Blog libre e independiente sobre televisión. Noticias, críticas y análisis de nuestra realidad catódica desde el criterio y la libertad.

2006/01/31

Los megatertulianos

Hacía bastante tiempo que no veía 59 segundos. El motivo principal es el horario infame en el que lo programan. Ayer la presentación de Mamen Mendizábal fue a las doce y cuarto de la noche pero tras ella tuvieron la desvergüenza de colocar unos quince minutos de anuncios. ¿Ése es el cambio que prometieron en TVE? ¿Tertulias plurales más allá de medianoche? No sé que audiencia seguirán teniendo porque afortunadamente para ellos éste es un país de noches eternas y mañanas ojerosas, pero no entiendo cómo no emiten el programa al menos una hora antes.

Durante un tiempo he de reconocer que he estado bastante enganchado a este tipo de tertulias, principalmente las de mediodía, introducidas con calzador entre la basura del corazón y los grandes hermanos diversos en las principales cadenas nacionales. Aquí, en Madrid, también tenemos a la incomparable Curri Valenzuela que coordina una mesa de debate escorada completamente hacia la derecha en TeleAguirre (antes llamada Telemadrid).

Con el tiempo la sensación de hastío y hartazgo se ha ido apoderando de mí. Observas como generalmente estas discusiones son estériles y no sirven para nada. Casi todos están atrincherados en posiciones monolíticas no en defensa de sus ideas, ni siquiera en defensa del partido político con el que claramente simpatizan, sino en posiciones de ataque al Otro, a los Otros: al Otro partido, a las Otras posiciones, al Enemigo. Ya no defienden una visión del mundo, la suya, desde la cuál filtren y opinen, no, sólo defienden a aquéllos que les dan de comer (o a través de los cuáles comen), ya sean empresas o partidos políticos. Da igual que defendieran hace menos de dos años que no era ético ni lógico atacar un gobierno por gestionar mal una nevada; ahora ellos lo hacen sin que se les mueva un músculo de la cara... ¿Por qué? Porque los Otros lo hicieron antes... ¿Que anteriormente defendían que se tenían que consultar al pueblo decisiones importantes y dramáticas para el país? Ya se olvidaron de lo que decían, ahora critican ferozmente iniciativas de corte similar... ¿Por qué? Porque las peticiones de consulta las realizan Otros. Y al contrario... ¿Que antes apoyaron con su silencio cacicadas gubernamentales que metieron a un país en guerra? Da igual. Ahora es el momento de que se exalten y griten, pues son los más demócratas del mundo y exigen derechos que antes no recordaron pedir... ¿Que antes defendían la unidad amordazada de un partido, el suyo, como algo positivo? No pasa nada. Ahora critican que los otros no hagan públicas sus divergencias... ¿Que antes defendían la pluralidad de un partido en contraposición con el brazo de hierro que dominaba al otro? Sin problemas. Ahora critican al suyo tantas divergencias y traiciones públicas al bien común que supone mantenerse, calentitos, en el poder. Pónganle caras y voces a estas opiniones, de una acera u otra (tanto da que da lo mismo). Las obsesiones vascas de Isabel San Sebastián, las manipulaciones y tergiversaciones constantes de Maria Antonia Iglesias, los increíbles, sectarios y tendenciosos hachazos dialécticos de Isabel Durán, la satisfacción más estéril de saberse progre y superior de Margarita Saenz, la incapacidad más absoluta de Curri Valenzuela, el progre-evangelismo de Enric Sopena, el apocalipsis permanente de Ignacio Villa y así, una larga retahíla de nombres que pululan de una cadena a otra, de un periódico a una tertulia de radio, de la mañana a la tarde y de la tarde a la noche. Están en todos sitios, a todas horas, en cualquier momento.

Se han hecho con el poder. Se creen estrellas en posesión de la verdad. Son los megatertulianos, los hipertertulianos. Saben de todo y de todo se atreven a opinar. ¿Que se habla de la constitucionalidad de un texto? Todos son expertos... ¿Que se habla de política exterior? Darán su opinión sin dudar como sabios que son... ¿Que se habla de la problemática social o de las bandas callejeras? Ellos tienen la solución... ¿Que la cuestión de hoy es la subida de precios de los pisos? También saben como arreglarlo.... ah y por supuesto también tienen a los culpables de la desmesura inmobiliaria: si son afines al PP la culpa es de Zapatero y de que no se liberaliza lo suficiente el suelo y si son afines al PSOE la culpa fue de Aznar y de los empresarios afines al PP. ¿Profundizar? Jamás ¿Analizar de manera independiente? Nunca ... ¿Que se habla de ciencia, del calentamiento global o de células madre? Allí están ellos, sin vergüenza, contradiciendo a los expertos, diciendo majaderías... ¿Que pueden parecer unos analfabestias? Da igual. Hay que opinar. La fiebre de la opinión. La gripe tertuliana. Se extiende.

2006/01/30

Marvizón Vs. Picazo, nuevos tiempos para los hombres del tiempo

En estos días se pasea por las carteleras nacionales “El hombre del tiempo”, el último filme de Gore Verbinski, en el que Nicholas Cage da vida al presentador del espacio meteorológico más famoso de Chicago. La figura del hombre del tiempo como estrella mediática cuenta con una larga tradición en EE.UU, pero en España se trata aún de un profesional incipiente. No obstante, el modelo americano empieza a imponerse en nuestra parrilla, de manera que nuestros hombres del tiempo han pasado de ser profesionales “de ciencia”, con unas habilidades comunicativas limitadas y un perfil más bien gris a verdaderos comunicadores, dotados de carisma y perfectamente desenvueltos frente al objetivo. El modelo Marvizón pierde fuelle frente al modelo Picazo.

Para muchos televidentes, las previsiones de Marvizón o Montesdeoca (que aún pulula por alguna autonómica) siguen siendo insustituibles, movidos sobre todo por la nostalgia (parece que siempre han estado ahí, al final del informativo) y en algunos casos por la terca convicción de que, al ser los más antiguos, también son los más infalibles. Pero frente a esta corriente clásica, y debido sobre todo a la evolución del formato de los informativos, comienzan a ganar presencia otras figuras que, además de aportar un criterio meteorológico solvente, ofrecen una imagen más fresca, desenvuelta y simpática. El paradigma de esta corriente lo representa el hombre del tiempo de Telecinco, Mario Picazo, quien no duda en plantarse bajo la nieve para dar su predicción, aparecer en una sitcom de la casa o hacer pinitos en galas de beneficencia. Con este nuevo modelo, al que van tendiendo otras cadenas (la Cuatro, con el incansable Florenci Rey, o Antena 3, con Roberto Brasero), se da por finiquitado el duelo dialéctico más tradicional de la “telemeteorología” española: el del meteorólogo clásico contra el bustoparlante sin cualificación (normalmente, de género femenino, y eso sí, con grandes cualidades físicas). La meteorología televisiva ha ganado la batalla de la regulación, pero nos encontramos en un estadio superior: el estadio, totalmente superado ya por la televisión norteamericana, del hombre del tiempo convertido en estrella catódica. En EE.UU., el reto ya es otro: desarrollar hombres del tiempo totalmente digitales; construir “telemeteorólogos” desde la nada, a modo de personajes de Pixar -proyectos como el de MeteoSam, el presentador digital de Cuatrosfera, van por ahí-. Aún estamos lejos de eso, pero todo se andará.

