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2006/04/12

La Semana Santa y la televisión

Otra vez está aquí. El eterno regreso. La Semana Santa, ésa que para muchos ya sólo es santa debido a que se sigue escribiendo con mayúsculas en señal de extraño respeto al recuerdo, camina ya por su ecuador, dispuesta a festejar sus días grandes. Uno, que hace ya casi siete años que abandonó Sevilla (verdadero centro neurálgico de este evento folclórico-religioso) no puede dejar de recordar aquellas madrugadas de jueves santo que aprovechábamos para salir toda la noche y montar formidables botellonas. Enfrentándonos así a otros jóvenes, que iban de tradicionalistas durante esa semana, para dejar las del resto del año para ser más crápulas aún que nosotros. Porque sí, aunque algunos las descubren ahora con sorpresa y miedo, las botellonas (o sus vertiente masculina, los botellones) ya tenían lugar de manera masificada hace más de diez años. Con los mismos problemas que hoy se plantean como irresolubles y las mismas tergiversaciones de la realidad. Pero volvamos al tema. La Semana Santa, televisivamente hablando, es el hecho noticioso más monótono y repetitivo del año, junto a las navidades y la vuelta al colegio después del verano. Seguramente el más cansino y aburrido de ellos, por su pretensión de trascendencia y la invasión social que supone.

Andalucía y principalmente Sevilla se convierte en esta semana en fuente inagotable de anécdotas e historias con las que rellenar las horas muertas de la televisión y los vacíos informativos de los telediarios. No sólo se exprime esa tierra, también se aprovecha para mostrar con total crudeza y sin cuestionarse nada, imágenes de tíos que arrastran cruces por las calles de sus pueblos, caminan descalzos soportando latigazos o realizan las más brutales penitencias. Estos actos son expuestos sin pudor, como algo natural, propio de la época, y no como lo que son, actos fanáticos que rayan la locura. Algunos lo califican de folclore popular. Vamos, como lo de tirar la cabra desde el campanario. Lo mismo. Pero la televisión siempre termina girando sus ojos humorísticos hacia Sevilla. Yo creo que los directores de algunos informativos se frotan las manos cuando escuchan pronósticos de lluvia para estos días. Con ello se aseguran esos dramas humanos que tanto gustan a unos, hacen sonreír despectivamente a otros y provocan la risa sardónica a más de uno ¿Qué sería de una Semana Santa sin las imágenes de ese crío que llora desconsolado con el capirote entre las manos tras recibir la noticia de que la lluvia impide la salida de su hermandad? Pobrecito...Si llorara así por no ir a la escuela...Después te muestran a los nazarenos o a miembros de la banda de música que expresan su desesperación ante el fiasco de su día grande (nada peor que perder el protagonismo que lleva uno esperando todo el año). Observamos miradas intensas lanzadas al cielo (como preguntándose el porqué de ese castigo divino) de personas que hacen como que no ven que les graban. Aparece la típica señora que comenta entre lágrimas que no sabe que es lo que va a hacer ella este año sin haber visto a su virgen desfilar. O el caballero cicunspecto y perfectamente enchaquetado que indica que él llevaba todo el año esperando y preparando la salida de la hermandad y que toda la ilusión y trabajo de todo el año se ha ido al traste.

Material televisivo de primera. Todo el sentimentalismo vacío y rancio posible en un solo suceso. Si no fuera porque ya está tan gastado y manoseado. Y porque ya sabemos además que ese crío estará en dos horas jugando a la Play, tal vez contento de haberse evitado la caminata ésa que hace más ilusión al padre que al chaval (digamos la verdad); que los de las miradas intensas cuando hayan sentido que ya no les graban se habrán marchado a casa hablando de fútbol; que las lágrimas de esa mujer se habrán transformado en dardos dialécticos, faltos de la piedad que representaba anteriormente, que estará lanzando a algún familiar o vecino ausente; y que ese tío que hablaba de falta de ilusión estará hinchándose de cervezas y jamón con los amigos (jamás con su mujer) en el bar más cercano.

Todo es un show. Folclore lo llaman otros para darle una pátina de dignidad. Cansados estamos los que vemos esto desde la barrera (porque no nos interesa como hecho religioso y como folclore preferimos disfrutar de otros eventos menos pretenciosos, menos cerrados, menos falsos y menos excluyentes) de que nos digan que no somos lo suficientemente abiertos para disfrutar de él. O peor, de que nos digan que no deberíamos opinar sobre ello. Como si fuera la crítica una falta de respeto a las creencias de otros, a su intimidad religiosa...¿Intimidad? ¿Algo que se impone socialmente de la manera más brutal a través de los medios de comunicación, y que arrebata al ciudadano normal gran parte de las ciudades donde habita? ¿Intimidad? No, la Semana Santa, como tal ,con mayúsculas, invade completamente la esfera pública, y por eso se hace acreedora de las mismas críticas que cualquier evento de esta índole.

Por introducir algo positivo respecto a ella, mencionemos que durante esta semana todas la televisiones (originales ellas) además de poner las series más tontas y más antiguas para rellenar la programación vacacional, emiten todo un arsenal de películas basadas en el cristianismo, algunas de extraordinaria calidad. Así, es la hora de volver a ver Quo Vadis (con el magnífico Peter Ustinov haciendo de un impagable Nerón), La túnica sagrada, Las sandalias del pescador, Los diez mandamientos, Barrabás, alguna de la muchas películas basadas en la vida de Jesús, Ben Hur... Suelen poner también, años tras año, una película que no tiene nada que ver con los cristianos pero que imagino que emiten porque salen romanos y ya se sabe, todo se mezcla. Estoy hablando de la maravillosa Espartaco de Kubrick y Kirk Douglas. En esta época de Internet y DVD ya no es tan necesario como antes acudir a la televisión y sus horribles anuncios para disfrutar de estas películas, pero es justo reconocer que gracias a la Semana Santa muchos descubrimos y nos emocionamos con algunas de ellas.

Pobre consuelo

1 comentario:

John Constantine dijo...

Lo de la programación cinematográfica en Semana Santa es simplemente para despedir a toda la plantilla de programadores de las diferentes televisiones.