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2007/07/25

Mediapro y el fútbol: el último desafío a la primacía de PRISA

La guerra entre Mediapro y Sogecable está abierta. De momento es subterránea y ambos contendientes utilizan a los medios de comunicación tanto como altavoces de sus diferencias como para amenazarse. Y no sutilmente. Mediapro contra Sogecable. Roures contra los herederos de Polanco. La fuerza del aspirante frente a la resistencia a abandonar las posiciones de privilegio del eterno ganador. De esta batalla tal vez poco beneficio inmediato obtengan los consumidores de medios de comunicación. Parece más un reparto del pastel entre la élite empresarial. Sólo queda la diversión de ver sufrir en sus carnes a PRISA lo que tantas veces hizo ella en el pasado. Y por supuesto se mantiene vigente la necesidad de conocer las claves de un enfrentamiento que puede cambiar el panorama mediático progresista de España.

A Sogecable se le ha atragantado Jaume Roures, un empresario de la comunicación nacido en el seno de TV3 y posteriormente lanzado al mundo de la producción de películas, documentales y ficción televisiva. Sus contactos políticos se multiplicaron en la nueva etapa que abrió Zapatero en el socialismo español, y aunque no vaya a ser tarea fácil, parece llamado a ser el nuevo guardián empresarial de las nuevas hornadas progresistas de este país. El enfrentamiento parece prometedor. No es posible ocultar cierta decadencia del grupo PRISA en los últimos tiempos, tanto en el sector audiovisual como en el de la prensa escrita, no en beneficios empresariales, sino en la credibilidad a la hora de interpretar e instrumentalizar el papel de faro de la ética de la izquierda en España, símbolo de su modernidad y hogar de la única intelectualidad posible. Los buenos resultados de Cuatro no ocultan el hecho de que lo que mejor funciona en esta nueva televisión son los formatos frescos, jóvenes, que no soportan la caspa que sobrevuela los intentos de prestigiar la línea ideológica de la cadena. El ejemplo paradigmático ha sido el fracaso de los informativos de Iñaki Gabilondo, superados incluso por los informativos del mediodía (liderados por Javier Ruiz) más dinámicos y apegados a nuevas formas de producir y entender el periodismo.