2006/01/27

La venganza frustrada de Loles León

Ayer se estrenó en TVE la nueva serie producida por Globomedia, “Fuera de Control”. La pública parece haber puesto toda la carne en el asador con esta nueva serie de la Factoría Aragón, que cuenta con un reparto bastante ambicioso y que tiene como punta de lanza a Loles León, en lo que supone su reaparición tras las desavenencias provocadas por su salida de “Aquí no hay quien viva”. La audiencia será la que decida, pero en el día de su estreno la impresión es más bien tibia. La venganza de Loles León, a tenor de este primer capítulo, puede ser más que dudosa. Y es que “Fuera de Control” no brilla ni en guión, ni en el planteamiento de los personajes, ni en la puesta en escena.

Probablemente, habrá que dejar pasar algunas semanas para confirmar si las impresiones de la primera entrega van descaminadas. Desde luego, Loles León y otros actores solventes de la teleserie, como Amparo Larrañaga, cuentan con el crédito y el favor del público, pero esto no es suficiente para mantener el interés por un producto que, lamentablemente, se parece demasiado al que a esa misma hora emite la Cuatro, “Siete Días al Desnudo”, también centrada en desgranar, en clave de humor, los entresijos de la vida cotidiana en un medio de comunicación. Es más, el formato de la Cuatro es mucho más generoso a la hora de derrochar mala leche y cinismo, algo que todos esperamos de una comedia centrada en los profesionales de los medios, en la tradición más clásica del género (Luna Nueva, Primera Plana, Network...). Sin embargo, el planteamiento de “Fuera de Control” recuerda más a productos como “Periodistas”. Se acerca más a ese tono melodramático que aupó a esta serie, también de Globomedia, a lo más alto de la audiencia. Pero los tiempos han cambiado, y ahora se impone un formato de teleserie más frívola y alocada, centrada básicamente en el humor y apoyada en guiones donde prima el ingenio y el planteamiento de situaciones hiperbólicas y efervescentes. El formato de “Aquí no hay quien viva”. Es por ello que la venganza de Loles León puede acabar frustrada.

Una entrevista complaciente

Nunca me han gustado las entrevistas a políticos en televisión. Me parecen aburridas, anodinas, superfluas y grises (fiel reflejo de lo que suelen ser los entrevistados). Ayer me obligué a ver la de Gabilondo a Zapatero. Escuchar las explicaciones, excusas y consideraciones de nuestro presidente tras la gran bronca política de los últimos meses hacía necesario verla. Como siempre no sirvió para nada. El otro lado de la noticia de la noche en Cuatro, era ver como se desenvolvía Gabilondo en un formato, el de las entrevistas, que domina a la perfección y en el que se le nota cómodo y relajado, sin los continuos movimientos intranquilos que le provoca habitualmente la presencia de las cámaras. A pesar del fracaso que han supuesto hasta ahora sus informativos y de cómo han aprovechado sus enemigos más acérrimos para machacarlo, lo cierto es que en general Gabilondo tiene una muy buena imagen (sobre todo en el medio periodístico) y se suelen recordar sus intachables 40 años de profesionalidad, experiencia e imparcialidad. Respetando absolutamente su trabajo ni entiendo ni comparto ninguna de las dos posturas: me parece idiota e infantil la absoluta fe y confianza que veo en algunos hacia el amigo Iñaki y tampoco me siento cerca de los que ahora se dedican patéticamente al insulto sistemático y a la crítica más superficial hacia él. Debo ser de los pocos que sigue su informativo nocturno. Hastiado del amarillismo insoportable de A3, algo aburrido de teleAlonso (quiero decir T5) e incapaz de soportar las miradas profundas y los suspiros de Milá, me parece que el informativo de Cuatro es un buen lugar donde enterarme de una parte de la realidad de este país. Sólo una parte. Las otras partes he de buscarlas en otros lugares. Porque lo que sucede con Gabilondo es que uno sabe perfectamente el lado de la barrera, ideológica y empresarial, desde el que me va a contar la noticia. Sé como la va a manipular si hace falta, como la va a enfocar y que noticias va a omitir. Es decir, tengo una muy confiada desconfianza hacia lo que me dice y eso me ayuda a comprender la noticia y a intentar conformar yo mismo mi propia opinión. Y lo hace con una enorme calidad. No puedo decir lo mismo de otros periodistas.

Ayer me molestó profundamente la entrevista porque vista superficialmente y con poca atención podría parecer que Gabilondo le hizo duras y comprometidas preguntas al presidente, incidiendo en los puntos más calientes (del estatut principalmente) y no dejando ningún tema sin tratar, pero sospechando que como todas la entrevistas ésta estaría previamente pactada el teatro que vimos ayer no pudo ser más propagandístico. Siempre me quejo de lo mismo en este tipo de entrevistas (al que más incisivo he visto como entrevistador en televisión ha sido a Juan Pedro Valentín), de la falta de un elemento que es fundamental cuando realmente se quiere sacar información de alguien : la segunda pregunta, dar una vuelta de tuerca tras la primera explicación dada por el entrevistado, sacar datos que contrarresten la lógica primera respuesta evasiva y triunfalista de los políticos. Ayer Gabilondo no hizo ninguna. Ninguna. Por eso lo que vimos ayer fue propaganda.

2006/01/26

Tonterías peligrosas

Miguel Iríbar

El Defensor del Pueblo, Enrique Múgica, estudia estos días una denuncia contra TVE por un sketch del dúo Cruz y Raya emitido en la noche de Fin de Año. En este, una pareja de niños explica a sus padres que éstos son adoptados, ya que a ellos (los niños) les habían dicho que no podían tener padres. Los padres, lógicamente, se asustan, y los niños bromean diciendo que “verás cuando se den cuenta de que son chinos”.

Lo que en apariencia es una simplona subversión de una situación para generar un efecto cómico constituye para la madre de una adoptada niña china, que veía ese día el programa con ella, un sangrante daño a “los derechos a la dignidad, al honor y a la igualdad sin discriminación por nacimiento o raza", y pide al Defensor que emprenda las acciones pertinentes contra RTVE con el objetivo primario de que se prohíba la reposición del programa. Al parecer, la niña, de 4 años de edad, se mostró muy inquieta y aún no ha superado la desagradable sensación.

Sin el ánimo de pretender que la niña deba entender la situación, que la madre deje de protestar o que el propio sketch tenga más gracia que la que tiene, sí parece importante alarmarse ante el hecho de que cualquier “afectado” de esta índole pueda llegar al Defensor del Pueblo y su denuncia a los medios de comunicación. Corrijo: el problema no radica en el afectado, que debe tener garantizado ese derecho a protestar, sino en hacerle caso sólo porque su caso ha llegado a los medios. Sólo falta que la noticia aparezca en televisión dos o tres veces seguidas, o que la madre pasee su indignación por cualquier plató, para que TVE se redima de tan grave falta y decida quemar las copias del programa antes de que el Defensor llegue a leer el texto completo de la denuncia.

Este asunto no es nuevo. El año pasado se retiraba un anuncio de la empresa “Boccatta” por la supuesta ridiculización del mundo rural. Por aquella misma época, AXE era tachado de machista por un anuncio en el que algunas mujeres se vestían como zorrones en situaciones nada proclives a ello, para atraer a varones ungidos con el desodorante en cuestión. Ambos fueron retirados en una o varias cadenas de televisión. Hace poco, una unión de empresarios de aceitunas de mesa criticaba duramente a una empresa de vuelos comerciales por decir en su spot que sólo con quitar una aceituna del martini, la compañía x ahorró millones de euros, y les pedía la retirada inmediata del mismo. En otro aberrante caso, recuerdo que Andrés Pajares contaba en una rueda de prensa que una serie en la que él participaba suprimió la presencia de un actor negro y homosexual, debido a la avalancha de cartas de protesta por la simple existencia de ese personaje que aparecía como alguien “normal”, y no como un desviado. Nadie estaba de acuerdo con aquellas opiniones, pero aquellas cartas dejaron sin trabajo a un señor negro que sencillamente interpretaba a un maricón.

La estupidez no suele tener límites, y detrás de una persona con derecho a protestar aparece casi siempre una retahíla de tristes personajillos, a saber: el típico imbécil que quiere colgarse una inmerecida medalla, el acojonado responsable de la imagen del “ofensor” que quiere quitarse el marrón cuanto antes, un político mediocre que necesita proyección para ser un títere de primera y no de segunda, y unos medios que amplifican la noticia hasta provocar la demagógica alarma pública que les permita sacar tajada de un asunto que en algunos casos puede, efectivamente, ser delicado para la persona “afectada”, pero que en otro gran número de casos se queda en un simple y molesto pitido de matasuegras.

El asunto tampoco es sencillo. A uno puede parecerle muy claro que podemos bromear sobre las adopciones chinas, pero no dirá lo mismo si bromeamos sobre gasear judíos en un campo de concentración. Y casi nadie suele protestar en los medios cuando una niña de 9 años aparece cantando en un concurso de televisión vestida de prostituta barata, mientras que para otros tal episodio resulta mucho más grave que algunos casos leves de pederastia.
No queda claro dónde poner el límite, pero sí resulta obvio que la decisión de censurar determinados contenidos viene dada a menudo por una mera cuestión de imagen pública o búsqueda de interés económico, o por dar eco a mentalidades reaccionarias que terminan haciendo demasiado bulto, o simplemente por ese “qué dirán” que tanto miedo da a los ejecutivos de cuentas cuyo trabajo es vender lo máximo al máximo número de clientes.

A este paso, si por algunos fuera, habría análisis obligatorios de sangre a todas las modelos que promocionen marcas de perfumes para no repetir casos como el de Kate Moss, esa farlopera peligrosa, o se eliminarían todas las escenas de héroes del cine clásico fumando cigarrillos para no dar mal ejemplo a la sociedad. Basta que alguien lo proponga para que aquel que ose contradecirlo sea sospechoso de apoyar o practicar dichas conductas, y no de apoyar o practicar el libre criterio. A los que creen que todo vale con tal de no provocar ningún disgusto, a los que sólo creen en la televisión y en el humor de “picha flofa”, podríamos comentarles que en la sociedad, esa que tanto protegen para conservar sus despachitos, tal vez somos tontos, sí, pero no gilipollas.

2006/01/25

El fulminante cese de Juan Pedro Valentín

De una manera drástica y sorprendente T5 ha despedido al que hasta ayer no era solamente el presentador del telediario nocturno sino también el director de informativos de la cadena, Juan Pedro Valentín. Tras una caída continua en los índices de audiencia de los informativos, principalmente el que presentaba Angels Barceló, la cadena decidió hace sólo unos meses prescindir de los servicios ésta y proponer al propio Valentín que se hiciera cargo de la presentación de los informativos. Valentín, que alcanzó altas cotas de conocimiento y popularidad durante la guerra de Irak y principalmente tras la muerte del cámara de la cadena José Couso, abandona (es despedido) tras ser incapaz de remontar el notable descenso de audiencia de un informativo, el de las nueve, que concentra la mayor batalla de prestigio e influencia en la televisión. Tras la llegada de Gabilondo y como último intento de salvar la situación, el telediario fue trasladado de las 20:30 (hora habitual desde hacía años) a las 21:00 con un formato condensado de 25 minutos sin anuncios. Tras unas semanas de prueba, viendo que el invento no acababa de arrancar y que A3 se afianzaba cada vez más en el primer puesto (Matías Prats ha alcanzado increíbles picos de audiencia de hasta el 30% durante la semana pasada) T5 se ha decidido a lanzar un órdago y no sólo despide a Valentín sino que lo sustituye por Pedro Piqueras, hasta ahora una cara siempre asociada a la competencia. Piqueras, hasta hace pocos días director de RNE y moderador del programa de debate Enfoque en TVE, parecía en negociaciones para reincorporarse a A3 (su casa durante casi diez años) pero la oferta de T5 debe haber sido imposible de rechazar.

Esta situación plantea una nueva mesa de juego en la batalla encarnizada de los informativos. Hasta ahora la audiencia progresista tenía tres opciones donde elegir: el romanticismo progre de Milá, el personalismo progre de Gabilondo o el profesionalismo progre de Valentín (esta dispersión en la oferta progresista es una de las razones del liderazgo de A3 que concentra a todo el público conservador, mayoritario en esa franja horaria). La llegada de Piqueras abre nuevas incógnitas: ¿mantendrá T5 el tono izquierdoso de sus informativos en consonancia con el tipo de espectadores de la cadena? ¿Girará hacia la derecha para recoger los réditos de hacer oposición y así competir directamente en el mismo campo de A3? ¿Conseguirá evitar el hundimiento de T5 en un campo tan estratégico como el informativo?

A Piqueras a pesar de lo que piensa bastante gente no le debiera costar adaptarse a ninguna de las dos posibilidades presentadas. Es bueno recordar que comenzó su carrera en televisión presentando los informativos de TVE en 1988, en plena época felipista. Por otro lado no hay que olvidar que T5 está dominada por Mediaset, es decir Berlusconi y por ello no sería de extrañar el giro que planteo en la segunda pregunta puesto que sería un reposicionamiento natural.

Lo iremos viendo y contando. Lo que sí se asegura T5 con Piqueras es ese rostro conocido y respetado que, como ya mencionamos en otro mensaje anterior, tanto necesita y demanda la audiencia de informativos.

"Sábado Noche", la confirmación de un naufragio

La amnesia de Caffarell en torno al modelo de televisión que defendió a su llegada al Ente Público está viviendo una de sus crisis más agudas con la última apuesta de entretenimiento para los sábados por la noche. “Sábado Noche” (ni siquiera la imaginación da para otro título) es una confirmación del naufragio de la propuesta televisiva de TVE propugnada por los ideólogos de la Era ZP, una propuesta que tenía vocación de provisionalidad pero que, vistos los ritmos del manoseado Comité de Sabios, parece que ha venido para quedarse. Durante años, la parrilla sabatina mantuvo estoicamente en cartel el formato “Velada Made in Moreno”, consistente en una equilibrada conjunción de presunto humor, pechugas enlentejueladas y varietés de Tercera Regional. Los hábitos de la sociedad española han cambiado, de manera que la noche del sábado, antaño un terreno idílico para los cazadores de target, se ha convertido ahora en almacenes de sillones vacíos y abuelas soñolientas. Desde este planteamiento, las veladas de Moreno resultaban perfectas: qué mejor forma de irse a la cama para una anciana que degustar un poco de carne joven y atlética, humor blanco y canciones de toda la vida. El problema del nuevo formato es que es lo mismo de antes, pero sin serlo. “Sábado Noche” es como coger el programa de Moreno y aplicarle una capa de barniz progre y desenfadado. Desde este nuevo concepto, el despechugamiento de speakers como Juncal Rivero o María José Suárez es derrocado a favor de unos presentadores más informales (Naomi Gaitán y Josema Yuste), dispuestos a perpetrar sus propios gags y a simular, si hace falta, una presunta e insípida tensión erótica. Pero el resto es lo mismo: folclore intravenoso (la contratación de la Pantoja debe ser, a buen seguro, lo más caro del programa), ambiente de fiesta de hotel para pensionistas y humoristas de verbena (otra vez Garó y “El Linterna”). Viendo lo visto, y siendo honestos, ¿no era hubiera sido mejor mantener lo que ya había? Cuánta razón la del Ingenioso Hidalgo, cuando, escuchando a su fiel escudero disertar sobre el desagradable hedor de sus deposiciones, lanzó aquel célebre consejo: “Mejor es no meneallo, Sancho”.

2006/01/24

Una reposición sólo comprensible desde la nostalgia

Ahora que en España asistimos a un momento audiovisual de eflorescencia orientalista, que abarca desde el cine (Kitano, Kar-Wai, Kim Ki-Duk) hasta el dibujo animado (Shin-Chan, Chihiro y demás “anime”), pasando por el comic (el ineludible Manga) o cualquier otra forma de expresión artístico-espiritual (Feng Shui, Tai Chi y demás cacofonía), parece sorprendente que una de nuestras privadas se deje caer con la reposición de uno de los más tristes engendros audiovisuales asiáticos de los últimos años: me refiero a la reemisión, en Cuatro, del programa “Humor Amarillo”, en horario matinal de fin de semana. Y es que, ciertamente, había mucho para escoger, antes que este producto cuya reposición resulta difícilmente comprensible si no es desde la nostalgia. Por mucho que algunos se empeñen en adecentar el producto, aduciendo que en él se sitúa la génesis del posterior talento de Takeshi Kitano (sí, en efecto él era el general Takeshi), resulta incontestable que, primero, se trata de un programa absolutamente infumable (ya digo, desde el planteamiento de un espectador medio, con suficiente espíritu crítico y una aceptable capacidad de discernimiento), y, segundo, y lo que es más grave, resulta totalmente denigrante para los ciudadanos asiáticos. El propio nombre del programa es claramente ofensivo, pero no menos que los comentarios xenófobos perpetrados por los radiadores de la versión española (Chino Cudeiro y compañía), algunos de ellos todavía pululantes en la radiofrecuencia nacional. Estoy cansado de escuchar las furibundas y reiteradas críticas contra la publicidad y la televisión por parte de todo tipo de asociaciones de defensa de los derechos civiles, empezando por las que enarbolan la bandera de la no discriminación sexista en anuncios de champús y terminando por las que abogan por la defensa del chinchorro volador, pero en todos los años que duró este programa no escuché ni una voz crítica contra “Humor amarillo”. Mucho me temo que asistiremos a la emisión de los 100 capítulos por la Cuatro sin que nadie interrumpa este silencio. Si se tiene claro, la cosa resulta más sencilla: más o menos educado, más o menos correcto, lo cierto es que todos llevamos un racista dentro.

2006/01/23

Antena 3: La telerrealidad se perfecciona

Lo visto este fin de semana en los informativos de Antena 3 supone una vuelta de tuerca dentro de la tendencia amarillista de los noticiarios de la privada, y sienta un verdadero precedente que habrá que seguir muy de cerca de cara al futuro tratamiento mediático de los actos delictivos. Nos estamos refiriendo al caso del asesino del conductor que atropelló accidentalmente a su hija, Ricardo Suárez, huido de la justicia desde el 8 de enero y que durante este fin de semana ha vuelto desde Portugal hasta Sevilla acompañado por un equipo de televisión de Antena 3. El regreso de Suárez a Sevilla ha sido seguido muy de cerca por la privada, que en sus informativos ha ido regalando a la audiencia diversas entregas de esta vuelta a casa, a través de una auténtica Romería del Morbo. En estos informativos, hemos podido conocer de cerca los recovecos del alma de un hombre que asegura no ser un asesino, y tan preparado para asestar 11 tiros a bocajarro como para detenerse en una estación de servicio y derrochar toda su liquidez en obsequios para sus hijas. El seguimiento mediático de asesinos y homicidas es algo muy norteamericano, que se remonta a las hazañas hemerográficas de Billy The Kid y que tiene una gran continuidad a lo largo del siglo XX, comenzando por Bonny & Clyde y terminando por los últimos destellos audiovisuales de las persecuciones televisadas. Ahí no hemos llegado aún, pero el caso de Sevilla sienta las bases de unas nuevas reglas del juego. El hecho de que el informativo de Antena 3 sea el más seguido (un seguimiento que, gracias a la cuota de este fin de semana, ha aupado a los noticiarios de la cadena al Top Ten de los espacios televisivos más vistos) nos pone sobre aviso acerca de una nueva tendencia que a buen seguro no será aislada. La telerrealidad, asumámoslo, es el futuro. Una telerrealidad que se perfecciona cada día, y que ha encontrado en Antena 3 (no podía ser en otro canal) la modalidad que en España aún nos faltaba: el Reality de la Sangre. Cabe imaginar qué hubiera pensado Capote de este circo. Probablemente, que lo suyo era literatura infantil.

2006/01/22

¡Qué grande fue el cine!...con Garci

Diez años ya. Diez años hace que apareció el que ha sido oasis cinematográfico de muchos en el desértico erial de inteligencia que es el prime time de la televisión en España. Han tardado un tiempo, sí, pero ya han conseguido eliminarlo. Hace poco más de un mes que dijimos adiós a ¡Qué grande es el cine!. Era inevitable. Sectarismos mandan. Garci permitió a muchos, entre los que me encuentro, descubrir un cine diferente (presentado en un contenedor de calidad) a una edad perfecta para comenzar a amarlo y devorarlo con pasión. TVE cubría con su programa una de esas pretensiones de servicio público que debiera siempre cumplir pero que habitualmente incumple.

Gracias a él y a su pasión por el cine desentrañé por primera vez la infancia de Ciudadano Kane, amé a esos perdedores infinitos que entre una partida de billar y otra destrozaban sus vidas en El buscavidas, descubrí que el hambre podía ser divertido e inteligente con la bota-filete de Chaplin en La quimera del Oro, saboreé el sarcasmo más terrible y divertido de Primera plana, canté a pleno pulmón La Marsellesa en Casablanca, bailé y canté borracho de amor bajo la lluvia, fui un centauro del desierto acosado por mis propios fantasmas, descubrí un monolito alienígena mientas hablaba Zarathustra, me peleé junto a Rocco y sus hermanos, aspiré el humo eterno de Lauren Bacall, me persiguió un diablo sobre ruedas, recibí cartas de desconocidas, sentí vértigo mientras miraba con terror a los pájaros, me mantuve en tensión mientras NuevaYork dormía, calmé mi sed de mal degustando deliciosas sopas de gansos y todavía no estoy seguro de si no fui yo el hombre que mató a Liberty Valance...

No sólo tengo buenos recuerdos de las películas que Garci programó. Escribo este mensaje para reivindicarlo a él y a su siempre denostada cuadrilla. No recuerdo que jamás hayan respondido a ninguno de los muchos ataques a los que han sido sometido. Ataques principalmente ideológicos e idiotas. Yo he disfrutado también con muchas de las tertulias. Ya sé que decir esto no suele estar bien visto. Aún estando en contra de muchas de las opiniones, apreciaciones, filias y fobias que allí se vertían he aprendido mucho de ellas. Tal vez lo más importante: amar al cine sin reservas, sin cortapisas impuestas por modas. Porque eso es lo que más me atraía de esta gente, se sentaban allí, con sus cigarros y sus corbatas, a hablar de lo que más les gustaba, a discutir con fervor sobre algo a lo que han dedicado una parte importante de sus vidas: el cine. Y no hablo profesionalmente sino como aficionados. No puedo dejar de sonreírme al recordar la sempiterna pipa de Miguel Marías, el aporte de datos en plan pesado de Eduardo Torres Dulce, los balbuceos dubitativos de Oti Rodríguez Marchante (mejor dotado para la escritura que para la retórica) la pedantería ilustrada de Juan Manuel de Prada, los invitados puntuales como Antonio Muñoz Molina o Umbral, el sarcasmo resabiado de Juan Miguel Lamet (a él le debo algunas divertidas anécdotas de cuando veía las películas con mis hermanos, como aquélla en la que acusaba de prestidigitador a Spielberg)...

Dos mandamientos marcaban todas sus tertulias: amarás a John Ford sobre toda las cosas y si se proyecta cualquier película de dicho dios, sea la que sea, hay que terminar hablando de Centauros del desierto.

Nunca he sido fan ciego de nadie y por supuesto que también veía y me cargaba lo que tanta gente les criticaba: pedantería ocasional, el peloteo que se traían entre ellos, la incapacidad de discutir de cine con mujeres (se les veía incómodos cuando traían a alguna de ellas para cubrir la cuota femenina) cierto anclaje en el cine clásico (principalmente norteamericano) o su evidente falta de entendimiento de las claves del cine hecho más allá de los 80 (mítico fue el debate de Blade Runner donde sólo se salvó Prada mientras Garci, perdido, terminaba llevando la película al terreno conocido de Fritz Lang)...pero estos tipos no eran dogmáticos, transmitían pasión, entusiasmo, sabiduría y afición. Y eso es demasiado difícil de encontrar hoy en día en cualquier discusión, ya sea en la calle o en los medios de comunicación como para no valorarlo. Sólo hay que fijarse en los debates de Versión Española.

La crítica a Garci y sus compadres tiene su origen en la puñetera manía que hay de politizar a todo el mundo y esta gente además, era fácil y dócilmente etiquetables como de derechas y conservadora. Pecado terrible en el ámbito cultural de este país. Que yo sepa Garci jamás ha hecho pronunciamientos políticos, sólo ha hablado de cine (no como otros que se promocionan hablando de golpes de estado ficticios...)

En el acoso (que no crítica, de ésa no se debe salvar nadie) constante que ha sufrido durante estos diez años se han distinguido claramente dos grupos: los progres de salón, que separaban las películas que emitía (que defendían) de las tertulias que hacía, a las que criticaban con esa media sonrisa de superioridad que sólo da ser tan progre (....sí, sí, ésa) y los que sin ser capaces de ver una película que no sea posterior a La guerra de las galaxias, se dedicaban a opinar sin base ni conocimiento. Quedaría un tercer grupo (por lo menos más sincero) que, en la línea de Carlos Boyero, cuando les preguntaban la causa de su manía a Garci no se ponían a divagar hablando de supuestas ideologías o pretendidas pedanterías sino que directamente decían que no lo soportaban porque les producía grima. Con eso les bastaba. Pasaban de discutir más. Ésa, al menos, me parece una posición más entendible porque...¿Quién no soporta alguien sin más, porque sí y ya está?

Por lo tanto, para terminar, tras diez años defendiendo con argumentos entre amigos y conocidos a Garci, a su programa y a sus tertulias y ahora que ya tristemente ha desaparecido de la televisión, he decidido, retrospectivamente, vengarme del tiempo perdido y enviar a tomar por saco a todos los integrantes del primer y segundo grupo de detractores que he conocido. Por lo menos así, sin necesidad de argumentar, conseguiré estar mucho más cerca de sus posiciones y...descansar.

