera que él. La ambición y las ansias de poder han hecho que se lleve el viento las nobles ideas y palabras que pregonaba Pedro J. en sus inicios. Lo más seguro es que nunca se las creyera, pero aquéllos que apoyamos a ese periódico hace más diez años por la labor necesaria de oposición que hacía al imperio polanquista, debemos ahora recordar las palabras con las que a Pedro J. y a sus compañeros de periódico y tertulias se les llenaba la boca respecto a lo peligrosas que eran las posiciones de monopolio y acumulación de medios para que la verdad y la información veraz llegara a los ciudadanos. Porque para nosotros la idea no ha perdido validez, sigue vigente. Y se la hemos de aplicar a todos. Se la seguiremos aplicando a todos. Estamos presenciando tan sólo el principio de los cambios que en los próximos tiempos se van a producir. El otro día leía a alguien decir que la COPE era la única empresa que permitía que su periodista estrella preparara desde dentro su salida de cadena para formar un proyecto futuro que competirá con la misma empresa que hoy le paga. La alianza de Pedro J. y Jiménez Losantos es estratégica, interesada y desconfiada. Pero va más allá de las tertulias mañaneras donde el segundo deja explayarse al primero hasta la extenuación; y también más allá de la destrucción del prestigio de Vocento y ABC entre los ciudadanos de la derecha sociológica para hacerse con los restos del naufragio y conseguir el liderazgo total entre dicho público. Puede que se esté gestando el germen de un futuro proyecto conjunto que levante por fin esa alternativa mediática a Prisa de la que se lleva hablando desde los tiempos de Aznar y Villalonga.

Si Radio Marca finalmente se convierte en una generalista con las suficientes licencias por toda España, y con la fuerza detrás de la unión de Recoletos y Unedisa, no sería de extrañar que Losantos diera por fin el paso de salir de la COPE, algo que aunque cada año se plantea por las desavenencias lógicas entre la ideología conservadora, defensiva y apaciguadora de los curas y el vendaval liberal, vehemente, manipulador y ateo de Losantos, no se produce porque por un lado éste no tiene aún donde aterrizar, y por otro lado la COPE se beneficia y mucho de su presencia en la cadena. Si el divorcio por fin sucediera, no sería hasta después del verano del 2008, momento en que acaba el nuevo contrato firmado por Losantos. Y su destino, claro, sería un proyecto liberal conjunto con Pedro J. y RCS Media Group, que podría asociar a Libertad Digital para crear por fin un conglomerado mediático liberal de prensa, radio televisión e internet, libre de ataduras cristianas y dispuesto a plantear la guerra en todos los frentes a una artrítica, y en descomposición Prisa, que envejece sin recambios, a marchas forzadas, y va perdiendo por el camino a una generación también sin recambio, avejentada y enrocada en sus posturas, pero ya sin capacidad de lucha y sin munición de ideas (más allá de los grandes discursos y las palabras grandilocuentes) para la que se avecina.

2007/04/15

Los trabajadores de Telemadrid se presentarán a las elecciones

La decisión de un grupo de trabajadores de Telemadrid, críticos con la gestión de Manuel Soriano al frente de la cadena de televisión madrileña, de presentarse como partido político a las próximas elecciones autonómicas, abre una nueva y extraña vía para conseguir hacer visible a la sociedad las reivindicaciones laborales de un colectivo con problemas. La videopolítica, el poder de la imagen y la constatación de que sólo lo que se emite a través de los medios audiovisuales llega realmente a una sociedad a la que se le está enmoheciendo la capacidad de sorpresa, solidaridad e interés por las problemas laborales que no le afectan directamente, hace urgente la necesidad de conseguir nuevas formas mediante las que hacer públicos y relevantes estos problemas.

La plataforma salvemos Telemadrid, está a punto de constituirse como partido político en Madrid con algo tan simple como conseguir 120 personas que acepten ir en las listas como candidatos, y 13 más que actúen como suplentes. De esta manera conseguirán su propósito, que no es en principio ni hacer política ni presentar alternativas de gobierno, sino tan sólo la difusión de sus reivindicaciones laborales y sus quejas respecto al tratamiento que se le da a la información en la cadena en la que trabajan, así como denunciar la falta de libertad que asfixia a la cadena desde que gobierna Madrid Esperanza Aguirre y utiliza con guante de hierro el ente público para sus propios propósitos. Para ello tendrán a su disposición los espacios gratuitos que la propia Telemadrid (y TVE en las desconexiones locales) tiene que ceder a todos los partidos en campaña para que puedan explicar sus proyectos... o lo que quieran.

