Blog libre e independiente sobre televisión. Noticias, críticas y análisis de nuestra realidad catódica desde el criterio y la libertad.

2006/06/28

La batalla de las pantallas gigantes: Esperanza Aguirre Vs. Cuatro

Es patético cuando la política de trazo más grueso y oportunista se adentra, como elefante en una cacharrería, en el mundo de las ilusiones de los ciudadanos, queriendo sacar réditos políticos y competir con el enemigo en todos los frentes donde sea posible. Ha vuelto a suceder estos días atrás, con el anuncio de que el Gobierno de la Comunidad de Madrid iba a instalar una pantalla gigante en la Puerta del Sol, para que aquéllos que quisieran pudiesen disfrutar de la selección española en su partido de octavos contra Francia. Hasta aquí podría parecer natural esta actuación, un servicio más del Gobierno a los ciudadanos; pero nada más lejos de la realidad. Detrás se escondía un movimiento táctico-político bastante lamentable y chapucero.

No volveré a entrar en cómo La Sexta se hizo con los derechos de retransmisión del mundial y cómo tuvo que compartir los partidos de España con Cuatro. Ya lo hice en un artículo anterior. Quien haya seguido este blog o me conozca también sabrá que nunca he sido precisamente un adicto al régimen polanquista y su imperio mediático. Pero en esta ocasión Cuatro, tras pedir los oportunos permisos al Ayuntamiento de Madrid, tuvo la brillante idea de situar un set de televisión abierto al público, en la emblemática Plaza de Colon, y tras ilusionar a una afición desencantada desde hace años con la selección, consiguió arrastrarla hacia ese punto de encuentro, consiguiendo que los tres partidos de la fase previa de este mundial fuesen una fiesta repleta de felicidad, alegría y diversión para la gente (sobre todo chavalería) que se desplazaba hacia la plaza para compartir con otros como ellos la ilusión por nuestra selección.

No debiera haber ningún problema en felicitar a Cuatro por esta idea y alabar sus buenos reflejos por haber alcanzado este éxito social, que por supuesto promocionaba, tanto en la retransmisión de los partidos, como en el resto de su programación, atribuyéndose (no sin cierta razón) que habían conseguido que por fin en España, y concretamente en Madrid, hubiera un enclave donde celebrar las victorias de la selección. Algo que hasta ahora no existía. En este punto, tras finalizar la fase previa, es donde aparece el gobierno de Aguirre para anunciar a bombo y platillo que colocaría una gran pantalla en la Puerta del Sol para disfrutar del partido contra Francia, recalcando, por si no quedaba clara su intención, que se vería a través de La Sexta (en este caso, el enemigo menos malo para el PP). De esta manera obviaba sin pudor el hecho de que la ciudad de Madrid ya había encontrado un punto de encuentro en otro sitio, al que se había acudido espontáneamente, y seguro que sin pensar en cadenas, grupos o luchas. A pesar de que hubiera sido Cuatro la impulsora. ¿Por qué ahora se le ocurría al gobierno de Aguirre dar este servicio a los ciudadanos? ¿Alguien recuerda que lo hiciera en anteriores eventos?¿ Por qué no en la Eurocopa de Portugal de hace dos años?... Pues no se hizo porque no importaba, no interesaba, pero ahora, tras el éxito de la Plaza de Colón gestionado por el enemigo, estaba claro que había que hacer algo para pinchar ese globo, porque en Madrid nada de lo que suceda debe escapar de la órbita del Partido Popular.

Así fue. De repente asistimos al impresionante despliegue publicitario que desde el Gobierno de la Comunidad se hace para promocionar su enclave frente al del adversario, que no se nombra explícitamente, pero está muy presente implícitamente. De nuevo una ilusión se politiza. Otra vez enfrentados incluso en la ilusión. Para esto nos están sirviendo los políticos de todos los colores, para que nos olvidemos de los que nos une y sólo nos fijemos, con asco, en nuestras diferencias. Y qué decir del papel de Telemadrid, en este caso de mamporrero de La Sexta y sujeta siempre a los intereses políticos. De manera babosa promocionó durante dos días, e incluso en el telediario de la noche, pocos minutos antes del comienzo del encuentro, la colocación de la pantalla gigante de Sol, animando a todos los madrileños a acudir allí, y posicionándose entre las dos televisiones privadas para cumplir las órdenes de sus dueños.

