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2006/05/08

La televisión y el talento

En muchos casos, el motor de la historia del arte y el desarrollo creativo ha tenido como protagonistas a grupos artísticos que han logrado hacer valer su especial talento por encima de las circunstancias históricas y sociales. Estos grupos, que la Historia ha elevado a la categoría de precursores o adelantados a su tiempo, han propiciado en muchos casos el salto hacia nuevos planteamientos estéticos, un adelanto en la expresión de las formas artísticas o literarias. Ejemplos de este tipo son numerosos en la Historia; casi todos los “ismos” más famosos del siglo XX responden a esta dinámica impulsora.

El cine no ha sido ajeno a esta tendencia “evolucionista” del arte, aunque de una forma más individualista, gracias al talento y el genio de determinadas figuras (Griffith, S. Porter, Murnau, Welles), que han ido poblando el camino de la historia cinematográfica de hitos indudables.

En la teoría de la expresión artística, el talento siempre ha ocupado un papel indispensable. Aunque moldeado por las circunstancias sociales de cada tiempo, la concurrencia de una buena dosis de talento en el artista siempre ha sido una condición sine qua non para garantizar el salto cualitativo y el progreso artístico.

La televisión es uno de los pocos medios de expresión en los que el talento no ha ido demasiado parejo al desarrollo y el éxito “creativo”. La impronta comercial ha perpetuado un sistema basado en la repetición de fórmulas. Aunque es perfectamente discernible cuando aparece, el talento ha sido superado en el caso de la televisión por otra serie de valores más importantes para la subsistencia del medio creativo, tales como la belleza, la facilidad de palabra, la capacidad para polemizar o la predisposición al escándalo.

De vez en cuando, no obstante, surgen impulsos creativos que llaman a la esperanza; no se trata ni por asomo de corrientes estéticas ni nada parecido, son más bien destellos de imaginación, aires nuevos, sangre fresca que permite la ventilación del panorama televisivo.

En España, estamos asistiendo a la implosión de uno de esos fenómenos. Me refiero al grupo de artistas que estaban detrás del programa “Homo Zapping”. No recuerdo en la Historia reciente de la televisión española un programa de tanta fuerza seminal, que haya favorecido la puesta en circulación de tantos talentos a un mismo tiempo. Empezando por su director, José Corbacho, que se ha estrenado en la dirección cinematográfica con una interesante película, la cercana y humana “Tapas”, y continuando con Paco León, el "Luisma" del spin-off “Aída”, convertido en el actor cómico de moda; sin olvidar, por supuesto, a Yolanda Ramos, en un momento de mágica hiperactividad, con apariciones tan diversas como la última película de Almodóvar (“Volver”), la popular serie “Siete Vidas” o “El Intermedio” de El Gran Wyoming.

La proyección de este peculiar grupúsculo, todos ellos provenientes de la productora dirigida por Buenafuente (“El Terrat”), debe ser un motivo de alegría para todos aquellos que seguimos creyendo en las posibilidades del talento. Se trata, por tanto, de una ventana abierta a la esperanza. Ojalá que esa ventana sirva para airear más creatividad y un poco menos de mediocridad y aburrimiento.

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