Tras treinta años de democracia, tras haber superado ese fervor inicial que hacía noticia de varios días y de primera plana las huelgas y manifestaciones que los trabajadores hacían en defensa de sus puestos de trabajos o de sus condiciones laborales, lo cierto es que a día de hoy la sociedad esta anestesiada y se muestra completamente indiferente a ese tipo de iniciativas. Y cuando se habla de sociedad uno no es capaz de discernir a una sociedad civil viva y activa, sino que sólo observa en lo que se ha convertido en los últimos tiempos: en una mera receptora pasiva de las múltiples informaciones y sucesos que le proporcionan y con las que la saturan, los medios de comunicación. Lo que debería ser una ventaja sustancial (la multitud de ofertas informativas, de medios de comunicación con distintas tendencias, de distintos e interactivos canales de comunicación) se convierte en una traba para conseguir una información cabal y racional de los hechos que suceden cada día. Los gritos, los titulares grandilocuentes y vacíos, las imágenes impactantes, el show en definitiva se impone en los mass media. Sólo queda la información superficial y espectacular. Y la urgencia. Ante semejante bombardeo el receptor de esa información difícilmente puede apagar o filtrar el circuito por el que es acosado y casi siempre se deja llevar de la mano, como un niño pequeño, por los diferentes sucesos “tremendamente importantes” que cada día le presentan.

Por tanto no queda tiempo para hacerle un hueco informativo y un seguimiento continuado a algo tan aburrido como los problemas sociales o las manifestaciones (a no ser que sean violentas). Nos importa un carajo que 40.000 agricultores se manifiesten en Madrid contra los beneficios abusivos que obtienen los intermediarios de las verduras que ellos cultivan y que encarecen hasta un 700% los precios de las mismas cuando llegan hasta el consumidor. O los problemas de la industria del motor. O los de la textil. O las deslocalizaciones que lentamente se producen en nuestro país y que aparecen en los medios como noticia fugaz, rápidamente sustituida (antes de poder analizarla) por el último y "trascendente" rifirrafe político de turno. O las manifestaciones de los jóvenes que reivindican el derecho a una vivienda digna. Las únicas manifestaciones que importan son las políticas que se revisten (y son revestidas por los medios) de una importancia engañosa por la que todos nos dejamos seducir.

La medida desesperada y creativa de los trabajadores de Telemadrid es en el fondo un intento final de hacerse escuchar, de gritar:”éste es nuestro problema”. Da igual que se esté de acuerdo o no con ellos, lo fundamental es que la sociedad se preocupe de los verdaderos problemas, de los que realmente le afectan en su día a día y a la convivencia general (y la manipulación de los medios públicos con fines políticos debiera ser uno de ellos), y los debata. Para ello la única solución parece ser salir por la televisión.

El agujero legal que presenta la ley electoral que regula la difusión de las ideas e iniciativas de los distintos partidos que se presentan a unas elecciones puede ser, tras este ejemplo, literalmente asaltado por aquéllos que lo único que quieren es hacer públicos sus problemas laborales para que realmente se pueda llegar a una solución digna a los mismos. La sociedad asfixiada siempre encuentra salida a la opresiva realidad artificial, entre feliz y dramática, que pintan cada día los medios y los políticos, y trata de encontrar su espacio para gritar y ser escuchada.

Sólo el hecho de presentarse como partido político ya ha sido noticia. Cuando saquen sus espacios promocionales (ésos que tampoco ya ve mucha gente) seguro que obtienen, debido a la novedad, el eco suficiente que desean. Entre otras cosas, no nos engañemos, por las connotaciones políticas que en este caso tienen las reivindicaciones de los trabajadores de Telemadrid. Pero quién sabe, igual de aquí a unos años los espacios televisivos de las campañas electorales más que políticos se convierten en un desfile de quejas laborales y un escaparate de conflictos sociales. Lo que sea con tal de hacerse oír.

2007/02/22

Lamentable censura a José María García en TVE

Nos quedamos sin ver a José María García. Televisión Española, en un lamentable ejercicio de autocensura, impidió a sus telespectadores ver la entrevista que Jesús Quintero había grabado con el famoso periodista deportivo, aduciendo que en ella sólo había insultos, descalificaciones y ataques. Se trata de un tremendo error de perspectiva, que estoy seguro que a partir de hoy mismo va a pasar factura a la credibilidad de un ente público incapaz de superar las contradicciones que supone cohabitar siempre con los intereses políticos y tratar de hacer malabarismos ideológicos imposibles.

¿Qué puede haber dicho García que no haya dicho ya en sus esporádicas intervenciones de los últimos meses? ¿Qué habrá comentado que no haya contado ya en el encuentro digital de El Mundo o en el programa de Buenafuente? Imagino que nada nuevo, salvo sus críticas a Luis Fernández, nuevo director de RTVE, por su trayectoria en PRISA. García siempre ha hablado claro, sin pelos en la lengua, con insultos a veces y sin medias tintas. Desde luego es conocido que muchos de sus ataques provienen de cierto rencor acumulado por su triste despedida de Onda cero, de cómo entonces se sintió traicionado por Aznar por no ayudar a levantar un conglomerado mediático independiente del poder político bajo el paraguas de la Telefónica de Villalonga, que sirviera para contrarrestar al imperio de Polanco. Demasiado contradictorio: sentirse traicionado por políticos para conseguir la independencia de ellos. Lo curioso es que García también ha arremetido últimamente contra Losantos y su extremismo mañanero, porque él quiere representar un periodismo conservador clásico, aunque combativo, que no reconoce en su antaño compañero de desventuras en la COPE.

Y ahora, gracias a la lamentable decisión de los responsables de TVE, de algún personajillo que se considera importante al que le habrá molestado que se le cite en la entrevista, vamos a tener un revuelo importante que va a servir para poner de nuevo en primer plano a un José María García que se había quedado ya sin espacio propio en las ondas españolas tras superar el difícil trance de su enfermedad, pero al que van a utilizar como estile contra la cadena pública. Se lo merecen. Estoy seguro que las palabras de García no son más corrosivas para la democracia ni para el buen gusto que las intervenciones de algunos tertulianos de 59 segundos, ni de peor clase que las imágenes de la vida íntima de algunas personas que emiten algunos espacios de TVE, ni tan chabacanas como los guiones de Ana y los siete, ni tan manipuladas como algunos debates de Enfoque.

Mala idea la censura, como escribía en el anterior post . Pésima idea y más patética si cabe cuando se hace arbitrariamente en nombre del buen gusto.

Por cierto, a todo esto...¿Qué pensará de esta historia Jesús Quintero? ¿No dirá nada? ¿Asumirá que se censuren sin más sus entrevistas y que quede para tratar sólo temas del corazón y otras basuras? ¿Con pretensiones de clase y profundidad?

2007/02/20

La censura, mala solución al sectarismo periodístico

No me parece la solución correcta al partidismo y sectarismo de muchos periodistas. Leo en un artículo de El Mundo que un periodista francés será vetado en la radio y televisión públicas francesas debido a que ha mostrado su disposición a votar a uno de los candidatos en las próximas elecciones. Al parecer France 2 se apoya en los principios incuestionables de independencia y neutralidad para justificar el veto hasta que pasen las elecciones. Igualmente han vetado a otras dos periodistas por tener lazos sentimentales con diferentes políticos. Es un error. Pura soberbia. Además de una barbaridad. Estos vetos me parecen una perversión del sentido de la justicia, son poco útiles en la búsqueda de honestidad en el periodismo, y en cambio son francamente peligrosos para la defensa de esa objetividad e independencia con la que se le llena la boca a los medios públicos franceses.

Los periodistas no son jueces, no tienen que dictar sentencias inapelables basadas en verdades incuestionables. Son sólo eso, periodistas, analistas y observadores de la realidad, sobre la que aportan su visión, sus conocimientos y su experiencia. Representan sólo un filtro que tienen los ciudadanos para conformar su propia visión personal de las cosas, un complemento de sus propias capacidades. El hecho de utilizar lo expresado en una conferencia pública para cerrar el micrófono y eliminar la voz de un periodista es un acto de tremenda arrogancia, una actuación despótica envuelta en la pretenciosa bandera de la credibilidad y la imparcialidad. Con esta actuación estos medios quieren lanzar un mensaje a los ciudadanos: sus tertulias, sus análisis sus datos son totalmente imparciales y equidistantes. Y tal hecho es completamente imposible. Lo que un medio debe procurar es que en sus informaciones prevalezca el principio de no manipular la realidad y trasladar los datos lo más claro posible a sus lectores, oyentes o televidentes. Y que en sus opiniones, en sus análisis, se trate de dar cabida a la mayor pluralidad de voces posible, voces que aporten diferentes visiones de esa información, dentro de un contexto mediático lo más imparcial posible. Si esto ya es complicado de conseguir a día de hoy, lo otro, la pretensión de una estricta independencia y neutralidad en los periodistas, no es más que un patraña artificiosa y hueca que en el fondo hace sospechar sobre la libertad individual de un trabajador que vive de dar su opinión y sus análisis y que de repente, encuentra amenazado su puesto de trabajo debido a sus convicciones personales, a elementos de su vida íntima y no a deficiencias en su labor profesional.

Porque desarrollando la idea del veto y profundizando en el tema de las relaciones personales (el otro motivo esgrimido para echar a las dos periodistas) lo cierto es perturba y asusta a partes iguales que la empresa para la que trabajes (ya sea pública o privada) pueda conocer y utilizar elementos de tu intimidad para presumir de tu falta de criterio e independencia, y así sin más motivos, prescindir de ti. ¿Dónde queda la presunción de inocencia? ¿Por tener un hermano, un marido o un amigo político ya todas tus actuaciones estarán tergiversadas? O lo que es más grave, ¿por no tenerlo será el periodista más justo e imparcial? Y surgen más preguntas: ¿no debe tener ideología o ideas propias el periodista? ¿No debe comunicárselas a sus oyentes? ¿No es preferible eso a que se convierta en una especie de robot que no sirva para generar debate ni reflexión? El problema no debiera ser saber si va a votar a alguien o no, ni si está casado con un político o no, el problema es valorar su trabajo con rigor y exigirle claridad y honestidad en la exposición de sus ideas. Lo contrario retrotrae a épocas oscuras del siglo que ya murió, donde el miedo y el desprecio a la libertad de pensamiento hicieron mucho daño a la sociedad europea.

Nada me gustaría más que los medios españoles no dieran cabida a megatertulianos tan sectarios y dogmáticos como Enric Sopena, Curri Valenzuela, Carlos Carnicero, Ignacio Villa o Isabel Durán. Pero me gustaría que se hiciera desde el convencimiento de las empresas de comunicación de que tergiversar por convicción, de que manipular las informaciones para atacar y demoler a los adversarios ideológicos, y de que la utilización de la calumnia, el insulto y el desprecio para conseguir los objetivos particulares no son comportamientos ni rentables ni éticos. Que fueran los ciudadanos, formados y avisados, los que se dieran cuenta de que no se pueden fiar de las opiniones de estos tipos y dieran la espalda a su periodismo rancio y trasnochado. Pero no desde el veto o el miedo. Sino desde el conocimiento y la libertad. Desde la convicción de que otra forma de informar y opinar más veraz y menos sectaria es posible. Pero que ese objetivo no debe conseguirse por atajos extraños y debe alcanzarse desde el máximo respeto a la libertad de pensamiento.

