Blog libre e independiente sobre televisión. Noticias, críticas y análisis de nuestra realidad catódica desde el criterio y la libertad.

2006/03/16

El hundimiento de Telemadrid

Las audiencias lo dictan. La realidad lo dictamina. No es de extrañar. La manipulación y el sesgo político que ha adquirido Telemadrid bajo la dirección de Manuel Soriano, tras la llegada al poder autonómico de Esperanza Aguirre, ha sido de tal calibre y tan patéticamente ostensible, que era inevitable este desafecto de muchos espectadores hacia una cadena que debiera ser la voz y el reflejo de todos los madrileños y que, descaradamente y sin vergüenza, se ha convertido tan sólo en un altavoz servil del poder.

Cuando llegué a Madrid en 2002 (la comunidad la gobernaba entonces Gallardón) me sorprendió la libertad que respiraba la cadena. Para alguien como yo, recién llegado desde de Andalucía, donde durante años había tenido que soportar los irrespirables Nodos socialistas (igualmente alineados con el poder) que suponían los informativos y la programación general de Canal Sur, recuerdo que fue un alivio contemplar que tras el cierto (e inevitable) manoseo político que siempre esconde cualquier ente público televisivo, Telemadrid era una cadena fresca, con periodistas y formatos jóvenes, donde diversas tendencias eran capaces de aparecer y no todo se limitaba a lo dictado desde el poder. Los informativos, por ejemplo, al lado de los de Canal Sur, eran casi alternativos y contestatarios. No es que aprecie especialmente a Gallardón, pero es impepinable que la llegada de Aguirre todo lo cambió.

Algunos formatos documentales, que mostraban realidades de la comunidad no muy agradables, fueron literalmente machacados. Especialmente doloroso fue la cancelación de un programa en el que unos periodistas, cámara en mano, descubrían miserias urbanísticas y condiciones de vida tercermundistas, aquí, en Madrid. Ese trabajo fue en primer lugar vetado, después emitido tras presiones, y finalmente desembocó en el despido de los responsables (o en su dimisión inducida, como creo que se vendió) para quedarse la cadena con el formato y transformarlo en pequeños documentales amables y sin sustancia sobre la Comunidad.

La cobertura mediática que hizo la televisión madrileña tras los atentados del 11M los guardo en mi memoria como una de las más escandalosas formas de manipulación informativa que he soportado en todos los años que llevo, de manera racional, viendo televisión, escuchando radio y leyendo prensa (en unos días donde la manipulación y la desinformación interesada fue brutal: terroristas suicidas, fervientes defensas de la autoría de ETA, documentales sobre víctimas, Urdaci....) Desde entonces el aparato propagandístico de Telemadrid ha continuado su labor sin descanso y con descaro, ya fuera para desprestigiar a la sanidad pública (en el caso de las supuestas sedaciones irregulares en el hospital Severo Ochoa), en la defensa de los pretendidos logros de Aguirre y el cumplimiento (dudoso, al menos en el tema de las listas de espera para las intervenciones) de sus promesas electorales, en la defensa de la educación concertada aprovechando las manifestaciones contra la LOE o en el seguimiento desmesurado no ya de las manifestaciones políticas propuestas por el propio PP (que entraría dentro de lo razonable vista la falta de independencia de la cadena) sino también de manifestaciones de índole moralista y totalitario como la convocada por la Iglesia en contra de los matrimonios homosexuales.

El acierto en la toma de decisiones valientes como la de eliminar programas basura que atentaban contra la intimidad y la dignidad de las personas y que en este país se esconden tras el eufemismo de programas del corazón, se ve empañado porque han sido incapaces de programar como alternativa algo mínimamente interesante y no filtrado por el sectarismo ideológico. Desde luego no parece que los telefilmes infames que ponen al mediodía sean la mejor manera de regenerar una televisión. De hecho alguien debería pedir perdón por el perjuicio que pueden generar estas pseudopelículas a las neuronas de cualquier espectador no advertido.

Otras decisiones correctas, en principio, como las de potenciar la información, las tertulias y los debates se ven también afectadas por el sesgo ideológico tan reconocible, tan unilateral hasta la náusea que se impone. No creen necesario ni siquiera intentar que no se note demasiado. Resulta lógico que ello haya supuesto un efecto arrastre de pérdida de credibilidad, para programas clásicos de la cadena, que habían llegado a tener grandes audiencias, como Buenos Días Madrid o Madrid Directo y que están sufriendo descensos notables en el número de espectadores. Por otro lado, no se puede colocar una tertulia política de mediodía como Alto y Claro conducida por una periodista tan servil con la derecha como inepta y ridícula en la exposición de los hechos, como es Curri Valenzuela y rodearla encima por un grupo de periodistas que, con alguna excepción, terminan siempre defendiendo lo mismo, atacando a los mismos y que en ese énfasis sinérgico, suelen olvidar que deben aportar ideas que apoyen sus declaraciones y no convertirse en meros exaltados que vociferan las consignas del partido que les da de comer desde el gobierno de la Comunidad.

Para sacar algo positivo de los cambios producidos en la cadena en estos últimos años, hay que destacar el magnífico informativo que conduce Gemán Yanke a medianoche, que se ha convertido en una indiscutible referencia informativa. Yanke se declara de derechas sin problemas (como debe ser) y ello no le impide ser capaz de construir un espacio donde caben distintas voces y posturas, donde las noticias aparte de ser dadas, se razonan con los distintos invitados desde diferentes puntos de vista, y donde las entrevistas a políticos relevantes de todo el espectro ideológico son pausadas y con sustancia (Gabilondo podría aprender de estas entrevistas para que no se le notara tanto que lleva a sus invitados como muñecos de pim pam pum para imponer sus ideas). Su capacidad para construir una magnífica hora informativa es, lamentablemente, un espejo delator que destapa las vergüenzas del resto de la programación de una cadena que, como ya he dicho, ha dejado de parecer un servicio público para mostrarse de forma obscena como un instrumento poderoso del partido del poder en la Comunidad. En este caso, el PP.

No hay comentarios: