Blog libre e independiente sobre televisión. Noticias, críticas y análisis de nuestra realidad catódica desde el criterio y la libertad.

2006/03/29

Andalucía te quiere mal


Leporino García

Ahora que el Partido Andalucista, para no ser menos, pretende forzar la incorporación del término nación al nuevo texto del Estatuto andaluz (está claro que la idiotez no tiene fronteras), resulta lastimoso asistir a un espectáculo como el que se vio en TVE1 el pasado sábado por la noche, y que pretendía ser “la puesta de largo” de la nueva imagen de la marca turística de Andalucía. Lo que se oyó y vio durante esa gala, que pretendía ser un compendio de los valores más exportables y universales de la “nación andaluza”, es para echarse decididamente a llorar. Se ofreció una imagen pobre, distorsionada y totalmente aferrada al tópico de una Andalucía que, según Chaves, cabalga a lomos de la “Segunda Modernización”, pero que en realidad parece avanzar arrastrada por una borrica con mataduras. “Andalucía te quiere” era el eslogan de la nueva identidad y también de la gala. Uno no puede más que decir que para quererte así de mal, mejor que no te quieran.

Lo más triste no es la imagen que se ofreció de Andalucía; lo realmente miserable y que mueve a la rabia es la cantidad de dinero que una gala como esa ha costado a la Administración autonómica, no sólo por el caché –económico, claro está- de los artistas sino por la propia contratación del espacio en TVE1, en horario de prime time y acompañado de toda la artillería promocional de la cadena.

El plantel de los invitados mueve al desquiciamiento, comenzando por el propio presentador, el mismísimo Bertín Osborne, la cristalización más lograda de la Andalucía cortijera, y continuando por un completo elenco de andaluces de postal de verbena, con la Pantoja en la punta de lanza, perfectamente secundada por engendros del histrionismo ibérico como Azúcar Moreno, Las Ketchup o el andrógino Falete. A esta vis folclórica se sumó la contribución de otros artistas de perfil más artístico como Estrella Morente, Huecco o María Pagés, que compuso una imposible y ridícula performance en torno al Imagine de Lennon (decididamente, hay cosas que no están para el flamenco). Para rizar más el rizo, de vez en cuando aparecían en pantalla algunos prescriptores que, a modo de Mago de Oz, vendían a la audiencia las excelencias de Andalucía. Como en un cajón desastre, mezclaron a Bisbal con gente como Curro Romero, José Saramago (con cara de estar pensando: “¿y qué hago yo aquí?”), Vitorio y Luchino o hasta el mismísimo Manuel Chaves, visiblemente henchido por la oportunidad de dirigirse durante un minuto y medio –ni un segundo más ni menos; los conté- a toda la audiencia, como el mismísimo Rey de España en la cena de Navidad. En todo este despropósito, y para más inri, habían sido invitados a la gala algunos Artistas Internacionales (así, con mayúsculas), cuya inclusión en el programa resultaba totalmente extemporánea, por más que los productores pretendieran emplear el “calzador” de acompañar las actuaciones con imágenes diversas de Andalucía. Situándonos en el target de la gala –perdonen la horterada-, uno no acierta a imaginar de qué forma pueden contribuir Paul Carrack o Shakira bañados en imágenes de la Alambra o de langostinos sanluqueños a “vender” Andalucía. Porque esa es otra: se supone que nuestro producto turístico tiene una clara vocación internacional, y para venderlo empleamos un formato dirigido a marujas de mesa camilla. Como andaluz, no puedo sentir más que bochorno por el triste espectáculo ofrecido por nuestros estrategas de la promoción. Sólo les agradecí un gesto: haber prescindido –por una vez, y sin que sirva de precedente- de Los del Río. El “Macarena” ya hubiera parecido choteo.

2006/03/28

Periodistas...


Miguel Iríbar

Ser periodista es muy pesado. Es lo que uno piensa cuando recibe tantas y tantas noticias iguales e igualmente aburridas a cualquier hora del día. ¿Alto el fuego de ETA? Uno imagina a decenas de redactores, a becarios, a jefes de sección, visionando rápidamente miles de cintas para editar en media hora los contenidos que habitualmente se liquidan en media jornada. En cualquier avance informativo de cualquier cadena, en cualquier programa que trate la actualidad, todo da la vuelta para caer en lo más obvio posible; los tertulianos, que tenían preparadas sus manidas reflexiones sobre el Estatut, escupen ahora sus improvisadas teorías acerca del fin de la violencia. ¿Ha muerto Rocío Dúrcal? ¿Está mejor Rocío Jurado? Tiremos de archivo, saquemos el tarro de las frases hechas… “Amiga de sus amigos”, “una persona querida y respetada”, “una gran trabajadora”… Da igual que muera Jesús Gil, el proceso y las frases van a ser casi idénticas, los redactores tienen que llenar espacios, los tertulianos cobran por hablar de lo que sea, la actualidad manda, la publicidad paga y el espectador, por lo general, se aburre. Esto no va con él, que no se meta demasiado en estos terrenos, que no aspire a ser algo más que un número, por favor, bastantes problemas tenemos ya. Mañana nos comeremos un cruasán viendo las audiencias y veremos si lo hemos hecho bien. Cada programa a su estilo. ¿Decíamos Rocío Dúrcal? Bondad absoluta en la Primera, repaso profesional en La 2, resumen de vida amorosa y posibles adicciones en el Tomate, comentario sobre sus escenas lésbicas con Barbara Rey en algún nocturno, y un triste sacapelas contestando a repugnantes preguntas en Salsa Rosa para amenizar el fin de semana.

Ser periodista es una lata. Casi ningún profesional encargado de estas labores se siente a gusto, todos piensan en dejarlo y montar un videoclub, una escuela de buceo en un lugar de playa, o dedicarse a cualquier cosa que les deje tiempo libre; todo con tal de no seguir contando historias que ya no le interesan, de no seguir sintiendo la futilidad de su esfuerzo diario. Los programas están hechos por jóvenes desengañados y jefes dominados por empresarios maleados. El dinero manda, el espectador se duerme, el periodista paga la hipoteca de la casa que no habita con la mujer que ya no ve. Eso jode. Y se nota.

2006/03/27

Analfabetos científicos

La gente de la cultura siempre mantiene un discurso indignado e insatisfecho que defiende que la televisión no debe servir sólo para entretener sino también para formar y educar. Si exceptuamos los casos manifiestos de aquéllos que dicen ese tipo de cosas sólo para sentirse bien consigo mismo, enfrentándose así a telesatán, habría que dar la razón a esos otros que advierten que un medio como la televisión, se infrautiliza usándolo tan sólo como mero entretenimiento de masas (con las consecuencias alienantes que ello conlleva), cuando por sus características, su función educadora y divulgativa podría ser infinita. Estando de acuerdo en que es lastimosa la ausencia de programas de cultura que ayuden a pensar y a informar sobre temas que no sean sólo política local o asuntos intrascendentes, hay que reconocer que al menos tradicionalmente siempre ha habido en la parrilla algunos programas relacionados con el mundo de las letras (recordar el programa del inclasificable Sánchez Dragó o el de Javier Rioyo). El mundo de las artes, el cine, el teatro y literatura siempre ha sabido encontrar su hueco, pequeño pero prestigioso, dentro de la televisión (casi siempre en las públicas, no nos engañemos) pero...¿Y la ciencia?

Exceptuando el famoso programa de Punset (famoso por su presentador sobre todo, personaje fácilmente parodiable y por tanto reconocible) que se emite siempre a horas intempestivas, no se encuentra nada que se acerque a la idea que muchos científicos tienen de lo que debiera ser un programa ameno de divulgación científica. Los motivos de esta ausencia son varios y variados pero intentaré apuntar algunos de ellos. La sociedad española tradicionalmente (y generalizando) ha dado siempre mayor preponderancia pública a la gente de letras que a la de ciencias. Esta realidad se manifiesta claramente en cómo se adquiere en ella el título persona culta. Desgraciadamente es muy curioso observar cómo se admira y se respeta a personas muy cultivadas en letras que no sólo desprecian e ignoran unos mínimos conocimientos científicos, sino que de manera perversa parecen jactarse de ello, como si fuera un mérito, una muesca en su revólver, un tanto a apuntar en su lista de méritos contraídos para ser una persona culta. Leer a Ortega o citar a Sartre parece siempre más importante que saber cuáles fueron los trabajos de Ramón y Cajal o cuál fue la hipótesis de Plank. Conocer los fundamentos del existencialismo o hablar de las vanguardias del siglo XX siempre será más elegante y social que conocer la teoría de Maxwell sobre la naturaleza de la luz o los trabajos de Einstein. Leer a Borges o Cortázar por tanto, mejor que intentar comprender por qué vemos el cielo de color azul. El problema es que todo lo anterior, las letras, las artes y las ciencias, todo, significan grandes logros de la humanidad, reflejos de la capacidad humana para crear, comprenderse a sí mismo, comprender los que nos rodea, hacerse preguntas y tratar de responderlas, y esas personas que antes señalé y que debieran ser luces de guía para la sociedad, ejemplos culturales, terminan alardeando de desconocer por completo el extraordinario mundo de las matemáticas (¿alguien se para a pensar alguna vez en la extraordinaria creación que supone el desarrollo de ese lenguaje?) mientras muestran, por supuesto, el mayor desdén hacia la falta de formación de las nuevas generaciones en latín o griego. Profundizando en la idea, igual no es que la sociedad se refleja en ellos, sino que tristemente ellos son un reflejo de la sociedad. Y no ayudan a transformarla.

El año pasado se celebró tumultuosamente el aniversario de El Quijote de Cervantes por su incuestionable contribución cultural. Programas de televisión, spots publicitarios, personajes relevantes leyendo fragmentos de la obra en público...También se celebró otro aniversario, el centenario de la publicación de la teoría de la relatividad de Einstein...¿Se imaginan a algunos de nuestros políticos o personajes de la cultura (a los que se les caía la baba, mientras leían la espléndida obra de Cervantes) leyendo textos explicativos de la teoría de Einstein y de su importancia, no sólo en el estricto campo de la ciencia, sino como proeza de la inteligencia humana y como aportación cultural?

La divulgación científica (no sólo a través de la televisión) es absolutamente necesaria para la educación global, pero para conseguir que fuera útil sería muy importante que, igual que socialmente tenemos muy claro cuáles son los mínimos conocimientos y actitudes de aprendizaje hacia las letras que se deben adquirir, tuviéramos igual de claro los mínimos exigibles en el campo de la ciencias, dándole así la importancia que tiene. Tal vez debiéramos empezar por poder decir sin pudor, que estos pretendidos personajes cultos de relevancia social que no saben nada del mundo de las ciencias son, sin lugar a dudas, unos analfabetos. Analfabetos científicos, en todo caso, podría intentar apuntar alguno para atenuar y difuminar la fuerza y la ofensa de esta palabra. No, analfabetos, sin más. Unos incultos. Para aclararlo adjunto una de las definiciones de la palabra cultura extraída del DRAE:

Conjunto de conocimientos que permite a alguien desarrollar su juicio crítico.

A ver si alguien es capaz de explicarme el mundo en el que vivimos, como nos hemos desarrollado y nuestros posibles futuros sin tener al menos una base científica firme donde apoyarse.

Ps: Miles de científicos trabajan en España sin contrato, con míseras becas y sin cotizar a la Seguridad Social. Ningún gobierno ha terminado nunca con esta situación de clara explotación y utilización miserable de las ilusiones de muchos jóvenes, brillantes la mayoría de ellos, que tras años de formación en este país terminan por abandonar desilusionados sus carreras científicas o por marchar al extranjero en pos de las mínimas y exigibles condiciones laborales que disfrutan el resto de los trabajadores del Estado. En estos momentos, miles de ellos a los que se prometió seguridad y estabilidad con el programa de contratos Ramón y Cajal (ironías) pueden quedarse en la calle tras muchos años de rendir al máximo nivel y sin encontrar acomodo laboral acorde con sus brillantísimos currículums. A nadie parece importarle.

En España alguien dice que es doctor y no se duda...se le pregunta: ¿y en qué hospital trabajas?

Qué pena.

2006/03/23

Muda de piel


Miguel Iríbar

Llamamos muda de piel al proceso por el cual la serpiente cambia de camisa, desprendiéndose de una capa rica en queratina que la cubre. A diferencia de otros saurios, que cambian su camisa a jirones, la serpiente lo suele hacer de un solo golpe, dejando atrás su hábito como si diésemos la vuelta a un calcetín.

Urdaci va a hacer monólogos. Sí, cómicos. Sí, ha leído bien; seguramente lo escuchó o lo leyó hace algunas semanas, pero su cabeza pensó que era una estupidez pasajera. Alfredo Urdaci va a salir en La Sexta de Emilio Aragón, recitando líneas de Stand-up en el programa de Flo. Gran idea esta de la subversión del mito y el personaje; cuanto más siniestro o inesperado, más risas provocará. Cuantas más bromas sobre pronunciación de siglas absurdas haga el ex-informador, más cariño encontrará en el público.

En el futuro, siguiendo este ejemplo, sería estupendo ver a Tejero jugando con rifles en el programa de Ana Rosa, diciendo al respetable: ¡TODO EL MUNDO AL SUELO! Diversión garantizada.Y para el prime time nocturno, hagamos un especial para el programa “7 Días, 7 Noches”, con Rouco Varela en la Mansión Playboy repartiendo preservativos a tutiplén para que las conejitas no pillen mixomatosis.

Si los informativos ya no tenían credibilidad, para qué forzarla. Esto demuestra que Urdaci, como mucha gente “de la tele”, es “gente espectáculo”, vamos, que se gana la vida como puede, y si ya no funciono como periodista porque la gente se ríe de mí, pues ríamonos todos juntos, si al final esto es para divertirse. No es la primera gracia autoparódica que vemos en este hombre. Ya hizo unos chistecillos con un megáfono con las iniciales CC.OO., y se prestó a interpretar a un ficticio hermano gemelo, ideológicamente contrario, en una sección de Juan Carlos Ortega para “Channel nº 4”, o sea, que le está pillando el punto.

Siempre ha gustado ver a los presentadores de televisión haciendo el chorra, interpretando otros roles; recordemos el famoso “Telepasión”, esa fórmula que se repite casi cada año en TVE, de la que salieron algunos grandes momentos, como aquel dúo Jordi Estadella - Constantino Romero imitando a los Blues Brothers… la cosa funciona, claro está, pero en este caso, una vez más, se ha conseguido llegar al límite de la perplejidad.

Ante Urdaci contando chistes sólo podemos caer hipnotizados, asistir atónitos a la pirueta personal de un hombre que se inventó otra vida y otro personaje después de quemarse en las brasas de los medios politizados, si se me permite el pleonasmo. Riámonos. Es lo único que nos queda. Como diría Ingmar Bergman en aquella tasca de su juventud: “¡qué huevos tiene la serpiente!”.

2006/03/22

¿La promesa de una televisión diferente?

La llegada de La Sexta (el 27 de Marzo comienza sus emisiones) se espera en algunos foros con expectación, confundiendo un poco deseo y realidad, ya que no parece que haya que aspirar a ningún tipo de revolución televisiva inmediata por la irrupción de este nuevo canal. A la espera de que definitivamente obtengan los derechos de emisión del Mundial de Fútbol, la adquisición de dichos derechos sobre este evento significaría un cambio en la estrategia a seguir por los responsables de la cadena para su asentamiento en el medio. Como explicaba José Miguel Contreras, consejero delegado de la cadena, no tendría sentido emitir demasiadas series y programas de producción propia para desplazarlas y quemarlas debido a las emisiones de los partidos. De hecho, tras su llegada, la cadena centraría su programación de antes del verano en el fútbol, confiando en el tradicional seguimiento a este deporte en nuestro país y apoyándose en los magníficos horarios en los que se emitirían los partidos por el hecho de disputarse este año el Mundial en Alemania. Esto abre una vía muy interesante para la implantación de La Sexta en el mercado, pues así no tendría que quemar formatos y series con potencial ganador en unos inicios en los que, de manera realista, se esperan bajas audiencias. Escarmentados por las apuestas ganadoras que predijeron erróneamente una salida fulgurante de Cuatro (que aún arrastra ese lastre), la cúpula de La Sexta se muestra mas humilde y menos ambiciosa por el momento y entiende que con el Mundial, se darían a conocer con éxito al gran público y a los anunciantes.

La batalla de la televisión, por tanto, se aplazaría hasta la próxima temporada. Con Cuatro más asentada, ganando experiencia, audiencia y tranquilidad en su parrilla lentamente pero de forma segura y La Sexta ya plenamente aposentada y con gente detrás que lleva muchos años haciendo la televisión de éxito de este país, la lucha estaría servida y esperemos que por una vez, sean los telespectadores los que se aprovechen de esta competencia. Un detalle importante a valorar, es el hecho de que al igual que el canal de Prisa, el nuevo canal de las productoras y Televisa plantea un parrilla donde quedan excluidos los programas de cotilleos y el mundo rosa (sólo el programa de Patricia Conde tocaría inicialmente, y de manera lateral, desde el punto de vista del humor, ese terreno). Ésta es un gran noticia para un medio que necesita desesperadamente encontrar otras vías de entretenimiento que no se basen en la degradación de la dignidad humana y la invasión continuada de la intimidad. Además, se plantea la posibilidad de que aparezcan movimientos sinérgicos de todas las cadenas en ese sentido, debido a que es de esperar, con el tiempo (al menos un par de años), que las audiencias se fraccionen cada vez más ante el aumento de las diferentes ofertas y, como ya sucede por ejemplo en EEUU, se tengan que considerar programas de éxitos a los que ronden cuotas del 15%. Eso provocaría la posibilidad de diseñar programas concretos destinados a diferentes segmentos del público, lo que por otro lado diversificaría la publicidad, haciéndola más útil por el hecho de dirigirse más concretamente a aquéllos a los que están destinados los productos.

Si añadimos a lo anterior la previsible explosión de las cadenas locales, que crearía más competencia, sobre todo tras el apagón analógico en 2010, cuando obligatoriamente los hogares españoles se hayan adaptado a la TDT, podemos confiar que los programas basura tipo Aquí hay tomate o Salsa Rosa vean mermadas sus audiencias y dejen de ser rentables a los dueños de las cadenas. Incluso, siendo terriblemente optimistas, se podría esperar que éstos entendieran que al no ser ya tan rentables económicamente, este tipo de programas perjudican la imagen de la cadena más que el posible beneficio que obtendrían por su emisión. Así, por fin, se podría hacer realidad la posibilidad de una televisión que, sin necesidad de convertirse en el adalid de la cultura que sólo propugnan aquéllos que nunca la ven y tan sólo la desprecian, si pudiera evolucionar hacia una programación menos miserable, menos repetitiva y más entretenida y plural, enviando al infierno de los horarios invisibles y las cadenas minoritarias esos formatos basura que llevan ya demasiados años imponiéndose sin remisión.

2006/03/21

El camelo de la "Alonsomanía"

Durante este interminable fin de semana de visitas en casa –tener un hijo te convierte obligadamente en un animal social- he comprobado hasta qué punto amigos, familia y conocidos manejan con total soltura y suficiencia los intríngulis terminológicos de la Fórmula 1. Con tan sólo 6 años, el hijo de mi primo se conoce de Pe a Pa los nombres de todos los corredores, y habla del circuito de Malasia como si hablara del patio de su colegio. La “Alonsomanía” se ha instaurado en nuestra vida cotidiana con la contundencia de un tótem, y la gente habla de repostaje, de boxes y de neumáticos con la verborrea propia de mecánicos ilustrados. Mediante una estrategia de promoción bastante básica, basada exclusivamente en la sobresaturación, Telecinco ha logrado el milagro televisivo más sonado de las últimas décadas: convertir el soporífero y elitista deporte de la Fórmula 1 en un espectáculo de masas. Consecuentemente, España se ha afianzado como el segundo mercado mundial para Renault (238.216 matriculaciones y cuota de penetración del 12,4%). La experiencia de Telecinco demuestra que, a pesar de su antigüedad, a pesar de su carácter explícito, la repetición en publicidad y promoción sigue siendo una técnica rentable.

Al manejar los datos de audiencia semanal, uno se queda bastante perplejo al comprobar los niveles de share de la Fórmula 1, más aún cuando las emisiones se llevan a cabo a horas imposibles (¡domingo a las 8.00 de la mañana!). La voracidad publicitaria de la marca del campeón, Renault, es tan amplia e implacable como la que demuestra la cadena que explota el campeonato, Telecinco. El ruido que logran entre ambos no está vedado a ningún espacio: desde los Phoskitos hasta el videojuego, pasando por los noticiarios, las marcas de ropa o incluso los dibujos animados, nada se escapa al poder icónico de Fernando Alonso, una suerte de pequeño buda mágico que para más inri se permite la insolencia de mostrarse desabrido y antipático con la prensa, la única a la que debería estar realmente agradecido, ya que el corredor es, ante todo, un producto mediático.

Recuerdo que durante los Juegos Olímpicos de Barcelona tomé un gran cariño a la selección nacional de waterpolo, un deporte que, además de parecerme muy visual, resultaba especialmente interesante por el excepcional nivel del equipo español. Allí jugaban Manel Estiarte y Jesús Rollán, dos de los mejores jugadores del mundo reconocidos por cualquier ranking de waterpolo mínimamente solvente. Después de muerto, y si nos ceñimos al palmarés, nadie puede dudar de que Rollán pasará a la historia como uno de los deportistas más importantes de nuestro país. El día del anuncio de la muerte de Rollán, me resultó especialmente desagradable comprobar cómo en el informativo de Telecinco su semblanza era relegada a un lugar muy secundario, en beneficio de los pormenores sobre el debú de Alonso en el mundial. Pero lo que me resultó especialmente deprimente fue comprobar cómo el camelo de la “Alonsomanía” se había propagado como un tumor violento por el resto de cadenas, de forma que todas sin excepción ordenaban de forma parecida la información. Mis amigos están convencidos de que mi obcecado rechazo a la Fórmula 1 se debe a la antipatía que me produce Fernando Alonso. Sin ser mentira, yo les explico que desde siempre he sentido aversión y desconfianza por todo aquello que se inculca desde la machaconería. Les digo que, si hace falta decir una cosa tantas veces, quizá sea porque es inconsistente o contiene algo de mentira.

2006/03/16

El hundimiento de Telemadrid

Las audiencias lo dictan. La realidad lo dictamina. No es de extrañar. La manipulación y el sesgo político que ha adquirido Telemadrid bajo la dirección de Manuel Soriano, tras la llegada al poder autonómico de Esperanza Aguirre, ha sido de tal calibre y tan patéticamente ostensible, que era inevitable este desafecto de muchos espectadores hacia una cadena que debiera ser la voz y el reflejo de todos los madrileños y que, descaradamente y sin vergüenza, se ha convertido tan sólo en un altavoz servil del poder.

Cuando llegué a Madrid en 2002 (la comunidad la gobernaba entonces Gallardón) me sorprendió la libertad que respiraba la cadena. Para alguien como yo, recién llegado desde de Andalucía, donde durante años había tenido que soportar los irrespirables Nodos socialistas (igualmente alineados con el poder) que suponían los informativos y la programación general de Canal Sur, recuerdo que fue un alivio contemplar que tras el cierto (e inevitable) manoseo político que siempre esconde cualquier ente público televisivo, Telemadrid era una cadena fresca, con periodistas y formatos jóvenes, donde diversas tendencias eran capaces de aparecer y no todo se limitaba a lo dictado desde el poder. Los informativos, por ejemplo, al lado de los de Canal Sur, eran casi alternativos y contestatarios. No es que aprecie especialmente a Gallardón, pero es impepinable que la llegada de Aguirre todo lo cambió.

Algunos formatos documentales, que mostraban realidades de la comunidad no muy agradables, fueron literalmente machacados. Especialmente doloroso fue la cancelación de un programa en el que unos periodistas, cámara en mano, descubrían miserias urbanísticas y condiciones de vida tercermundistas, aquí, en Madrid. Ese trabajo fue en primer lugar vetado, después emitido tras presiones, y finalmente desembocó en el despido de los responsables (o en su dimisión inducida, como creo que se vendió) para quedarse la cadena con el formato y transformarlo en pequeños documentales amables y sin sustancia sobre la Comunidad.

La cobertura mediática que hizo la televisión madrileña tras los atentados del 11M los guardo en mi memoria como una de las más escandalosas formas de manipulación informativa que he soportado en todos los años que llevo, de manera racional, viendo televisión, escuchando radio y leyendo prensa (en unos días donde la manipulación y la desinformación interesada fue brutal: terroristas suicidas, fervientes defensas de la autoría de ETA, documentales sobre víctimas, Urdaci....) Desde entonces el aparato propagandístico de Telemadrid ha continuado su labor sin descanso y con descaro, ya fuera para desprestigiar a la sanidad pública (en el caso de las supuestas sedaciones irregulares en el hospital Severo Ochoa), en la defensa de los pretendidos logros de Aguirre y el cumplimiento (dudoso, al menos en el tema de las listas de espera para las intervenciones) de sus promesas electorales, en la defensa de la educación concertada aprovechando las manifestaciones contra la LOE o en el seguimiento desmesurado no ya de las manifestaciones políticas propuestas por el propio PP (que entraría dentro de lo razonable vista la falta de independencia de la cadena) sino también de manifestaciones de índole moralista y totalitario como la convocada por la Iglesia en contra de los matrimonios homosexuales.

El acierto en la toma de decisiones valientes como la de eliminar programas basura que atentaban contra la intimidad y la dignidad de las personas y que en este país se esconden tras el eufemismo de programas del corazón, se ve empañado porque han sido incapaces de programar como alternativa algo mínimamente interesante y no filtrado por el sectarismo ideológico. Desde luego no parece que los telefilmes infames que ponen al mediodía sean la mejor manera de regenerar una televisión. De hecho alguien debería pedir perdón por el perjuicio que pueden generar estas pseudopelículas a las neuronas de cualquier espectador no advertido.

Otras decisiones correctas, en principio, como las de potenciar la información, las tertulias y los debates se ven también afectadas por el sesgo ideológico tan reconocible, tan unilateral hasta la náusea que se impone. No creen necesario ni siquiera intentar que no se note demasiado. Resulta lógico que ello haya supuesto un efecto arrastre de pérdida de credibilidad, para programas clásicos de la cadena, que habían llegado a tener grandes audiencias, como Buenos Días Madrid o Madrid Directo y que están sufriendo descensos notables en el número de espectadores. Por otro lado, no se puede colocar una tertulia política de mediodía como Alto y Claro conducida por una periodista tan servil con la derecha como inepta y ridícula en la exposición de los hechos, como es Curri Valenzuela y rodearla encima por un grupo de periodistas que, con alguna excepción, terminan siempre defendiendo lo mismo, atacando a los mismos y que en ese énfasis sinérgico, suelen olvidar que deben aportar ideas que apoyen sus declaraciones y no convertirse en meros exaltados que vociferan las consignas del partido que les da de comer desde el gobierno de la Comunidad.

Para sacar algo positivo de los cambios producidos en la cadena en estos últimos años, hay que destacar el magnífico informativo que conduce Gemán Yanke a medianoche, que se ha convertido en una indiscutible referencia informativa. Yanke se declara de derechas sin problemas (como debe ser) y ello no le impide ser capaz de construir un espacio donde caben distintas voces y posturas, donde las noticias aparte de ser dadas, se razonan con los distintos invitados desde diferentes puntos de vista, y donde las entrevistas a políticos relevantes de todo el espectro ideológico son pausadas y con sustancia (Gabilondo podría aprender de estas entrevistas para que no se le notara tanto que lleva a sus invitados como muñecos de pim pam pum para imponer sus ideas). Su capacidad para construir una magnífica hora informativa es, lamentablemente, un espejo delator que destapa las vergüenzas del resto de la programación de una cadena que, como ya he dicho, ha dejado de parecer un servicio público para mostrarse de forma obscena como un instrumento poderoso del partido del poder en la Comunidad. En este caso, el PP.

El día que conocí a Chiquito de la Calzada

Había imaginado muchas veces aquel encuentro. Mi esposa había incluso bromeado con la posibilidad de conducirme a un programa de televisión para darme la sorpresa de conocerlo en persona. Pero ayer, como si fuera la cosa más natural del mundo, ocurrió. Conocí a Chiquito de la Calzada.

Una reunión de trabajo interminable en Málaga me condujo junto a algunos compañeros a un almuerzo forzado en el Café de Chinitas. Pensándolo más tarde, lo cierto es que no podía haber previsto un escenario más idóneo para un encuentro de aquel tipo: la cuna del costumbrismo malagueño, el mítico café que inmortalizara en su coplilla el mismísimo García Lorca, un verdadero tesoro –doy fe- de la cocina andaluza más tradicional y exquisita (especialmente recomendables las tortillitas de bacalao). Al entrar, lo primero que sentí fue turbación. Chiquito de la Calzada almorzaba junto a su inseparable esposa y un par de amigos –uno de ellos, deduje, el actual propietario del café-, aderezando su conversación con continuos tics y comentarios jocosos. A lo largo de la comida seguí sus gestos con cuidado y rigor entomológicos. Me llamó la atención su fidelidad icónica al modelo televisivo y, sobre todo, el impecable aspecto de sus manos, con unos dedos finos que algún avezado en tópicos habría descrito como de pianista. Cuando habían consumado los postres, y ayudado por un par de cervezas, logré superar el azoramiento y me dirigí a él. Le arranqué la foto que ven y logré hilvanar una confesión:

-Chiquito, eres el número uno. El más grande.

Ahora que mancho el post de palabras pienso en que podría haber sido menos lacónico, en que podría haber intentado huir del cliché con alguna observación más aguda. Pero lo cierto es que esta recurrente frase resume a la perfección lo que representa Chiquito en el panorama del humor y, me atrevo a decir, del arte postmoderno nacional. Tras la marcha de Chiquito, en nuestra mesa se inició un ligero debate sobre la contribución y dimensión del artista malagueño dentro del panorama artístico nacional. Como vieran mi encendida defensa de Chiquito, no dejaban de preguntarse y preguntarme si realmente hablaba en serio, o si sólo se trataba de una frivolidad de diletante a los postres. No encontraba, por encima del tono distendido reinante, la forma de dar seriedad y consistencia científica a mi discurso, ya que, lejos de ser una boutade, estoy firmemente convencido de mi vindicación.

Chiquito de la Calzada revolucionó el panorama del humor nacional a mediados de los noventa. Primero, por su capacidad (consciente o inconsciente, qué importa) para generar un lenguaje autóctono, una forma de expresión completamente innovadora que hoy, cuando la vela mediática del malagueño ha enflaquecido, sigue firmemente vigente en nuestro vocabulario cotidiano. Segundo, por su visión surrealista del humor, una visión que engarza directamente con la tradición de genios renombrados como Tati pero a la que aporta matices de la tradición cultural hispana más barroca (el hambre, la penuria, el sexo, la muerte...). Tercero, por el carácter totalmente postmoderno de su discurso humorístico. En el chiste de Chiquito, no importa para nada el final, lo que importa es la propia historia; un chiste puede concentrar su gracia en un único comentario, o en un solo gesto (levantar la pierna á lá Chiquito, por ejemplo). No hay presentación, nudo y desenlace, al menos no como lo conocemos de forma convencional. Su postmodernidad se deja sentir también en la combinación de la palabra y el gesto; la palabra alcanza casi el mismo rango que la imagen, convirtiendo así su representación en un espectáculo audiovisual.

La principal estrategia de los detractores de Chiquito para degradar su arte (que no su contribución, ya que ésta es incontestable) apunta a la extracción popular del artista, su ausencia de intelectualidad, su analfabetismo. Chiquito, arguyen, no es consciente en ningún momento de estos aspectos, su arte es totalmente espontáneo y básico. Quienes esto piensan deberían, primero, pensar en que la Historia del arte está plagada de analfabetos con genio, a los que posteriormente inundaron de intelectualidad y de teoría. Y segundo, que si algo caracteriza a la televisión es precisamente su condición popular, su capacidad de hacer llegar las imágenes y las palabras de forma masiva a la ciudadanía. Ningún artista nacido en la televisión puede no ser popular, porque la popularidad va intrínsecamente unida al medio.

Hubiera sido imposible comunicar a Chiquito todas estas cosas, probablemente la mitad ni las hubiera entendido, pero yo abandoné el Café de Chinitas con la cara partida por la sonrisa porque había conseguido conocerle, verlo de cerca y posar junto a él. Estoy convencido de que algún día, cuando superemos toda nuestra mojigatería intelectual, sabremos reconocer a Chiquito su verdadera contribución al arte nacional. Entonces yo diré: “¿Os dais cuén?”

2006/03/10

Recuerdos de otra televisión

Desde hace un tiempo han ido apareciendo muchas noticias y artículos que anuncian distintas reposiciones de series de ficción y de dibujos animados que marcaron por completo a una generación a mediados de los años 80 y principios de los 90. TVE acaba de anunciar la reposición de la mítica Campeones (esos campos interminables...esos disparos que duraban días...esos momentos introspectivos de Oliver en los que escuchábamos sus más íntimos pensamientos llenos de angustia mientras el balón se dirigía con furia hacia la portería...) como aperitivo del próximo Mundial de Fútbol de Alemania (que ellos de nuevo, no emitirán, dejando a los aficionados en las garras de la televisión de pago). Además del canal 50 aniversario de la propia TVE, que imagino que también se ocupará de este tema, hay que reconocer que uno de los canales que mas hincapié está haciendo en estas reposiciones es Cuatro, que en su programa contenedor Cuatrosfera ha emitido (y emite) series y dibujos clásicos de entonces como Twin Peaks o Comando G y piensa emitir en el futuro la que fuera en su momento fenómeno social absoluto en este país, V (de la cuál, por cierto, hay anunciada la producción de una segunda parte, hecha por los creadores originales, que retomaría la historia veinte años después de donde la dejaron, con muchos de los mismos personajes de la serie original).

Lo más curioso del conjunto de estas producciones es la nostalgia infinita y las inevitables sonrisas y recuerdos que provocan en los treintañeros actuales, un filón que está siendo aprovechado y explotado por las distintas compañías que las están reeditando en DVD. No se puede negar que siempre existe la sensación de cierta decepción entre los que cuentan que han revisado dichas series (mitificadas sobre todo por el recuerdo) pero lo que sí se nota y es positivo, es el cariño con que se acerca gente de todo tipo, con trayectorias completamente diferentes, a estos recuerdos compartidos por todos, y como aparecen siempre en sus discursos, divertidas reivindicaciones de las tardes de sobremesa de los sábados cuando los dibujos y una película clásica (jamás olvidaré el miedo que pasé con Invasores de Marte...yo creo que durante un tiempo busqué tornillos en la nuca de mis hermanos y todo...) eran el referente televisivo de muchos niños españoles.