Y al final... Eso es lo bueno de nuestra selección, que se carga ella solita todos estos movimientos tácticos para apropiarse se sus posibles éxitos. Fracasando una vez más (y van...) desactiva los juegos de poder que comenzaban a revolotear sobre ella, destroza las agresivas tácticas publicitarias de La Sexta y Cuatro (por cierto, responsables en gran medida, de la excesiva y desorbitada ilusión que había generado España. Vaya ejercicio de hipnosis colectiva televisiva-promocional a la que hemos estado sometidos) y deja la batalla de las pantallas gigantes en una anécdota más del clima de ponzoña que vive Madrid, y por extensión toda España. En fracasar al fútbol no nos gana nadie.

Lo que tienen que hacer es dejar la pantalla allí colgada, en Sol, para que podamos ir a ver el apasionante Italia-Ucrania . Pero eso sí, que los gastos derivados de estas chorradas y estas luchas vayan a cargo del bolsillo de la propia Aguirre y de su equipo de gobierno.

2006/06/23

Un concierto lamentable

Víctor Muñoz

Recientemente ha sido el 40 aniversario de la Cadena 40 Principales, la cual lo ha festejado con un macroconcierto con alguno de los artistas y grupos musicales que han conseguido ser números uno en su famosa lista de éxitos.

La verdad es que la organización de concierto fue, por lo menos lo que se pudo ver desde la pantalla del televisor, espectacular, desde el elenco de invitados hasta la agilidad del mismo, con más de ocho horas de música en directo.

Mi crítica, porque siempre tiene que haber una, no va dirigida ni a la idea de reunir a estos grandísimos artistas, ni como ya he comentado, a la organización del evento, sino más bien a los protagonistas de los mismos: los grupos y cantantes, que salvo contadas excepciones no supieron dar la talla. Yo no se si fue problema de acústica, la rotación constante de artistas o que los años no perdonan, pero yo no recuerdo una ristra de desentonaciones más grande en mi vida. Pasando por Teo Cardalda (a María no se le escuchó, pero parece que por los gestos de sus labios también cantaba), Radio Futura, un tal Iván No Sé Que, hasta Juanes y Ana Torroja. En fin, quedé tan sorprendido que pienso que algún problema en la acústica provocó que estos profesionales de la música no pudiesen cumplir con las expectativas y la exigencia que requería el evento, pero sinceramente me caben dudas porque los que nunca fallan tampoco fallaron en esta ocasión, e independientemente de gustos musicales, realizaron bien su trabajo y los mejores cantantes resaltaron, tales como Amaral, Alex Ubago, Tam Tam Go!, Manolo García, Shakira, Alejandro Sanz, Miguel Bosé y el rey de reyes: Miguel Ríos, que sigue demostrando que ser técnicamente sino el mejor, uno de los mejores cantantes de este país.

Quiero insistir que mi crítica no va dirigida a estilos musicales ni a canciones en concreto, sino a que técnicamente hubo muchos artistas que me defraudaron muchísimo y la verdad es que el evento merecía una mayor preparación por parte de dichos artistas. Esperemos que para la próxima vez si no se ven en condiciones de subir a un escenario, no lo hagan se lo pida quien se lo pida.

2006/06/21

A la publicidad le toca la china

Me extraña que aún no haya trascendido públicamente ninguna crítica a la nueva campaña publicitaria de Línea Directa Aseguradora. En ella, se personifica a una china (piedra), aprovechando la frase hecha de “que te toque la china”, como símbolo de la mala suerte. Una piedra convertida en persona se queja de su infortunio, de su eterna desventura como objeto, haciendo pucheros y morisquetas. El ajo del asunto es que la china-piedra está personalizada en una mujer de rasgos asiáticos. Se trata, objetivamente, de una campaña con connotaciones racistas, muy apropiada para todas las asociaciones de televidentes que se han especializado en rebuscar en las tripas de la televisión todo aquello que resulta mínimamente censurable y que han hecho del rasgado público de vestiduras todo un ejercicio profesional.

No hay semana en que la asociación defensora de turno no salte a la palestra para criticar el sexismo de tal anuncio de colonia, o la violencia de tal otro anuncio de videojuegos. La última que recuerdo era de una asociación defensora de las personas con problemas de enanismo, que cargaron contra un anuncio de Amena. El silencio en torno al nuevo anuncio de Línea Directa Aseguradora me resulta inquietante. Si hay una comunidad que haya proliferado en nuestro país, ésa ha sido, sin duda, la asiática. Se cuentan por miles los ciudadanos orientales que han conseguido integrarse, silenciosa y discretamente, en la sociedad española, a través, fundamentalmente, de pequeños negocios del sector terciario. Su contribución a la economía nacional, aunque no esté cuantificada, resulta, a buen seguro, cada vez más significativa. Las críticas a los anuncios por la supuesta vejación que supone para la dignidad humana de diversos colectivos me parecen, sencillamente, estúpidas, y más tratándose de un medio como el publicitario, sin duda el más necesitado de creatividad de todos los que conforman el panorama audiovisual (si se tuvieran en cuenta a todos los colectivos, organismos e instituciones existentes en la sociedad civil, la publicidad, sencillamente, sería algo imposible). Pero aun así, me resulta extraño que aún no haya saltado ninguna asociación defensora de las buenas formas para criticar la utilización racista de la comunidad asiática. Tengo un profundo respeto por las personas con problemas de enanismo, pero comparando a este colectivo con el de los orientales, ¿no es cierto que la diferencia numérica resulta apabullante? Ahora que concluyo este post me asalta una gran duda: quizá estoy metiendo la pata, al dar una idea a alguna asociación aburrida. Ya se sabe que el verano deja mucho tiempo libre para pensar en tonterías.

2006/06/15

La nada catódica

La televisión a ratos, pasa de ser un lugar donde acudir en busca de entretenimiento o información, a ser un pudridero vital para personas momentáneamente incapaces de dirigir sus vidas y sus pulsiones hacia otros empeños objetivamente más interesantes y atractivos. Los motivos pueden ser diversos: una larga enfermedad, la falta de expectativas inmediatas, el agobio ante inminentes pruebas que no se confía superar, las depresiones, una tarde de hastío... En relación a cada uno de ellos he conocido a gente que me cuenta cómo ha podido pasar horas y horas delante del cacharro catódico en una sorprendente espiral de autodestrucción emocional, que los transforma en una especie de amebas humanas, con un alto grado de tartamudez intelectual. La nada catódica es entonces capaz de destruir la autoestima, y desencadenar diversos procesos de involución personal y estancamiento.

Por supuesto en estos casos la televisión no es el problema primario, sino más bien el síntoma de problemas más importantes, pero como droga visual que se conecta a la orden de un impulso manual, es adictiva y repulsivamente atractiva para aquéllos que se quieren alejar momentáneamente de su realidad y los compromisos que con ella tienen adquiridos. Las consecuencias de estos atracones no tienen por qué ser permanentes pero sí son el reflejo de situaciones personales confusas.

Nada que ver estos casos con los de los yonquis asentados que cada día de manera habitual consumen cuatro o cinco horas de basura televisiva, sin ningún tipo de sensación de que podrían estar haciendo algo mejor. No, ellos ya no sienten nunca esa sensación de asco y desagrado ante uno mismo que yo mismo he sentido y que me han descrito otros cuando por algún motivo terminas un día dejándote caer sobre un sofá y conectando el televisor sin ningún fin, salvo alejarte de tus obligaciones reales, tragándote así mierda que no te interesa lo más mínimo y sintiéndote a medida que transcurre el tiempo más y más vacío, sin casi notarlo.

La televisión en este contexto, consigue un borrado perfecto de la sensación de paso del tiempo, hasta que algún impulso, generalmente externo a la ameba, consigue hacerla salir del sopor y traerla al mundo real, recordándole que la televisión, así utilizada, se comporta y se siente como droga, y por lo tanto como ella, no aporta ninguna solución o consuelo ante los problemas, ni siquiera aporta un subidón, y termina dejando tan sólo sensaciones de desazón y tristeza.

2006/06/13

"Amo a Laura" Vs. el "Opá": está en juego la Canción del Verano

Dos canciones pugnan por hacerse con el dudoso trofeo de la Canción del Verano de este año: por un lado, el soniquete baturro de El Koala; por otro, la mojigata “Amo a Laura”. Están hasta en la sopa, y resulta imposible huir de ellas; incluso apagando la tele, las canciones se cuelan por cualquier resquicio (radio, conversaciones en el bar, automóviles con hipertrofia sonora), haciendo completamente impracticable la disidencia. Aunque vistas inicialmente las dos resultan bastante simples y elementales, a poco que se escarbe las diferencias tanto musicales como contextuales entre las dos son abismales. En esta comparación, el “Opá” sale bastante escardado, ya que su propuesta, más allá de la gracieta soez, está a años luz de la del conjunto de pulcros muchachos célibes. Es la primera vez que recuerdo en que una canción del verano apela a la inteligencia.

“Amo a Laura” resulta elogiosa por varias razones. La primera, por su valor como instrumento publicitario. Durante varias semanas, la canción generó confusión e incertidumbre, ya que nadie sabía muy bien de qué iba el rollo; si aquellos angelicales muchachos, versión casta de “Parchís” –lo que ya es ser casto-, alababan en serio las virtudes de la virginidad, o por el contrario se trataba de un mensaje irónico. Gracias a esta indefinición, la canción se coló en todo tipo de espacios televisivos: desde magazines de noche hasta informativos, pasando, por supuesto, por toda la ristra de programas de zapping. Finalmente, supimos que se trataba de una pieza promocional de la MTV, con la que el canal de música promocionaba subversivamente su producto. Una subversión fundamentada en la ironía, la segunda razón que merece elogios en esta canción, y que está reforzada por un impecable vídeo en el que jóvenes arios vestidos de domingo gesticulan sonrientes, como arrancados de una estampa californiana de los 50. Los jóvenes bendicen la castidad, prometen esperar al matrimonio, y ya no hay más: es un producto que haría las delicias de los estructuralistas y los deconstructivistas, ya que deja en manos del espectador la capacidad de dar sentido a la pieza. En este sentido, resulta una canción tan válida para un promiscuo humorado como para una beata. Y la última razón que sostiene el elogio es la puramente musical. No hay duda de que detrás de la canción hay un equipo de compositores de talento. En algunos momentos, la melodía, con una fuerte presencia de coros, recuerda a las composiciones de Brian Wilson. De hecho, la canción es muy “Beach Boys”; cantada en inglés, no rechinaría en ninguno de los discos más mediocres de los californianos.

Frente a ella, el “Opá yo viasé un corrá” suena como un entretenimiento gamberro, una broma perpetrada por alguien con poco talento y obsesionado con “el pelotazo”. Defiende una estética “cutre”, chapucera, sostenida sobre un acento andaluz que recoge la herencia de grupos como “No me pises que llevo chanclas” o, más recientemente, los “Mojinos Escozíos”. Sin embargo, no hay más que ver el vídeo para darse cuenta de que esta supuesta “cutrez” es sólo una estratagema de la mercadotecnia, de igual modo que la supuesta extracción rural del “artista”. Ya quisieran muchos de los vídeos musicales que se producen en este país tener la factura y el presupuesto del engendro del Koala.

Resumiendo, a mi juicio, el “Amo a Laura” gana por goleada. Sin embargo, la “masa” manda, y cuando se trata de la turba lo básico siempre triunfa: el trofeo estival será para el Koala. No obstante, la cosa se le puede poner difícil a última hora: ya circula por Internet una nueva letra para la canción de la MTV, que se titula “Peto a Laura”, de una ordinariez reconcentrada. Y eso, claro, sin contar con un posible regreso de Georgie Dann. La canción del verano es imprevisible.

2006/06/04

El fútbol, siempre el fútbol

Está siendo muy divertido y entretenido asistir a las diatribas, discusiones, pullas y acusaciones que se están produciendo entre las cadenas privadas generalistas de nuestro país como consecuencia de la adquisición de los derechos de retransmisión del Mundial de Fútbol de Alemania.

Repasemos la historia desde el principio. Los famosos derechos televisivos estaban en manos de Telefónica, que teóricamente debía venderlos al mejor postor, siempre que éste cumpliera la normativa FIFA y las leyes españolas sobre los eventos de interés general. Después de muchísimos días de rumores, noticias contradictorias y confusiones varias, el Mundial lo compró La Sexta. La nueva cadena defendió que pagaba el alto precio que pagó por eso derechos (que dejó fuera de juego a TVE y las otras privadas) por la importancia que tenía este evento para su implantación en un mercado un tanto saturado. Con esta compra y su correspondiente explicación podría haber acabado todo. La Sexta habría hecho la mejor oferta y ya está. El famoso mercado habría decidido. Pero quien pensara eso es que no conoce cómo está montado el chiringuito de los medios de comunicación de nuestro país.

Era imposible. Los rumores de que la compra había sido pactada entre La Sexta y PRISA se hicieron ensordecedores. Las leyes de la competencia parecían impedir que los medios de Polanco se hicieran inicialmente con el Mundial en abierto y también para la televisión de pago. Por otro lado, ante los primeros ataques malintencionados de T5 y A3, apelando a que la nueva cadena no garantizaba la emisión del Mundial en todo el territorio nacional, La Sexta prometía y prometía que su cobertura llegaría al 80% de la población a tiempo. Sin entrar en que lo haya o no conseguido, lo que si conocemos es que la gente ha pasado bastante de antenizarse, a pesar de las insistentes campañas, por lo que la realidad era que los partidos de interés general, garantizados por ley (los de España, vamos), corrían el peligro de no ser vistos por una amplia mayoría de españoles. De nuevo, los rumores... La Sexta ha aguantado lo máximo posible, intentando ocultar lo que todos sabíamos, buscando la máxima implantación posible, mientras el Gobierno ya advertía que intervendría en el caso de que fuera necesario. La Sexta fue cediendo, por tramos (¿Pactados? ¿Negociados?). Primero cedió la mitad del Mundial a Digital Plus (previo generoso pago). Y tras esa primera medida, vendría la más controvertida. Tras unos días de indefinición y dudas, con todos los gallos del corral mediático lanzándose dardos envenenados, se descubrió quién sería la otra cadena que emitiría también esos partidos relevantes en abierto, garantizando así el cumplimiento de la ley de interés general (la que se inventó Álvarez Cascos hace unos ocho o nueve años). Cuatro lo conseguía... ¿Alguien lo dudaba?

Por lo tanto, resumiendo, La Sexta compra los derechos. T5 y A3 sospechan que tras esa compra hay un acuerdo oculto con PRISA, se quejan amargamente y amenazan con querellas en el caso de descubrirse el pastel. Tras conocerse que La Sexta tendrá que compartir los derechos de los partidos de la selección (y algunos otros), T5 y A3 sacan la nota de prensa más surrealista conocida en la historia de los medios, en la que se ofrecen a retransmitir esos partidos por el bien de los españoles. Impresiona su acto de bondad y solidaridad. ¡Qué generosos! ¡Cuánto desprendimiento! ¿Alguna oferta a La Sexta por esos derechos? Ninguna conocida. Tras conocerse que La Sexta vende a Cuatro esos derechos T5 y A3 gritan consternados, y se indignan ante la jugada de Polanco. Pobrecitos. Más les hubiera valido que no hubieran aceptado sin más la aberración intervencionista que supuso que el Gobierno regalara a Polanco la concesión de un canal en abierto porque sí, porque era para él, manipulando y engañando a la población, en una de las operaciones más miserables del Gobierno Zapatero. Hablo por supuesto, del regalito de Cuatro (Canal Plus en abierto... ¡Ja!). ¿Por qué se callaron? Pues por la promesa del Gobierno de limitar la publicidad en TVE, cambiando el modelo de la televisión pública. Es decir, se callaron cuando vieron que podrían llevarse más tajada del pastel publicitario. Compraron su silencio. Ahora les toca aguantar. Se lo merecen. No ofrecen la menor credibilidad. Y mientras La Sexta, que parece que no se estaba enterando de con quién se estaba jugando los cuartos, comienza a darse cuenta de que la maquinaria publicitaria de PRISA se ha puesto en marcha y vende a sus muchos usuarios que el Mundial se verá entero en Digital Plus y los partidos importantes, incluidos los de España, en abierto, en Cuatro. Ni mención a la oferta de La Sexta ( que emite treintaytantos partidos gratis en directo y los demás en diferido). Las medias verdades arrasan sobre los ciudadanos pocos informados. PRISA quiere que los suyos ni se enteren de las otras posibilidades. Publicidad fraudulenta.

