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2006/02/15

Desenfocando en Enfoque

Anoche tras contemplar la casi épica remontada del Madrid en Copa (Borges fue el que dijo que el western era la épica del siglo XX. Me temo que tanto calificar de épico un partido de fútbol como el de ayer o un western como Centauros del desierto, pondrá los pelos de punta a más de un esforzado cultureta que considere que el único arte en cine son las películas contemplativas asiáticas y el único deporte noble la lucha grecorromana) me enganché a la parte final de Enfoque en la Dos. El programa anteriormente dirigido por Piqueras está ahora en manos de la otrora presentadora de telediarios en época socialista Elena Sánchez. Sánchez fue denostada (y he leído como se quejaba de ello amargamente) y apartada al Canal Internacional tras la llegada pepera al poder en el 96. Es repugnante como la política está siempre presente en el ente público. Aunque tal vez lo más curioso sea la ceguera parcial interesada que invade a los periodistas escorados hacia uno u otro ámbito de poder, porque no he escuchado en ningún momento que esta mujer se pregunte por qué vuelve ahora al primer plano de la televisión (algo que también le ha pasado a Pepa Bueno que presenta los prestigiosos Desayunos de Televisión Española). Lo verá natural y justo. A pesar de que ahora se desplace a otros por simétricos motivos ideológicos por los que ella fue apartada. Se consideran profesionales honrados pero algo extraño sucede cuando sólo son los suyos quienes se acuerdan de ellos para darles puestos de relieve que ellos aceptan gustosos. Después claro, se exige la devolución de favores.

Enfoque trataba ayer el dichoso asunto de las caricaturas de Mahoma en la prensa danesa. Como siempre los invitados se sentaban tres a tres, unos enfrente de otros. Los unos defendiendo una postura y los otros la contraria. No nos fuéramos a equivocar en el caso de que los mezclasen. Ya se sabe, los espectadores somos tontos y la realidad es blanca o negra, sin matices y para que quede claro se dispone espacialmente a los que opinan claramente diferenciados. Patético. Como he dicho sólo vi el final del programa, pero las opiniones del hombre de pelo cano, subdirector de El País, me dejaron perplejo. Era un continuo sí pero no, libertad de expresión sí, pero no, dejando entrever que las caricaturas eran una provocación inaceptable y que estaban dirigidas a hacer daño y a provocar. Unas caricaturas que se publicaron hace tres meses por cierto, aunque sea ahora cuando interesadamente haya explotado el asunto. Una postura increíble del representante de un periódico que no ha tenido ningún problema en publicar hace poco más de un mes a toda a página y en color una serie de anuncios promocionando el liderato que el EGM daba a la Ser frente a la COPE y al resto de cadenas en el que se mostraban unos angelotes cristianos en clara referencia despectiva hacia la radio competidora y por supuesto obviando las posibles sensibilidades católicas a las que ese anuncio podía herir.

No soy cristiano, no comparto ninguna de las tesis de los exaltados católicos que invaden nuestras calles para exigir recortes de derechos para los que no piensan como ellos. Me repugnan las ideas totalitarias e invasoras de la intimidad de cualquier religión y por ser éste un país mayoritariamente católico tengo que soportar como en la Constitución se da preferencia a una de ellas sobre el resto cuando lo que querría es vivir en un país totalmente laico de verdad donde cada uno creyera lo que quisiera en la intimidad de su casa sin intentar obligar a los demás a compartir su visión. Pero ello no me lleva a defender por no sé qué motivos extraños, como le pasa a cierta izquierda de este país, a otras religiones aún más totalitarias a día de hoy que la católica, en nombre de un extraño concepto de respeto a otras culturas que, por otra parte no se aplica (desde la izquierda) lógicamente a modelos socioeconómicos y culturales ultraliberales e injustos ¿y hay algo más injusto, por ejemplo, que la situación de la mujer en el Islam?. Por tanto sí, de acuerdo, respeto, pero también derechos y libertad.

El pretendido respeto (que se quiere incluso llevar a la ONU) para evitar blasfemias y demás es en el fondo miedo por las reacciones que se producen. Pero no puede ni debe ser el miedo la fuente del respeto. Tiene que ser la lógica y la razón y eso de “moral y políticamente rechazable” que escribió Zapatero o se aplica a todo lo que ofende a cualquier colectivo (véase católicos, grupos feministas, asociaciones de fumadores, asociaciones de agricultores, etc) lo cual no es posible en una sociedad que pretende ser libre y por tanto es una queja superflua pero no una indicación de que hay temas que es mejor no tratar, o sería mejor que nos lo calláramos e intentáramos mejorar nuestra sociedad y la convivencia desde la educación y los tribunales de justicia.

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