La credibilidad no se impone, se consigue.

2007/02/09

El sacrificio de Erika Ortiz

Por fin, el cisma. En este mundo de símbolos, la muerte de Erika Ortiz puede leerse perfectamente como un sacrificio en beneficio de la higiene y la salud pública. La Historia está llena de muertos cuya sangre sirvió de alimento a las guerras. Todavía hoy seguimos salpicados por la sangre de los fallecidos del 11-S: la vemos en Afganistán, en Irak, en la esquizofrenia global que gobierna la política mundial y que tiene su icono más perfecto en la imagen ambivalente del presidente de EE.UU.: unos días caricatura, otros días pariente sanguíneo de Charles Manson. Sin ir más lejos, la propia Gran Guerra, de cuyas aguas surgieron estos lodos, se desencadenó a partir de un disparo. Probablemente, viendo lo que ha ocurrido en el mundo, especialmente en zonas como los Balcanes, Gabrilo Prinzip se hubiera pensado muy mucho descerrajar el revólver contra Francisco Fernando y su señora.

Erika Ortiz puede marcar el punto de arranque para un proceso sin precedentes de limpieza dentro de nuestro periodismo. El debate en torno al tratamiento que debe darse a la información sobre el triste fallecimiento de la hermana de Letizia Ortiz está encendiendo la mecha de un fratricidio muy interesante. La prensa “seria”, con El País, El Mundo y ABC a la cabeza, se postula como defensora de la intimidad y el respeto frente a los medios más rapaces, que evidencian su apetito frisando nuestros hogares de un inflamado rojo sangre.


Resulta saludable asomarse a los magazines matutinos y vespertinos de estos días para ver hasta qué punto el fallecimiento de Erika Ortiz está transformando nuestra televisión. El nutrido circo de supuestos periodistas de investigación se ha quitado la careta. Dorian Gray ya no es bello: el cuadro sale a la luz y evidencia su monstruosidad amoral. Viendo cualquier programa rosa, contemplando cómo un puñado de personajes se revuelven contra lo que consideran una afronta de sus hermanos serios, tengo la sensación de estar presenciando a un puñado de chacales hambrientos en una jaula. Incluso he estado tentado de arrojar una chuleta cruda contra la televisión.


El tomate se pudre, la salsa rosa se agria... A Ana Rosa Quintana se le asoman dos colmillos, y María Patiño empieza a parecerse peligrosamente a Lon Chaney. Esto cobra por momentos el aspecto de una película de terror de Serie B. Sólo una guerra civil entre periodistas podía acabar con esto. Sonrío de felicidad frente al televisor. Ya es hora de que se emita un reality de calidad.

2007/02/07

Acebes mintió descaradamente en el telediario de Sánchez Dragó

Acebes apareció sonriente, relajado. Sabía que estaba en terreno amigo, en la casa de su compañera Aguirre. Le entrevistaba Sánchez Dragó. El peloteo del veterano periodista-escritor-viajero fue evidente. Su capacidad para hacer las preguntas que su invitado deseaba que le hiciera para soltar sus discursos partidistas, y para no profundizar en sus superficiales, falsas y vacuas respuestas me hace sospechar si mi análisis anterior sobre Dragó pecó de optimismo, y si su telediario no va a ser tan sólo la plataforma perfecta para el PP en Madrid. Porque ante la indiferencia y la aquiescencia del presentador del telediario nocturno de Telemadrid Acebes mintió. Acebes mintió y manipuló en casi todas sus respuestas. Y mientras la gente no abandone sus idiotas banderas y obligue a sus políticos al menos a mentir con menos descaro, vamos a continuar con esta espiral de enfrentamiento en la que estamos inmersos desde hace ya demasiado tiempo.

-Miente y manipula cuando dice que son sólo un partido de centro y posteriormente le añade también el calificativo de centro-derecha. Miente por omisión. Eso del centro no lo entiende nadie. Es una de esas acepciones creadas tan sólo para generar confusión y no decir nada. Y dentro del PP se mueven, nerviosas, facciones de una derecha más dura y belicosa de lo que se quiere reconocer.

-Miente y manipula cuando dice que le parece escandaloso que el PSOE haya anunciado su boicot a los informativos de Telemadrid y que no acudirán miembros de su partido a dichos programas. No parece recordar que lo mismo hacen ellos en programas como 59 segundos desde hace más de un año.

-Miente y manipula cuando dice que Telemadrid es una televisión libre. Considera pues que los espectadores somos gilipollas y no nos enteramos de las inclinaciones políticas de los medios públicos de comunicación. Saber y decir que por ejemplo Canal Sur, en Andalucía, es terreno abonado del PSOE para hacer y deshacer lo que le da la gana no significa en ningún caso que hacer lo mismo pero a la inversa en Madrid sea síntoma de independencia y pluralidad. Es manipulación. Diaria, efectiva, evidente.