Y aquí estamos, a cuatros días del mundial: La Sexta promete 24 horas de fútbol al día, y Cuatro algo parecido, con todas sus estrellas radiofónicas y televisivas volcadas en un esfuerzo sin precedentes... ¿Alguien recuerda las promesas y las intenciones de sus inicios? ¿Alguien recuerda sus discursos grandilocuentes los días de sus presentaciones? Sólo con recordar entra la risa floja... Cuatro prometía una televisión distinta, reflexiva, centrada en la información, dirigida a un público con inquietudes... La Sexta nacía como una alternativa joven, dirigida a un público urbanita, basada en el entretenimiento inteligente, queriéndose desmarcar de las otras privadas y públicas más antiguas, mas familiares, más casposas. Pero al final... El fútbol, siempre el fútbol... Todo por la pasta.

Para terminar transcribo una reflexión que escuché en un informativo de la COPE y que me pareció bastante definitoria de la situción que hemos vivido. Parafraseando un famoso axioma que dijo el exjugador de fútbol Gary Lineker ( “el fútbol es un deporte en el que juegan once contra once y donde siempre gana Alemania") decían: “La televisión es un negocio en el que compiten las públicas contra las privadas y donde al final siempre gana Polanco”.

2006/06/01

Muere Rocío Jurado, nace un monstruo

Hace tiempo que la televisión dio por superada aquella máxima del rock que aconsejaba vivir rápido, morir joven y dejar un bonito cadáver. La máxima de la televisión de ahora podría ser algo así como muérete para volver a la vida. Un fenómeno inaudito de nuestra televisión es que garantiza la resurrección de los fallecidos, de manera que, a partir de que mueren, es cuando inician una verdadera vida de plenitud catódica. Si la muerte, como han demostrado los grandes ídolos juveniles del rock o el cine (Lennon, Hendrix, Joplin, Morrison o Cobain en música; Marilyn, James Dean o Montgomery Clift en cine), se ha afianzado como un negocio muy rentable, en el caso de nuestra televisión la muerte constituye una fórmula infalible de acceso al lucro ilimitado. En plena efervescencia de los homenajes y reconocimientos póstumos a la figura de Rocío Jurado, resulta muy duro comprobar cómo, en realidad, a los medios les interesa la muerte, ya que un talento muerto siempre resulta más rentable y lucrativo que un talento vivo.

En esta sociedad aconfesional pero de tradición cultural cristiana, la muerte ha dejado de ser algo respetable. El “Requiescat In Pacem” de la liturgia fúnebre católica ha sucumbido definitivamente a favor de un olfato profanador siempre predispuesto al desenterramiento de tumbas, cuanto más respetables e intachables mejor. Si Encarna Sánchez fue conocida en vida, ahora lo es mucho más, gracias a la ponzoña que la prensa rosa, con el apoyo de personajillos de diversa calaña, ha ido arrojando sobre su tumba, hasta convertirla en alguien que está siempre presente en nuestras sobremesas o nuestras cenas, y a quien resulta difícil imaginar en el cementerio devorada por las larvas. Lola Flores está más viva ahora que hace veinte años, aunque su vida se ha vuelto despiadadamente miserable; sin que ella pueda ya defenderse, y sin que su familia encuentre fuerzas para hacerlo, sabemos que fue una adúltera, que no tenía escrúpulos, que llevaba una vida secreta. No hay folclórica que se precie en este país a la que no le hayan desenterrado un presunto adulterio, un robo o un gesto despiadado. La recientemente fallecida Rocío Dúrcal tampoco ha escapado a esta resurrección, de manera que ahora conocemos todos los detalles de sus dimes y diretes con el tal Juan Gabriel. Por no decir de escritores como Camilo José Cela, o de artistas como Antonio Gades... Todos forman parte de este panteón vivo en que se ha convertido nuestra televisión, y en el que el único denominador común es la malicia: como los vampiros que resurgen de los muertos, todos los redivivos se caracterizan porque ahora son peores que lo fueron cuando vivieron. Su vida antigua, soportada sobre el talento, la creatividad o el genio, se ha transformado en una vida nueva apuntalada sobre el dolor que causaron a sus allegados, por su cicatería, por su envidia, por su odio... No hay nada bueno que decir de ellos ahora. Lo que corrobora una de las máximas del periodismo: una mala noticia siempre es mejor noticia que una buena noticia. Rocío Jurado será eterna para muchos, revivirá en la memoria como una artista de talento, pero la televisión acaba de propiciar su renacimiento artificial. Los que la añoran y la quieren bien deberían quedarse con el recuerdo de lo que fue. La que acaba de nacer es simplemente un monstruo.