Sucede una cosa curiosa con todo esto, y es el hecho de que más que la revisión de las series, hoy día son las sintonías de cabecera y las canciones de estas producciones las que mayor emoción provocan y más risas generan. Porque no nos engañemos, muchos aún recordamos fragmentos e inclusos letras enteras de las canciones de David el gnomo, Ulises XXI, Dartacán, ComandoG, Dragones y mazmorras....y si escuchamos la música de los títulos de crédito de V nos retrotraemos a esos escalofríos que los lagartos nos provocaban a muchos, unos lagartos que si los vieran a día de hoy los niños de las nuevas generaciones se descojonarían de nosotros y nuestros miedos.

A mí me parece además, que esos recuerdos forman y dan consistencia a una nostalgia que podríamos considerar buena, en el sentido de que no te ancla en un pasado mejor sino que simplemente te hace mirar atrás con cariño y alegría. Por otro lado, en épocas de ficticias disputas irreconciliables que hacen que muchos nos preguntemos si el apocalipsis informativo que continuamente se nos presenta tiene algo que ver con las miserias laborales y económicas que sufre la gente de la calle, no es malo saber que en alguna reunión de treintañeros, ya un tanto barrigones, un tanto alopécicos, un poquito estresados, agobiados, ya padres y madres a los que, como Ende describía en Momo, los hombres grises les han robado el tiempo, que se enzarzan en disputas dialécticas entre ellos generadas por los sectarismos y las trincheras que se han creado y cuando parece que nada tienen ya que ver los unos con los otros, si aparece alguien que rasguea las cuerdas de una guitarra y aparecen las primeras notas musicales de Bola de dragón o de Campeones los gritos cesarán, los recuerdos compartidos emergerán, la sonrisas surgirán, tal vez un poco de alcohol correrá entre los asistentes y la memoria permitirá que se miren de nuevo los unos a los otros con cierto cariño. Al fin y al cabo (y no precisamente por el tema de la televisión de la niñez) comparten mucho más de lo que a veces se nos quiere hacer creer. Desde todos los bandos.

2006/03/06

La demagogia y los oscars

Desde el momento que Crash se alzó con el oscar a mejor película no he dejado de escuchar en radio, leer en prensa digital y ver en televisión comentarios jocosos y con pretensiones de cierta superioridad de que al final prevaleció el Hollywood conservador y que por esa razón le habían arrebatado el premio a mejor película a Brokeback Mountain. Es algo que me deja perplejo. Los oscar son unos premios de cine, ¿no?. Tan manipulados y manipulables, tan subjetivos e injustos (o no) como todos los premios existentes, ya sean de un tipo u otro. ¿Qué significa que haya prevalecido el conservadurismo?¿Pero no estamos hablando de cine?. Uno asiste con sorpresa y cierta sorna a la pretensión que tienen muchos en este país de colocar sobre los hombros de la industria del cine norteamericano la responsabilidad de promocionar una película u otra no en función de criterios cinematográficos (que sería lo deseable y por otro lado todos sabemos que es idiota cuando de lo que se trata es de ganar dinero), sino para que sirva de punta de lanza de luchas sociales, siempre de forma interesada y demagógica.

No parece bastar al grueso de los opinantes el hecho de que este año la cosecha americana haya sido más que excelente en calidad y temática, en contraposición con las películas que optaron a mejor película en nuestros Goyas. No. Todavía resuenan y chirrían en mis oídos las palabras de Fernando Trueba que con inusitada osadía se atrevía a decir tranquilamente que todo lo que provenía de Hollywood era una mierda. Literal. Y se quedaba tan tranquilo, como si su admirado Billy Wilder fuera un representante del Dogma danés y no del cine americano. No basta con eso, encima tiene que ganar el oscar la película que nos parezca que más puede molestar a esa parte de la sociedad americana que tanto gusta vilipendiar y con la cuál tomamos la parte por el todo. Porque al final, sólo se trata de eso, no de cine, sino de meterse con los americanos, así sin más, sin matices, sutilezas ni distinciones. Todos los americanos son idiotas, conservadores, imperialistas y retrógrados. Y menos mal que aquí estamos nosotros, los europeos, con nuestra reconocida trayectoria en la defensa de valores y respeto a las creencias de los demás, sin contradicciones de ningún tipo para, lúcidos e inteligentes, explicarles lo poco progresistas que son por no haber votado a Brokeback Mountain a causa de su temática era homosexual. Claro, Crash ha ganado porque trata el muy conservador tema del racismo latente en la sociedad de Los Ángeles, argumento extremadamente neocon y de derechas como todo el mundo sabe. O igual es que este tema ya no es lo suficientemente noticioso y novedoso para ser un problema social a considerar...

Hablando sólo de cine, y pensando como pienso que el tema de los oscar no hay que prestarle más atención que la que se le presta a un juego gracioso, donde si ganan los que te gustan te alegras y si pierden te da exactamente igual porque los premios no van a mejorar o empeorar a las películas, lo cierto es que Crash es una extraordinaria historia, con reminiscencias en la estructura y situaciones que plantea a Magnolia de Paul Thomas Anderson y a Pulp Fiction de Tarantino; entrelaza una serie de momentos de las vidas de un grupo de personas, haciéndolas interactuar para mostrarnos retazos de las profundidades del ser humano, sus contradicciones, sus miserias y sus explosiones luminosas donde son capaces de dar todo por cualquiera. Por otro lado Brokeback Mountain es una maravilla de sensibilidad y talento, con dos personajes que desbordan la pantalla y un conflicto que te arrastra con él hacia las profundidades del amor y el horror de los tabúes sociales. Por no hablar de Munich (que no se ha llevado ninguno de estos premios) donde Spielberg, despojado de complejos familiares y estúpidos moralistas finales felices, presenta su particular alegato en contra de la violencia, transmitiendo con maestría al espectador su infinita futilidad y las terribles consecuencias que conlleva..

Tres películas magníficas, así como las otras dos del quinteto nominado pero sobre las cuáles lo único reseñable parece ser ahondar en la tontería de si el amor entre unos vaqueros homosexuales era o no un tema demasiado espinoso para la conservadora academia norteamericana aunque ellos mismos hayan sido los que la hayan nominado.

Me gustaría saber si muchos de los que opinan con tan poco rigor han visto siquiera las películas o sólo las utilizan para apoyar sus propias ideas y sus propios prejuicios....