-Miente y manipula cuando dice que su partido ama la libertad del individuo sobre todas las cosas. Ese es un rasgo distintivo de los neoliberales y antiguos conservadores: se les llena la boca con palabras como libertad, autonomía, iniciativa privada... Ayer se permitió incluso utilizar todos estos conceptos frente a la idea de “agobios colectivistas”. El discurso se retrotraía treinta años. Como si el muro no hubiera aún caído. En todo caso aman una libertad por ellos gestionada y con sus límites morales impuestos.

-Miente y manipula cuando explica que en nombre de esa bienamada libertad ellos no utilizarían a los intelectuales para realizar campañas de apoyo a su partido. No defiendo el patético papel que artistas o escritores realizan demonizando y machacando a los seguidores del PP. Lo que digo es que si el PP pudiera hacer lo mismo y conseguir el apoyo de personalidades públicas relevantes lo haría sin dudar. Como Sarkozy en Francia, que acepta sin disimulo y con placer el apoyo de algunos de los intelectuales nacidos del Mayo de 68.

-Miente y manipula cuando dice que sería escandaloso no respetar la recusación del magistrado del Tribunal Constitucional y que se forzara la dimisión de éste. Y no porque no tenga razón, lo sería. Sino porque ellos harían exactamente lo mismo. De hecho respetan y piden respeto por las decisiones judiciales que convienen a sus intereses y critican el intervencionismo del gobierno cuando las decisiones no se avienen a sus intereses inmediatos. La demagogia no debiera se útil frente a ciudadanos informados. Es demasiado zafia, grosera, evidente. ¿Qué está pasando?

Toda la entrevista fue una mentira. Una detrás de otra, sin pudor, frente a un impasible Sánchez Dragó que ejercía de estatua de sal y sólo realizaba pregunta tras pregunta sin profundizar en las evidentes contradicciones del monólogo de su invitado. Su despedida final, laudatoria y excesivamente complaciente, descubría el pastel para aquellos que como yo mismo creían que Dragó podría ser un sustituto digno de Yanke desde posiciones políticas liberales. Mala pinta.

Lo más preocupante sin embargo se vio minutos antes de esta entrevista. Dos juristas educados, cultos y civilizados, discutieron sobre el tema del Constitucional. Tras charla animada en la que cada cuál exponía sus puntos de vista sobre el tema, y estaban de acuerdo en exigir una independencia judicial real, los últimos minutos de su encuentro desembocaron en un recordatorio de afrentas a esa independencia por parte del Gobierno y del PP. Abochornado y cansado presencié como cada uno comenzó a soltar la retahíla de presiones sospechosas que cada partido había ejercido sobre el poder judicial en esta legislatura. A ambos se les olvidó por completo que antes habían defendido que la política y el partidismo no debían inmiscuirse en el terreno judicial. Cada uno comenzó a atacar las presiones que habían ejercido el partido contrario a su ideología. Sin matices, sin escuchar al otro, sin darse cuenta de que si sus argumentos eran válidos, debían también ser aplicados a los suyos. Daba miedo. No se escuchaban. Parecía una metáfora del momento social de este país. Los puentes parecen definitivamente rotos. Increíblemente, en una sociedad como la nuestra, parece que nada nos une y todo nos separa. Un ficción muy peligrosa. No se discute ya de política. Se echan espumarajos rabiosos por la boca. En la radio, en la televisión, en la calle. ¿Hasta dónde? ¿Hasta cuándo?

2007/01/10

Sobre los atajos de la fama

Tremendo revuelo el que se ha montado a raíz de la publicación del último número de la revista Interviú. En su portada, la gallega Ana María Ríos parece desquitarse de los malos momentos que vivió tras su confusa y esperpéntica detención en Cancún luciendo un palmito intachable, con cierto aire de calendario garajero. Eso que ahora se llama la sociedad civil se ha echado las manos a la cabeza, pertinentemente zarandeada por la voracidad de los medios más amarillos, por lo que consideran un signo de desfachatez y una falta total de coherencia: nadie acaba de entender cómo la gallega ha podido aprovechar su desgracia de una forma tan frívola, sobre todo teniendo en cuenta que su liberación fue posible gracias en parte a la generosa dádiva de su entorno más cercano. Ella se desquita y arguye que, desde muy joven, siempre mantuvo el deseo de cumplir ese sueño: posar para Interviú.

Los caminos del ansia de notoriedad son inescrutables. Ana María Ríos acaba de ingresar en la taifa de la fama rápida y fácil. Ya se ha hecho con los servicios de un representante, y después del asalto al quiosco ya se relame preparando su despegue catódico. No hay que ser muy torpe para imaginar que éste se producirá este fin de semana, en cualquiera de los espacios charcuteros que decoran el fin de semana.