2006/01/20

Razones de un liderazgo

Desde hace ya unos meses el informativo que presenta Matías Prats se ha convertido en líder de audiencias en su franja horaria. No es un hecho que deba pasar por alto pues salvo en el caso de Francia en ningún otro país europeo y por supuesto tampoco antes en España, se había dado el caso de que un informativo de una cadena privada fuese el más seguido. Para conseguir este hito yo creo que se han dado una serie de circunstancias que me parece que explican bastante bien las razones de este hecho y desde luego, echan por tierra esa imagen de gran profesionalidad y buena gestión que se está dando del equipo de informativos de A3 y de su directora Gloria Lomana. La primera de ellas y la más importante fue el desgaste sufrido por los informativos de TVE bajo la dirección del insigne Urdaci. Todos recordamos su maravillosa exposición, con fondo negro y tenebroso, informando de la condena judicial que le obligaba a la rectificación ante aquel desconocido sindicato que él llamó ceceoo. Tras los atentados del 11 de marzo parecía haber un clamor popular en contra de los responsables de la desinformación y manipulación de TVE (que aunque no fue la única que se dedicó a ello fue de las que más se significó). El desgaste fue terrible, pero las quejas provenían principalmente de personas que habitualmente no ven los telediarios y que por la entidad de lo que sucedía buscaban información y culpables debajo de cada roca mediática. Tras el triunfo del PSOE en las generales (y la correspondiente purga en TVE..... ¡qué independiente es el ente público!) llegaron Fran Llorente, Milá y su cuadrilla que de manera idiota y ridícula se enzarzaron en la polémica infantil y estéril de corbata sí o corbata no. Como si con ello fueran más libres. Esas tonterías, la falta de fuerza en la imagen de Milá (él no pretende cultivarla, por otra parte) y las terribles batallas políticas subyacentes siempre con el ente público ocasionaron la huída del segmento tradicional de público del informativo de las nueve, es decir, personas mayores con vocación más bien conservadora que no se acoplaron al estilo Milá de dar noticias y que buscaron una cara conocida, respetable, con carisma y no salpicada por batallas políticas. Y encontraron a Matías Prats. Ahí radicó el gran triunfo de A3, en estar en el sitio adecuado en el momento justo, esperando con los brazos abiertos a ese público cansado de política. Si a esto le unimos el tipo de información que ofrece la susodicha cadena, repleta de amarillismo hasta la náusea, mezclando tonterías terribles explicadas con gran seriedad por Prats con otras que causan alarma social y gran impacto e incidiendo en los miedos de la gente (robos, violaciones, menores asesinos, bandas callejeras, cámaras ocultas...) tenemos el cóctel perfecto para conseguir ese liderazgo del que estamos hablando.
Dejaré para otro día discutir sobre la pretendida falta de ideología (equilibrio neutral dirán otros) de los informativos de A3 y la que parece que tienen los informativos de las demás cadenas puesto que la misma elección de las noticias y su manera de presentarlas es ya ideología.

2006/01/19

El fútbol manda, también en la Cuatro

Poco le han durado a la Cuatro sus principios de abogar por una televisión diferente. Dijo que no a la emisión de películas y también que no a la emisión de fútbol, pero la cruda realidad de la audiencia le ha obligado a retractarse. Después de haber hecho ya sus primeros pinitos con la reposición de películas de cine, esta noche, el canal de Prisa se estrena en el universo balompédico. Lo hace con la Copa del Rey, y pondrá al frente de la emisión a lo más granado de su Carrusel radiofónico. No hay que ser muy listo para imaginar el formato: será como "Maracaná 06", pero en directo y sin las gracietas de Carlos Latre. La emisión de esta noche no debe contemplarse como un hecho aislado: más bien, evidencia un posicionamiento del canal con respecto al fútbol, sobre todo cuando está en ciernes la negociación para hacerse con los derechos de emisión del Mundial de Alemania. Visto que el Canal 6, el último de los que se incorporarán a la parrilla de la televisión en abierto, no podrá competir por estos derechos debido a problemas de alcance territorial (su emisión no llega al 100% del territorio), Polanco ha decidido apostar fuerte por la competición. Es muy consciente de que, al margen de toda la "ideología" sobre el estilo peculiar y diferente del canal, el fútbol es el único resorte que puede contribuir al posicionamiento de Cuatro dentro de la oferta nacional en abierto.

2006/01/18

Las consecuencias de un mal reparto

Daniel Ruiz

Macbeth no dejará de ser nunca una obra maestra, pero de las representaciones de la obra ha habido muchas francamente olvidables. Salvando el abismo, algo así se podría decir de lo visto en el debate de ayer del programa “Enfoque” (22.30, La 2), presentado por Pedro Piqueras. Porque el planteamiento inicial parecía muy interesante: un debate sobre el nuevo Anteproyecto de Ley de Dependencia, en principio un asunto bastante atractivo por su marcada dimensión social y por el interés ciudadano que suscita. En principio, no había por qué temer un mal desenlace. Acostumbrados a los debates vacuos y chacineros con los que nos vienen agasajando las privadas en los últimos años (“Gran Hermano. El Debate”, “TNT” y demás quincalla), “Enfoque” plantea un formato de debate clásico donde la palabra y la argumentación sustituyen al alarido y la silicona, y donde las intervenciones, aunque breves, son los suficientemente extensas como para tener un componente divulgativo. Sin embargo, por mal que pese, el debate de ayer acabó truncado. La culpa, hay que decirlo, no fue de Piqueras (que muy pronto abandonará el Ente para volver a Antena 3), sino del perfil de los ponentes elegidos. Es lo que decía: el guión, como el texto de Shakesperare, era más que decente, pero el plantel de actores parecía de Juzgado de Guardia. La presencia de Amparo Valcarce, secretaria de Estado de Servicios Sociales, estaba justificada por su condición de representante estatal, pero probablemente ni el propio Piqueras se imaginaba que iba a tener un comportamiento tan mediocre e insustancial. Durante todas sus intervenciones (que, tristemente, no fueron pocas), se limitó a recitar su retahíla propagandística sobre la Ley, sin dejar ningún resquicio al matiz y transmitiendo una sensación de folleto hablante. La que, probablemente, no estaba muy justificada era la presencia de Ana Botella, que comparecía en calidad de concejal de Asuntos Sociales del Ayuntamiento de Madrid. Desde la entrada del nuevo Gobierno, la incorporación de políticos del PP a todos los debates y espacios de opinión promovidos por el Ente se ha convertido en una consigna, lo que a menudo –tal es el caso- malogra espacios a los que inicialmente se les presumía un mayor interés. Como no podía ser de otro modo, el debate se convirtió en un duelo dialéctico entre las dos representantes públicas, un debate que muy pronto perdió la perspectiva del asunto del día y se diluyó en cuestiones de política nacional. Valcarce recriminó a Botella la desidia del PP en materia social durante su mandato. Botella, que salpicó su discurso con algunos latiguillos bastante familiares (“mire usted” fue uno de los más repetidos), criticó la falta de compromiso del PSOE con el Pacto de Toledo. Para más INRI, además, las dos mujeres aparecían confrontadas a uno y otro lado de Piqueras, con lo que se incrementaba la sensación de que asistíamos a un debate electoral. Pero todo no acababa ahí. Porque otra de las ponentes era Isabel Gemio, la archiconocida periodista pseudorosa, ahora implicada, por circunstancias familiares, en la defensa de los desprotegidos. Por momentos, la Gemio olvidaba que no se encontraba en el plató de “Lo que necesitas es amor”, y capitalizaba el debate elevando el tono, haciendo morisquetas cariñosas y, que es lo peor, buscando la complicidad de Javier Romañach, el único miembro salvable de todo el debate, que por momentos, con determinados silencios y muecas, transmitía una sensación de incredulidad. Probablemente era Romañach el más cualificado para incorporarse al reparto de Macbeth, pero como Banquo, el único personaje decente del drama.

