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2006/06/04

El fútbol, siempre el fútbol

Está siendo muy divertido y entretenido asistir a las diatribas, discusiones, pullas y acusaciones que se están produciendo entre las cadenas privadas generalistas de nuestro país como consecuencia de la adquisición de los derechos de retransmisión del Mundial de Fútbol de Alemania.

Repasemos la historia desde el principio. Los famosos derechos televisivos estaban en manos de Telefónica, que teóricamente debía venderlos al mejor postor, siempre que éste cumpliera la normativa FIFA y las leyes españolas sobre los eventos de interés general. Después de muchísimos días de rumores, noticias contradictorias y confusiones varias, el Mundial lo compró La Sexta. La nueva cadena defendió que pagaba el alto precio que pagó por eso derechos (que dejó fuera de juego a TVE y las otras privadas) por la importancia que tenía este evento para su implantación en un mercado un tanto saturado. Con esta compra y su correspondiente explicación podría haber acabado todo. La Sexta habría hecho la mejor oferta y ya está. El famoso mercado habría decidido. Pero quien pensara eso es que no conoce cómo está montado el chiringuito de los medios de comunicación de nuestro país.

Era imposible. Los rumores de que la compra había sido pactada entre La Sexta y PRISA se hicieron ensordecedores. Las leyes de la competencia parecían impedir que los medios de Polanco se hicieran inicialmente con el Mundial en abierto y también para la televisión de pago. Por otro lado, ante los primeros ataques malintencionados de T5 y A3, apelando a que la nueva cadena no garantizaba la emisión del Mundial en todo el territorio nacional, La Sexta prometía y prometía que su cobertura llegaría al 80% de la población a tiempo. Sin entrar en que lo haya o no conseguido, lo que si conocemos es que la gente ha pasado bastante de antenizarse, a pesar de las insistentes campañas, por lo que la realidad era que los partidos de interés general, garantizados por ley (los de España, vamos), corrían el peligro de no ser vistos por una amplia mayoría de españoles. De nuevo, los rumores... La Sexta ha aguantado lo máximo posible, intentando ocultar lo que todos sabíamos, buscando la máxima implantación posible, mientras el Gobierno ya advertía que intervendría en el caso de que fuera necesario. La Sexta fue cediendo, por tramos (¿Pactados? ¿Negociados?). Primero cedió la mitad del Mundial a Digital Plus (previo generoso pago). Y tras esa primera medida, vendría la más controvertida. Tras unos días de indefinición y dudas, con todos los gallos del corral mediático lanzándose dardos envenenados, se descubrió quién sería la otra cadena que emitiría también esos partidos relevantes en abierto, garantizando así el cumplimiento de la ley de interés general (la que se inventó Álvarez Cascos hace unos ocho o nueve años). Cuatro lo conseguía... ¿Alguien lo dudaba?

Por lo tanto, resumiendo, La Sexta compra los derechos. T5 y A3 sospechan que tras esa compra hay un acuerdo oculto con PRISA, se quejan amargamente y amenazan con querellas en el caso de descubrirse el pastel. Tras conocerse que La Sexta tendrá que compartir los derechos de los partidos de la selección (y algunos otros), T5 y A3 sacan la nota de prensa más surrealista conocida en la historia de los medios, en la que se ofrecen a retransmitir esos partidos por el bien de los españoles. Impresiona su acto de bondad y solidaridad. ¡Qué generosos! ¡Cuánto desprendimiento! ¿Alguna oferta a La Sexta por esos derechos? Ninguna conocida. Tras conocerse que La Sexta vende a Cuatro esos derechos T5 y A3 gritan consternados, y se indignan ante la jugada de Polanco. Pobrecitos. Más les hubiera valido que no hubieran aceptado sin más la aberración intervencionista que supuso que el Gobierno regalara a Polanco la concesión de un canal en abierto porque sí, porque era para él, manipulando y engañando a la población, en una de las operaciones más miserables del Gobierno Zapatero. Hablo por supuesto, del regalito de Cuatro (Canal Plus en abierto... ¡Ja!). ¿Por qué se callaron? Pues por la promesa del Gobierno de limitar la publicidad en TVE, cambiando el modelo de la televisión pública. Es decir, se callaron cuando vieron que podrían llevarse más tajada del pastel publicitario. Compraron su silencio. Ahora les toca aguantar. Se lo merecen. No ofrecen la menor credibilidad. Y mientras La Sexta, que parece que no se estaba enterando de con quién se estaba jugando los cuartos, comienza a darse cuenta de que la maquinaria publicitaria de PRISA se ha puesto en marcha y vende a sus muchos usuarios que el Mundial se verá entero en Digital Plus y los partidos importantes, incluidos los de España, en abierto, en Cuatro. Ni mención a la oferta de La Sexta ( que emite treintaytantos partidos gratis en directo y los demás en diferido). Las medias verdades arrasan sobre los ciudadanos pocos informados. PRISA quiere que los suyos ni se enteren de las otras posibilidades. Publicidad fraudulenta.

Y aquí estamos, a cuatros días del mundial: La Sexta promete 24 horas de fútbol al día, y Cuatro algo parecido, con todas sus estrellas radiofónicas y televisivas volcadas en un esfuerzo sin precedentes... ¿Alguien recuerda las promesas y las intenciones de sus inicios? ¿Alguien recuerda sus discursos grandilocuentes los días de sus presentaciones? Sólo con recordar entra la risa floja... Cuatro prometía una televisión distinta, reflexiva, centrada en la información, dirigida a un público con inquietudes... La Sexta nacía como una alternativa joven, dirigida a un público urbanita, basada en el entretenimiento inteligente, queriéndose desmarcar de las otras privadas y públicas más antiguas, mas familiares, más casposas. Pero al final... El fútbol, siempre el fútbol... Todo por la pasta.

Para terminar transcribo una reflexión que escuché en un informativo de la COPE y que me pareció bastante definitoria de la situción que hemos vivido. Parafraseando un famoso axioma que dijo el exjugador de fútbol Gary Lineker ( “el fútbol es un deporte en el que juegan once contra once y donde siempre gana Alemania") decían: “La televisión es un negocio en el que compiten las públicas contra las privadas y donde al final siempre gana Polanco”.

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