La fama se ha afianzado, qué duda cabe, como un gran tótem de nuestro tiempo. Constituye un valor en sí mismo, algo que causa admiración, al mismo nivel que la inteligencia, el ingenio o la destreza física. Los famosos desprenden un halo a su paso que se acerca bastante al que provoca la contemplación de una piedra preciosa. Al margen de nuestra opinión sobre el famoso de turno, al rozarnos en el AVE con cualquier fantoche de cara televisiva padecemos cierta sensación de estar asistiendo a una epifanía, un momento vibrante e intenso, directamente relacionado con nuestra experiencia de espectador televisivo. Hasta la persona más seria y coherente no puede evitar sentir cierta fascinación absurda al encontrarse con Isabel Pantoja en Barajas. En ese sentimiento inconsciente e incontrolable reside a mi juicio una pulsión atávica que nos acerca a las raíces de lo religioso, del culto primigenio al tótem, a la figura, al símbolo.

Gracias a la Revolución Francesa y a la Ilustración, conseguimos domarnos y aprender a convivir con las categorías, la estructura y la razón. Occidente está construido sobre los principios apolíneos y sobre el pensamiento científico. Pero hay aspectos que huyen por los resquicios de esta estructura. La religión es una de ellas. La fama constituye algo así como una especie de religión pagana y postmoderna, plagada de iconos y de símbolos tan ricos como cualquier fresco de Miguel Ángel o de El Bosco. Su problema, como casi todo lo postmoderno, es la vacuidad: la condición de carcasa hueca, de huevo de chocolate que no depara ninguna sorpresa en su interior.

Ana María Ríos probó la miel de la fama con su infortunio en Cancún. Fue una fama fea, sucia, desagradable, pero lo suficientemente adictiva como para incitarla a repetir. Lo único objetable, a mi juicio, es el mal gusto de su opción: ya puestos, podría haber elegido alguna publicación menos casposa. Pero se trata, a qué dudarlo, de un golpe hábil y sagaz: con este viraje, la gallega acaba de abrir una nueva puerta en la gruta de la fama; la puerta más lucrativa y rentable, donde habitan, como en el Jardín de las Delicias de El Bosco, los monstruos, asesinos y degenerados con más lustre del Paraíso. Larga vida televisiva a Ana María Ríos. Muy pronto, se le rezará en los templos de la prensa rosa.

2006/11/14

¿Abandonan los jóvenes la televisión?

Si se estudian los shares de los programas que en los últimos años han arrasado entre adolescentes y jóvenes (Gran Hermano, OT...), se observa una evidente caída en los porcentajes y número de espectadores que los siguen. Por otro lado, en los resúmenes de las audiencias semanales televisivas que hacen los periódicos cada domingo, hace tiempo que se advierte una caída importante en las audiencias generales de la televisión. Me explico. Hace unos poco años las series españolas del prime time o los programas de telerrealidad que transformaron el panorama del medio, llegaban a alcanzar más de seis millones de espectadores. Esas cifras y eso programas (sustentados sobre todo por el favor de los jóvenes) desbancaron a productos más clásicos como Cuéntame que había conseguido el liderazgo antes de la llegada de este fenómeno. A día de hoy, y obviando lógicamente los datos referidos al fútbol (que como siempre sigue arrasando) es curioso notar como esta temporada, Cuéntame vuelve a ser uno de los programas más vistos, pero no porque haya aumentado su número de espectadores (poco más de cuatro millones, se mantiene así desde hace años) sino porque la competencia antes mencionada alcanza a duras penas cuotas del 21% o 22% que se traducen en poco más de tres millones de espectadores (por ejemplo es el caso de Gran Hermano). De hecho la competencia de Cuéntame durante este principio de temporada está formada por series más adultas (no por eso mejores) como Hospital central o El Comisario. La pregunta que surge ante estos datos es: ¿Están abandonando los jóvenes la televisión?

Pues con muchos matices, me atrevería a decir que así es. Tras el empujón que los reality shows significaron, lo cierto es que lentamente los más jóvenes se están alejando de un medio, el televisivo, que les aburre y no les ofrece las novedades y la inmediatez que están consiguiendo por otros caminos. Como ya apuntaba en el post sobre Perdidos y a pesar de que aún lógicamente no es un fenómeno que se haya expandido a toda la población, los datos dicen que el 30% de los hogares españoles ya posee Internet de banda ancha (aún por debajo de la media europea), y esta nueva posibilidad se ha convertido en algo sumamente apetitoso para los más jóvenes a la hora de diversificar su ocio.

Desde luego no es que vayan a ser menos tontos por no elegir ver la televisión. Con Internet y al nivel que suelen utilizar la red muchos adolescentes, la pérdida de tiempo y el grado de alienación que pueden llegar a alcanzar puede incluso ser mayor que cuando se sentaban frente a la cajatonta. Tampoco es algo radical. No es que vayan a dejar de ver la televisión por completo. Además, la justificación para esta caída en las audiencias de los que eran sus programas referente también se podría achacar en parte a la reiteración de las mismas propuestas año tras año (con el cansancio que eso genera), y a la aparición de nuevas cadenas como Cuatro o La Sexta. Pero este nuevo fenómeno internauta es real y sólo hay que hablar con chicos y chicas que tengan ADSL en casa para comprobar que a poco que sus padres les dejan, se refugian en sus cuartos y se conectan a Internet (los programas de mensajería instantánea arrasan entre ellos). Los mayores, siempre ajenos a los usos de ocio de las nuevas tecnologías, siguen reconociendo en cambio la televisión como algo propio, pero los mas jóvenes están convirtiendo la red en su territorio personal, ajeno al de los adultos de su hogar, un lugar donde pueden estar conectados desde sus casas con sus amigos, y donde encuentran infinidad de posibilidades de diversión. Puede que a la televisión convencional le haya llegado el momento de enfrentarse a un competidor de su altura.

2006/10/19

El porqué del fracaso de Perdidos en TVE

Perdidos, la serie americana que narra las desventuras de un grupo de supervivientes que quedan atrapados en una isla tras el accidente del avión en el que viajaban y que ya marcha por su tercera temporada de éxito en los EEUU, fracasa estrepitosamente en España, donde actualmente se emite la segunda temporada. Esta vez dicho fracaso no se puede achacar ni siquiera al maltrato horario que TVE suele hacer a este tipo de series americanas de éxito (pese a que sí habría que incidir en la pésima promoción), puesto que el ente público hasta ahora emite la serie en el prime time de los miércoles aunque con una temporada de retraso respecto a las emisiones de EEUU. Este retraso, que para los estándares clásicos de televisión se podría considerar mínimo, es en realidad un gran error. Si TVE hubiera emitido esta temporada en primavera estoy seguro que sus audiencias hubieran sido mayores. Una serie que triunfa en todo el mundo y suele arrasar en las audiencias americanas fracasa inexplicablemente (en principio) en las pantallas españolas, cosechando miserables cuotas del 7% u 8% a pesar de que se programan dos capítulos por noche, algo que debería agradecer el espectador habitual a la serie. Pero tal vez no sea tan extraño ese fracaso. Algo ha cambiado en los espectadores y a las estrechas mentes directivas parece que no les entra en la cabeza.

Lo que ha cambiado irremisiblemente es la sensación de inmediatez que los programas de descarga por internet han otorgado a unas nuevas generaciones que están modificando sus hábitos televisivos de forma imparable, sin que los dueños de las cadenas y los productos televisivos encuentren la forma de frenar, manejar y controlar estas variaciones. Perdidos es una serie claramente enfocada para personas que en general no superen los 35 años. La trama es extremadamente confusa, con miles de cabos sueltos que se cierran o no con el tiempo, se plantean unos interrogantes que jamás parecen ser contestados pues otros nuevos aparecen de la nada para sustituirlos, la producción es vertiginosa ya que la cámara se mueve con enorme rapidez persiguiendo a los nuevos robinsones y además se producen constantes regresiones en el tiempo que sirven para explicar las actitudes actuales de los personajes así como para conocer mejor sus motivaciones. Todo esto hace de esta serie un imposible para muchas personas mayores, poco acostumbradas a este ritmo y este enfoque claramente deudor de los videojuegos en su estética. Están más acostumbradas a seguir con naturalidad series de corte clásico y trama lineal como puede ser Cuéntame o las series españolas para todos los públicos que suelen triunfar en el prime time habitualmente.

El problema estriba pues en que el público que ve Lost es un grupo de población muy conectado a internet, directa o indirectamente, y que ha vivido el desarrollo y la evolución de esta serie principalmente a través de ella. Al mismo tiempo que TVE emite la segunda temporada de la serie los internautas interesados se están descargando por la red los capítulos de la tercera temporada en versión original, mientras distintos grupos de ellos realizan en tiempo récord diferentes traducciones de los capítulos y ponen a disposición de todos aquellos que lo deseen los subtítulos en castellano de cada episodio, siempre de manera gratuita y sin coste adicional. En internet se está realizando con naturalidad algo que no creemos posible en el mundo real: el libre intercambio de trabajos y productos inmateriales, de ideas, de programas entre personas que no se conocen entre sí pero que se ofrecen a sí mismos y a los demás la posibilidad de disfrutar, por ejemplo como en este caso, de un capítulo de una serie que un jueves es emitido en USA y que ese mismo fin de semana puede ser disfrutado en una casa española, con una calidad de imagen francamente buena. Y eso se consigue gracias a la labor desinteresada de algunos que serán denominados por muchos como frikis pero que indirectamente son parte de la causa del fracaso de las emisiones convencionales de estas series en otros países (como el nuestro).

La solución parece clara. El público joven no es tan pasivo como lo fue el de otras generaciones, exige inmediatez y si no la obtiene y dispone de los medios no pierde el tiempo quejándose, sino que ella misma se consigue lo que quiere al margen de los caminos convencionales. Si TVE y el resto de las cadenas no quieren darse cuenta allá ellas, pero con este tipo de series como Perdidos, cuya trama te deja siempre en suspense y ansioso de disfrutar de una nueva entrega, se equivocan si piensan que el público va a esperar pacientemente que directivos desconectados de la realidad cuadren sus parrillas y les hagan esperar durante meses. O empiezan a preocuparse por emitirla prácticamente del ritmo americano de emisión o que se despidan de sacar beneficios con estos productos.