Jon Stewart sí merece un Oscar

Miguel Iribar

Confieso que nunca compartí el increible alborozo que la Gala de los Oscar suscita en pequeños y mayores de todo el planeta. Si alguna vez seguí algunas horas de esta larga y tediosa sucesión de sobres mal abiertos y de estrellas más o menos luminosas o gastadas, esta apología de la anorexia y esta estomagante demostración de “todos aquí somos artistas, todos nos amamos y nos respetamos, pero si no tienes glamour, deberías morir”, era más por obedecer los dichosos y hormonales impulsos propios de la adolescencia que debido al interés por los canturreos del himno americano, los hipócritas aplausos de los perdedores o los chistes baratos de Billy Crystal y compañía. Sin embargo, este año el Teatro Kodak y su alfombra roja ofrecen algo atractivo en su 78 edición: la presencia como anfitrión del evento del cómico Jon Stewart, cuyo “The Daily Show” en la cadena Comedy Central es, sin exagerar demasiado, uno de los mejores informativos de humor de la historia de la televisión mundial, y sin duda alguna, uno de los más críticos en un país en el que no se prodiga la autocrítica, o mejor dicho, cuya autocrítica rara vez llega a nuestros oídos, demasiado ocupados en entender las sandeces del Gobierno del país más libre del mundo, frase que, por cierto, debe aparecer en bastantes películas ganadoras de la consabida estatuilla. El caso es que uno no puede hacer otra cosa que ser optimista y esperar algo digno, inteligente, irónico y políticamente incorrecto, sello inequívoco de este actor frustrado de 43 años que eligió la televisión al ver que el séptimo arte no lo eligía a él, pero a la vez es imposible no sospechar, no pensar en la clásica absorción del anti sistema, en la integración del genio rebelde reconvertido en monigote de José Luis Moreno. Stewart tiene a su favor, eso sí, el haber presentado dos veces los Premios Grammy sin venderse barato, pero eso tampoco nos debe hacer tirarnos sin más en el poco profundo pozo de la alegría.

Quisiera aprovechar la ocasión para reivindicar la fórmula del informativo con humor, formato que no termina de entenderse ni extenderse en nuestro país, tal vez por la dificultad que tiene ser tan corrosivo en una cadena generalista (recordemos que el Daily Show es, al fin y al cabo, un programa de tv por cable), tal vez por el no siempre reconocido miedo y papanatismo que muchos comunicadores tienen a lo políticamente incorrecto en un país que, por qué no decirlo, sigue siendo, periodísticamente hablando, un patio de vecinos y cotorras donde no se perdonan demasiadas salidas de tono; programas como el actual Caiga Quien Caiga, deficiente hermano menor del anterior, o Noche Hache, que cada día va a mejor pero que carece de resultados de audiencia que le hagan justicia, son casi los únicos ejemplos vivos de un género que intenta combinar dos cosas a menudo escasas en el panorama audiovisual: información crítica y humor inteligente. Por el momento, la respuesta a la primera cuestión planteada tendrá lugar el próximo 5 de marzo, demasiado tarde, como siempre, y verla le costará dinero si nadie se lo ha regalado para Reyes.

2006/01/17

"El tomate" empieza a oler a podrido

La irrupción de una nueva telenovela en la sobremesa de Telecinco ha asestado un primer y duro golpe a “Aquí hay tomate”, el programa más cuchitrilero y basurero de todos los que se pasean por la televisión nacional, al retrasar su horario de emisión y vetar su consumo a los miles de trabajadores de jornada partida que lo siguen con una mezcla de soñolencia y presunto desprecio. En los últimos tiempos, este espacio ha ido evidenciando un cansancio en su formato que ha favorecido el éxodo del público hacia otras propuestas más inteligentes (Channel 4) o simplemente de mayor interés visual (Pasión de Gavilanes o Los Plateados), con lo que su share ha descendido notablemente. Con la defunción de este espacio (una defunción a la que parece que ni el generoso busto de Carmen Alcaide podrá hacer frente), se dará sepultura a todo un género que encontraba en “el Tomate” su expresión más barroca y manierista. Siguiendo a Arnold Hauser, habría que decir que el espacio presentado por Vázquez y Alcaide representa la eclosión del periodismo rosa más hiriente y agresivo, que se inició con formatos de orden clásico y “amable” (con el paradigma del incombustible “Corazón, corazón”) y que comenzó a perfeccionarse gracias a aquel hito –de audiencia- que se llamó “¡Qué me dices!”. Como una pieza oscura de Goya, el Tomate convierte la información rosa en una galería monstruosa, oscura, dañina como un tumor, capaz de sacar de los famosos lo peor de sus entrañas y de los espectadores los sentimientos más infames. El interés del producto reside en la propia disposición de la condición humana para hurgar en las heridas, para ejercer de voyeur del dolor de sus semejantes. Es el mismo mecanismo que propicia fenómenos como el de las "snuff movies", sólo que empaquetado de papel couché y etiquetado como periodismo de investigación. Cuando se bata en retirada, “Aquí hay tomate” portará el dudoso privilegio de haber sido el programa de sobremesa con mayor acumulación de denuncias de particulares y telespectadores (la última, muy reciente, de la Asociación de Radioespectadores y Teleoyentes, a cuenta de la emisión de luchas clandestinas de mujeres). Me extraña que a estas alturas no haya sido denunciado por agresiones a la salud pública. Pero el invento tiene los días contados. El tomate empieza a oler demasiado a podrido, y ya no cuela en ninguna ensalada.

