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2007/01/01

El humor ácido de Ángel Martín en La Sexta

En esta ocasión decidí evitar las absurdas y repetitivas retransmisiones de las campanadas de fin de año que año tras año realizan las cadenas más veteranas de la televisión española, y optar por ver la última media hora del año que se iba y las campanadas en La Sexta, con Patricia Conde y Ángel Martín, presentadores del programa semanal Sé lo que hiciste la última semana, que fueron los encargados de despedir el año en el nuevo canal de televisión.

Frente a la tradición y la clase (¿aburrimiento y encorsetamiento?) que propone año tras año TVE (si repitieran la retransmisiones de años anteriores se ahorrarían el sueldo del sempiterno Ramón García), la falta de fuerza habitual de las retransmisiones de A3, y la evidente sensación de que esa noche no tiene nada que hacer de T5, que cada año se inventa algo más raro para presentar las campanadas (este año utilizaron a los actores del culebrón Yo soy Bea) La Sexta, consciente de que su cuota de pantalla sería mínima, emplazó a los conductores de su programa más subversivo y cachondo a un especial fin de año que terminase con la despedida del 2006.

El programa era una especie de refrito, con nuevos guiones, de lo que ya habían mostrado a lo largo del último trimestre en el programa semanal. Para los que no conozcan el formato, se trata de una recopilación de las mayores majaderías y chorradas de los programas de cotilleo y escarnio público de todas las cadenas de televisión, locales y generalistas, sacando punta y humor de ellas, de su imbecilidad, de los imbéciles que las generan y de la falta de entidad y seriedad de aquellos a los que se les llena la boca diciendo que son periodistas.

Esa sección del programa (tiene otras que no he visto) la presentan, como ya he dicho, Patricia Conde y Ángel Martín. Con un guión preestablecido y unos roles evidentes (ella de ingenua graciosa y él de cínico sarcástico) comentan las imágenes de los programas aludidos con un humor negro y directo que funciona casi siempre a la perfección. El alma de la sección es evidentemente Ángel Martín, un tipo en absoluto ajeno al mundo de la televisión, pues ya fue guionista de 7 vidas (de ahí la mala leche) y perteneció a la factoría de cómicos de Paramount Comedy. Con una forma de expresarse muy diferente a la habitual en televisión, analiza con acidez e ironía (y un puntito de desprecio) a los supuestos periodistas del corazón, descubriendo sin compasión sus vergüenzas, sus contradicciones, sus latiguillos, sus inconsistencias, sus trampas y sus mamoneos, pero eso sí, importante, la crítica sólo se centra en el mal ejercicio de su profesión. El programa elude sin pudor esa máxima corporativista de perro no come carne de perro, que tanto les gusta utilizar a los periodistas, y seguramente sólo se podría emitir en una cadena como La Sexta, cuya repercusión mediática es prácticamente nula. Usando un lenguaje directo, a veces incluso grueso, y permitiéndose el uso puntual e inteligente de tacos (algo de agradecer ante tanto lenguaje pretendidamente neutral y educado), Ángel Martín, junto al contrapunto jovial y necesario de Patricia Conde, ha conseguido alguna de mis carcajadas más sinceras y francas de los últimos tiempo en televisión.

Tal vez sea así, con el humor, el sarcasmo y la ironía, la mejor manera de combatir la podredumbre que invade las televisiones y los hogares de este país. Pues no hay nada de malo en ser un poco cotilla alguna vez. Es humano y natural. Pero el grado de desvergüenza y falta de compasión que esgrimen algunos programas sobre los famosos roza ya el sadismo.

Mientas tanto siempre nos quedará gente como Ángel Martín, en un programa al que tal vez se le observan claras deficiencias y que no tendrá mucho recorrido, pero que sirve para reírse un rato con un humor cáustico, tan diferente al blanco o de imitaciones que se emite habitualmente por televisión. En la noche del 31, mientras una exultante y nerviosa Patricia Conde, muy bien en su papel, mostraba su tensión ante el hecho de presentar las campanadas por televisión, un malhumorado y mordaz Ángel Martín la miraba con asombro y desdén y le espetaba algo así como “no sé por qué te pones tan nerviosa, si no nos estará viendo nadie, bueno tal vez mis padres, que todavía estarán cabreados porque no he ido a pasar el fin de año con ellos, y encima por hacer esto”.

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