2006/09/01

"Alatriste": triunfa el modelo americano

Con su primera trilogía espacial, George Lucas nos enseñó de qué forma el marketing puede contribuir a hacer de un fenómeno fílmico todo un objeto de culto, hasta convertir a la pieza cinematográfica de origen en una pieza más dentro de un sofisticado y descomunal engranaje encaminado al exclusivo fin de hacer caja. Desde que Lucas, Spielberg y otros avispados “hijos de la televisión” impusieron su modelo de negocio cinematográfico, en el que la película es tan sólo un elemento dentro de una campaña global de mercadotecnia de inconmensurables dimensiones, el Séptimo Arte norteamericano se ha guiado por esta forma de espectáculo audiovisual, donde confluyen manifestaciones audiovisuales y comerciales tan variadas como el videojuego, el vídeo musical, el merchandising, los juguetes, las inserciones informativas pagadas o la promoción comercial. Con la irrupción de “Alatriste”, la industria cinematográfica española demuestra que, tristemente, ya está preparada para emular al gran gigante americano. “Alatriste” será como sea, pero la campaña comercial que la ha antecedido no tiene precedentes en nuestro país.

Resulta muy complicado echar un rato de televisión en estos días sin toparte con espacios promocionales de la película. Esta promoción no aparece tan sólo en forma de trailers o microespacios publicitarios: el jueves, coincidiendo con la presentación de la película, todos los informativos y espacios de actualidad sin distinción dieron extensa cobertura a la película, en algunos casos con calificativos que resultaban sonrojantes. Sin ir más lejos, Pedro Piqueras definía en su informativo de noche el estreno de la película como un “acontecimiento mundial”. Todo se entendía, claro, al llegar al tiempo de publicidad, consagrado a un espectáculo de fuegos artificiales publicitarios sobre “Alatriste”.

Esta promoción no está sólo en televisión, aunque es a través de este canal donde cobra más fuerza. “Alatriste” ya está en los quioscos, en las chucherías infantiles, en las marquesinas, en las vallas publicitarias, en todo lo que pueda ejercer de reclamo. Se trata de una invasión en toda regla frente a la que la huida resulta muy complicada. Con más de 25 millones de euros de presupuesto, las informaciones sobre el film se refieren a ella como “la producción más cara de la historia del cine español”. Nadie habla, sin embargo, de los millones de euros que habrá costado la campaña comercial y de promoción; me arriesgo a asegurar que casi tanto, o incluso más, que la propia película.

No tengo nada contra “Alatriste”, iré a verla porque creo que la gente que está detrás de la película tiene talento y valía, pero lo que está claro es que este film será histórico para el cine español y no sólo por su calidad artística: supone, definitivamente, el salto de nuestro cine (y por tanto, el reconocimiento) hacia el modelo de superproducción americana al que el cine europeo siempre ha intentado contraponerse.

2006/08/11

Sobre zapping y propiedad intelectual

Los medios escritos de Prisa, con el buque insignia de El País a la cabeza, han tomado posiciones en relación con la reproducción de sus contenidos para fines comerciales. Aunque la nueva Ley de Propiedad Intelectual no prohíbe el press-clipping (resúmenes de prensa), Prisa ha sido tajante en este asunto, difundiendo a través de sus cabeceras su negativa rotunda a permitir este tipo de prácticas. Pese a que los fines del press-clipping son muy distintos, no consigo imaginar el desastre que significaría una negativa de este tipo en televisión, donde la recopilación de imágenes se ha convertido en una práctica apabullante.

Los programas de zapping nacieron como espacios para la curiosidad, en los que se alimentaba el lado quisquilloso e impertinente del espectador a través de la reunión de imágenes que ponían en evidencia a las cadenas, o que simplemente recopilaban momentos de considerable intensidad visual. El programa de Canal + que inició esta corriente, y que se emitía en abierto los domingos a la hora del almuerzo, resultaba un espacio entretenido, elaborado con muy buen criterio, incluso elegante en el formato. Todo lo que ha venido después ha sido desafortunado, desde el punto de vista cualitativo pero, sobre todo, cuantitativamente: no hay cadena en España que no emita, al menos, un “programa de zapping”, aunque algunos canales incluso tienen más de un espacio de este tipo, por no hablar de los numerosos programas que cuentan con secciones de zapeo dentro de su escaleta. En lo estético, todos los programas de zapping resultan ruidosos y chirriantes, el colorido es excesivo y el envoltorio, antipático (especialmente el espacio de Telecinco, en el que un oligofrénico se dedica a introducir con comentarios bobos cada uno de los vídeos). Han incorporado elementos horteras, como rankings; algunos tienen incluso sección de vídeos frikis. Además de todos estos aspectos, hay uno que resulta preocupante, por cuanto su objetivo es espurio: los programas de zapping se han convertido en una plataforma de vanagloria de la programación propia y, sobre todo, de acoso y derribo de la programación de la competencia. Así, hay muchos espacios de este tipo que no dudan en reproducir los errores del presentador de la competencia, del programador de la competencia, del tertuliano de la competencia. Se utiliza la propiedad intelectual televisiva con un fin perverso: valerse del producto de otro para perjudicar a ese producto.

Por todo ello, me sorprende que exista aún un vacío en torno a los derechos de la propiedad intelectual del material televisivo. Probablemente a los propios medios no les interese: dejar de emitir imágenes de otras cadenas significaría acabar con los programas de zapping, y consecuentemente con horas y horas de parrilla. Realmente, desde el punto del negocio, se trata de un producto perfecto: cero de imaginación y de esfuerzo a cambio de altos índices de audiencia. Tratándose de televisión, quién puede pedir más.