La batalla está planteada. Como nos cuenta la historia una vez que se llega a la cima del poder y se tiene que empezar a gestionar el éxito, comienza el inevitable ocaso de una época. El núcleo fuerte de Polanco, una vez él mismo fallecido, es muy mayor y ha perdido la fuerza de la juventud y el ansia de poder de la madurez. Se ha acostumbrado a no luchar para vencer y a imponer su ley y el respeto tan sólo con la fuerza de su nombre y su estatus. De repente, sin entender muy bien que está pasando, a PRISA le llueven golpes y ataques desde demasiados frentes. Es lo que tiene envejecer y que le pierdan a uno el respeto. Por un lado la absorción del Grupo Recoletos por parte de Unedisa permite formar un grupo conservador y liberal muy fuerte, liderado por Pedro J, que amenaza con descaro su supremacía escrita y que le resta lectores de prensa de papel en cada EGM. Incluso se permite la desfachatez de arrebatarle a algunos de sus mejores hombres, que se pasan así a las trincheras enemigas (inimaginable hubiera sido hace unos años el fichaje de Santiago Segurola por Unedisa. Segurola, uno de los gurús de la prensa deportiva de este país, santo y seña de El País y la Cadena Ser durante los últimos diez años, abandona PRISA para coliderar el diario MARCA contra la que ha sido su casa en los últimos 20 años). Por otro lado, el enfrentamiento diario con las voces más radicales de la derecha, representadas por la COPE y Federico Jiménez Losantos ha hecho que, sin perder el liderazgo radiofónico (aún incuestionable), la SER en estas sucias refriegas no siempre haya podido mantener esa postura un tanto orgullosa de no entrar en el juego sucio de los enemigos, para alborozo de éstos últimos y sus acérrimos seguidores. A lo anterior hay que añadir que es evidente que las relaciones actuales con el poder socialista no son las que fueron. Los viejos barones que protagonizaron los mejores años del socialismo de los 80 se van retirando o van siendo apartados, y las nuevas generaciones del PSOE no parecen tan convencidas de la necesidad de que el endiosamiento del grupo de Polanco marque su agenda política. De esta forma, aún manteniendo con el Gobierno una relación privilegiada y siendo PRISA beneficiada indudablemente en las concesiones y a la hora de la información privilegiada, el Gobierno Zapatero ha fomentado y apoyado la creación de competencia en el único sector del público que hasta ahora había sido siempre de pleno dominio de PRISA: el caladero progresista. La creación primero de La Sexta y la innegable simpatía que manifiesta Zapatero por los dueños de esta cadena, son una nueva afrenta y un nuevo peligro para el imperio de los herederos de Polanco. Finalmente, y como último aviso para navegantes, en las últimas semanas el nuevo frente abierto es la distribución y la adquisición de los derechos televisivos, factor éste estratégico y tremendamente sensible para la viabilidad del proyecto global de PRISA. La ascensión de Jaume Roures y Mediapro, que no parecen conformarse con la gestión de La Sexta, golpea directamente a la línea de flotación de Sogecable. Mediapro no se ha limitado a comprar los derechos televisivos de 39 equipos de fútbol de primera y segunda división (entre ellos el Madrid y el Barcelona) sino que anuncia con descaro que las reglas deben cambiarse y que a partir de 2009 esta empresa se hará cargo de la gestión y explotación de las retransmisiones de estos clubes. Cuando parecía que en ese terreno la derecha mediática había fracasado y había renunciado a intentar competir con PRISA, cuando parecía que por ley y costumbre los partidos de fútbol serían retransmitidos por Digital Plus, en manos de Sogecable, hasta que ellos quisieran dejar de hacerlo, llega Roures y decide que quiere dejar de ser el patito feo de la empresa Audiovisual Sport (integrada en un 80% por Sogecable hasta ahora) que gestionaba los derechos citados, y comenzar una nueva etapa en la que la toma de decisiones sea suya o al menos compartida. PRISA, entre sorprendida y asustada, se resiste. Sabe que desde un punto de vista estratégico debe hacerlo porque su plataforma de televisión de pago sería absolutamente deficitaria y nada rentable sin la posesión de los derechos de retransmisión de los partidos de la liga de fútbol. Y más en los (teóricos) años previos al apagón analógico y la definitiva implantación de la TDT y su mayor amplitud de oferta televisiva.

La guerra no ha hecho más que empezar, las refriegas se suceden en los despachos y ante las cámaras (triste fue ver a Manolo Lama no informar de lo que hacía la selección española en el mundial de fútbol sub20 porque lo estaba emitiendo La Sexta). Pero continuará con fuerza en otoño cuando aparezca el nuevo diario de ámbito nacional promovido también por Mediapro (El Público), alineado en principio a la izquierda de El País y que nace con vocación de arrancarle lectores a éste y recoger a los que se ha ido dejando por el camino, sobre todo a los jóvenes, pues son éstos principalmente los que han ido abandonando la lectura de prensa escrita y parecen a la espera de formas diferentes de hacer y pensar el periodismo.

Muchos son los desafíos de las huestes polanquianas. Acostumbradas en los 90 y principios de este siglo a mantener una posición privilegiada alentada y fomentada, por interés o miedo, por los gobiernos de González y Aznar, ahora el enemigo no es tan fácilmente estigmatizable como lo fuera en su día Pedro J. o A3Radio. Pero mal haría Roures si pensara que la guerra va a ser limpia y legal. Eso no es posible. PRISA se las sabe todas y defenderá con uñas y dientes, con todos los medios que tenga a su alcance (los legales y los que no lo sean tanto, su espacio privilegiado en la comunicación española.

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