2006/03/01

La prostitución a debate

El martes por la noche La Dos dedicó su espacio de debate Enfoque al escabroso tema de la regulación de la prostitución. En un tema tan peliagudo como éste siempre hay espacio para la demagogia, el relativismo y principalmente el anecdotario. Todo el mundo parece conocer a alguna mujer que ejerce la prostitución con felicidad y gusto, que tiene dos carreras pero que prefiere esta profesión porque le da más dinero y libertad. Argumentos inútiles pero sibilinamente interesados que obvian con pérfida inteligencia el problema real del tráfico de esclavas sexuales y el aumento desmesurado de extranjeras prostitutas en nuestro país. Los datos, fríos y duros están ahí: en España hay más de 300.000 prostitutas de las cuales el 90% es extranjera. Ese dato demoledor dio pie a que el representante de locales de alterne en el programa opinara con desfachatez que ello era debido a que así estas mujeres ganaban el suficiente dinero para enviárselos a sus familias de países del Tercer Mundo que gracias a ellas se podían mantener. Dicho argumente fue rebatido en la mejor intervención de la noche por la representante de Médicos del Mundo que con gran inteligencia destacó que el Primer Mundo no sólo había explotado y despojado de sus riquezas a los países tercermundistas durante siglos sino que ahora encima se permitía el lujo de adquirir su mercancía humana en dichos países para el disfrute del macho visceral y compulsivo para que así en estos países puedan sobrevivir a costa de una actividad que no queremos que ejerzan nuestras mujeres occidentales. El argumento me pareció impecable así como su opinión sobre que si el estado regulara la prostitución y cobrara impuestos a las prostitutas se convertiría en un estado proxeneta.

Porque el problema está en la concepción misma de la prostitución. A pesar de que muchos hombres y otras tantas mujeres se echan encima de la gente que piensa que esa profesión es una ofensa para la dignidad de la mujer y una forma pueril del mantenimiento del patriarcado social y la dominación masculina (algo que le sucedió a la representante del colectivo Hetaira , que lo repitió una y otra vez) lo cierto es que tal y como está planteada en esta sociedad, la prostitución es eso. Sin discusión. ¿Que en algún otro momento podría o podrá ser de otra manera? Tal vez, pero en este momento desde luego no. Lo que sucede es que se trata de tapar con argumentos maniqueos que utilizan supuestas necesidades incontrolables de los hombres que deben ser cubiertas así como que se trata de un servicio social necesario. Como si las pulsiones sexuales de los hombre fueran exageradamente diferentes de las de mujeres. ¿Es que la mujer no disfruta del sexo?¿Por qué la mayoría de la prostitución es entonces para consumo masculino? Algo falla y uno de los grandes problemas estaba representado en el mismo programa de Enfoque, ya que salvo el representante de locales de alterne todos las participantes del programa y de los reportajes fueron mujeres. Sintomático. Estoy seguro que en las asociaciones ayer representadas al menos el 90% de las asociadas son mujeres y ello es debido a que el hombre aún no ha entendido que éste es un problema que concierne a ambos sexos. Porque se siente culpable (con razón) de la permisividad con que se habla de estos temas entre colegas. Porque el tío que se va de putas no está mal visto por su grupo social masculino aunque tenga que ocultárselo al femenino. Porque las estadísticas muestran que el 39% de los hombres de este país se han ido alguna vez de putas y ese dato hace que casi todos sientan que han participado de este problema con lo cual es mejor no significarse y quedar al margen en las discusiones sobre este tema. Porque igual que pasaba hace años con el maltrato de la mujer en la pareja de este tema no se habla cuando te parece mal. Aparece el silencio. De manera que ya está bien de que los tíos sigamos siendo unos mierdas que permitamos que debido a un presunto instinto imposible de dominar (y que encima quieran que entendamos y compartamos) todos nos callemos, no levantemos la voz. Y no preguntemos.

Ya está bien de paños calientes. Ya está bien de hablar de regular para tapar el problema o de prohibir para mandar la prostitución a otros países más permisivos. Empecemos por educarnos. Sabemos que muchísimas mujeres ejercen la prostitución obligadas y chantajeadas por mafias, eso lo sabemos. Pues bien el que se folla a una puta...¿cómo discierne, cómo sabe si la que él utiliza está o no esclavizada, chantajeada, machacada y humillada, por las mafias o por unas necesidades económicas acuciantes a las que no encuentran otra solución?. Empecemos por ahí. Es imposible que lo puedan saber ¿Y siendo incapaces de saber la verdad cómo lo siguen haciendo? Pues muy fácil...porque les importan un carajo esas mujeres. Por eso es mentira esas buenas palabras diciendo que la regulación traerá la estabilidad y la tranquilidad a las prostitutas (importante el dato de que en Holanda en cinco años no ha habido ni una sola denuncia de prostitutas a sus empleadores o a los dueños de locales de alterne donde trabajaban. No parece lógico siendo una profesión tan expuesta ¿no? O sí , por el miedo y la explotación).

La situación es la siguiente: los que utilizan la prostitución van A follarse a una mujer, no van a follar CON una mujer. Van a sentirse dominadores, machos, fuertes. Buscan pues sólo su disfrute personal y pagan por ello sin preocuparse si aquélla que cumple sus propósitos lo hace por obligación o necesidad. Es una concepción del sexo egoísta y miserable. Es mentira que la prostitución sea una profesión como las demás, implica un alto grado de humillación permitida de la que usa su propio cuerpo para trabajar y conlleva un deterioro físico y de autoestima casi imposible de solucionar. Su mantenimiento a la escala actual es inadmisible por ser una nueva forma de esclavitud (aunque a veces sea consentida por las circunstancias) que además conlleva un grave perjuicio en el objetivo de tener una sociedad más igualitaria. Por ello es hora que los hombres comencemos a tomarnos este problema como nuestro y boicoteemos a aquéllos que anteponen sus necesidades fisiológicas a la dignidad de las mujeres. Tal vez por ahí comencemos a encontrar la solución.