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2007/01/18

"Camera Café": ¿Dónde está la gracia?

Tengo que admitir que a veces la televisión logra desconcertarme. Por más que lo veo y reveo, no consigo entender cómo Camera Café, el espacio de humor que sirve de antesala al prime time en Telecinco, ha logrado alcanzar tal nivel de éxito entre la audiencia y, sobre todo, tanto predicamento entre la crítica televisiva nacional. Aunque me lo he propuesto de veras varias veces, con predisposición y talante favorable, no consigo superar el hecho de que este supuesto espacio humorístico no me despierta ni la más remota simpatía.

Lo mejor que puedo decir de Camera Café es que al padecerlo siento cierta sensación de nostalgia: recuerdo los teatros infantiles de fin de curso, a los que consagrábamos indecibles horas de ensayo, y que después interpretábamos torpemente ante la indiferencia de los compañeros y el cariño incondicional y benevolente de nuestros padres. Camera Café comparte en sus guiones y en su interpretación cierto territorio común de amateurismo y pachanga con aquellos teatrillos de vodevil que cualquier profesor de Lengua con ínfulas de dramaturgo preparaba con entusiasmo y fruición para mayor gloria de sus alumnos. Ignoro cómo será el formato matriz francés, pero lo que es el español no me mueve más que al sonrojo y al zapeo.

Probablemente el problema está en mí. Todo lo que leo sobre la serie está plagado de epítetos que no reconozco: “una serie que destila mala leche”; “un fresco mordaz de tipos humanos”; “un espacio para la sonrisa inevitable”. ¿Realmente provoca hilaridad ver al insufrible Arturo Valls –lo siento, no lo soporto, por más que Telecinco pretenda imponerlo como el nuevo chico-para-todo del canal, al estilo de Jesús Vázquez o Jaime Cantizano- ensartando sandeces frente a Carolina Cerezuela, que ejerce estática y perenne su rol de “rubia tonta” (por cierto: ojo a esta chica; pronto la tendremos hasta en la sopa)? Lo que más me “mosquea” de esta falta de sensibilidad por mi parte es que, objetivamente, el espacio está apoyado sobre varios pesos pesados y valores indiscutibles del panorama audiovisual: está el inclasificable y versátil Álex O’Dogherty; está el elogiado Daniel Albadalejo; están los autores de La Cuadrilla, con un primer largo realmente notable... La única forma que tengo de razonar esta indiferencia es pensar que quizá con Camera Café pasa algo así como con el Real Madrid. Todos son galácticos, pero al salir al campo hacen un juego lamentable.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Comparto contigo mi aversión a esta serie o como se denomine. No conecto. Las veces que lo he intetando me acuerdo más de la pobre máquina de café y sus sufrimiento ante la pandilla de idiotas que histriónicamente cuentan sus gilipolleces de turno delante de su cara metálica.

Qué me dices de Ácaros?

Un saludete Dani.

Daniel Ruiz García dijo...

La verdad es que no la he visto demasiado, pero el día del estreno me llamó la atención. Me pareció curiosa, pero lo cierto es que no le he prestado excesiva atención. ¿Merece la pena?