Televisión y fama: una boutade

Nadie podrá decir, echando un vistazo a nuestra televisión, que la democracia no existe. Porque si hay una parcela que ha conseguido democratizarse en España, ésa ha sido sin duda la de la televisión. Y no me estoy refiriendo al abanico de la oferta, que más bien es famélico y deja mucho que desear; me refiero al acceso de los ciudadanos a la categoría de personaje televisivo, a su facilidad de conversión en objetos “parrillables”. Hoy más que nunca, la fama televisiva se presenta como algo que está al alcance de cualquiera. No es necesario el talento, ni demostrar una especial capacidad para desarrollar una habilidad concreta. Matizo: se requiere una capacidad instintiva de arribismo, y una predisposición sin condiciones a dejar a un lado la dignidad, la moral y la vergüenza. “Cajatonta”, en un alarde de vocación democrática, no quiere dejar pasar la oportunidad de ofrecer a sus lectores algunos de los mecanismos más comunes para alcanzar la fama televisiva. Uno que está muy en boga es el de la “Cópula imaginaria”. Vd llama a cualquier programa rosa, y simplemente asegura que se apareó con el famoso de turno. Siempre se gana enteros si el famoso con el que se presume el apareamiento pertenece al mismo sexo que el denunciante, y hasta el momento no ha trascendido que dicho famoso sea homosexual. Como mínimo, para garantizar una repercusión razonable, el famoso debe tener una pareja en el momento de la denuncia. Desde luego, todo lo que se haga para ganar en credibilidad sumará puntos. Suele funcionar bien, por ejemplo, haber coincidido con un famoso en una sala de baile, o haber conocido al famoso/a cuando éste era todavía un ciudadano anónimo. Al comienzo de la maniobra, es cierto, todo parecerá difícil, pero bastará con que el famoso aludido interponga una querella para que el dispositivo empiece a marchar sobre ruedas. Enseguida le lloverán contratos para hacer bolos, y le invitarán a saraos, e incluso, si logra dar juego, le perseguirán por la calle. Hay otras fórmulas también bastante recomendables, aunque la fama no sobreviene de forma tan inmediata. También está muy de moda, por ejemplo, la del “Cante en directo”. Se hace así: primero, consiga colarse en algún programa o espacio que se retransmita en directo (concursos, entrevistas, conciertos, partido de fútbol...). Segundo, en el momento en que Vd. aparezca en cámara, haga la cosa más disparatada que se le ocurra. El motivo político-reivindicativo está muy visto y ya no vende, así que descártelo de partida. El desnudo sigue provocando rubor, de manera que es una buena opción, sobre todo si es Vd. una maciza con dos buenas razones de entrada: despelótese, muéstrese desvergonzado/a, espontáneo, natural. A partir de ahí, en el siguiente paso, Vd. no controlará el proceso. Los quinientos programas de zapping con los que nos martillea nuestra televisión repetirán su gesta, y a los tres días la estarán llamando para algún programa de lunáticos (“El loco de la colina” sería una buena opción). Ahí sí tendrá que darlo todo: en la entrevista deberá decir cosas disparatadas; no descarte ni siquiera la abducción marciana, y por supuesto, esté dispuesto nuevamente al ejercicio de pelota picada. Hay más formas de alcanzar la fama. La siguiente es algo más complicada: se trata de la “conducta asocial”. Para ello, deberá antes superar los complicados castings para entrar en un programa de telerrealidad. Si logra esto, todo está resuelto: en la granja o en la casa o en el tren o en el autobús o en donde le toque, compórtese de la forma más grosera, impertinente, maleducada y cruel que encuentre. De la noche a la mañana estará posando para el "Hola". En cualquiera de los casos, si quiere hacerse famoso en televisión, lo que tiene que tener muy claro es una cosa: bajo ningún pretexto, trabaje ni estudie ni maneje su vida con honestidad. Todo fin se rige por unos principios.

2006/01/16

¿Qué hacemos con esto?

El culebrón de "Vientos de agua" y sus pésimos resultados de audiencia sigue adelante. Ahora Telecinco acaba de anunciar que desplazará el día de emisión (una vez más), llevándose la serie al viernes por la noche. Los programadores de la cadena están desgastando el parqué de los pasillos, y no paran de darle vueltas a esta patata caliente que nadie esperaba. En principio, no parece que el cambio de día vaya a solucionar muchas cosas. Tristemente, la serie tiene poca competencia frente al circo de "¿Dónde estás corazón?" y su extenso catálogo de aberraciones catódicas. ¿No funcionaría mejor en domingo?

Carne para todos

Telecinco será la última en montarse al carro de las telenovelas sudamericanas de sobremesa. Lo hará, al parecer, a partir del 24 de enero, emitiendo “Amor en custodia”, un culebrón argentino que viene avalado por una cuota de share de más del 50%, con la que pretende desquitarse de los malos resultados de audiencia que viene arrastrando en la franja horaria comprendida entre las 15.30 y las 17.00 horas. Con esta última incorporación, ya son todas las cadenas, con la excepción de Cuatro, las que están apostando por la ficción sudamericana en el horario de sobremesa, algo que merece, cuando menos, una reflexión, ya que se trata, tras la nocturna, de la franja horaria de mayor audiencia en televisión. La apuesta de los canales por la ficción sudamericana no es nada nueva, lo que sí parece haber cambiado es el tono y el estilo de las series elegidas. Ahora se impone un nuevo concepto “cárnico-visual”, donde imperan los torsos en aceite, el carnaval de tetamen y la iconografía del porno aséptico americano, sin porno pero con un completo despliegue de sombreros, botas de punta y carne bronceada. El producto sigue teniendo la misma escasa calidad que las series que crearon escuela y que muchos recuerdan con nostalgia (“Los ricos también lloran” o “Cristal” entre las más rememoradas), sólo que ahora el componente erótico, algo más velado en las series de las otras décadas (con significativas excepciones, como la brasileña “Dona Beija”), se ha convertido en el principal reclamo de cara a la audiencia. Una audiencia, la española, bastante más desprejuiciada que la de hace algunos años, y dispuesta a engullir sin cortapisas un producto abiertamente erótico que comparten sin sonrojarse las amas de casa aburridas, sus maridos ávidos de exuberancia y los niños que ya no van siendo tan niños, y que aprecian y valoran las bondades estéticas de un producto que sortea gracias a la ambigüedad y la sugerencia las sanciones aplicadas por la Administración por emisión en horario inadecuado. Se trata, por tanto, de un formato que funciona. Lo que no se entiende es: ¿por qué la producción nacional no es capaz de “lanzarse” con este tipo de productos? Es malo, ya lo sabemos. ¿Pero acaso es mucho peor que la mayor parte de la ficción patria? Muy probablemente, se trata de cierta posición subjetiva de superioridad, una suerte de combinación de dignidad y escrúpulo que impide a los productores españoles rebajarse ante esta fórmula de éxito ideada por sus hermanos menores. A lo más que han podido llegar es a producciones como “Amar en tiempos revueltos”, el serial que emite TVE1 y donde una vez más el argumento vuelve a desarrollarse sobre el recurrente y machacón telón de fondo de las dos Españas.

2006/01/13

Del Estatut y la industria audiovisual


En plena euforia del debate sobre el Estatut Català (una euforia que se limita, más bien, a la clase política, ya que a estas alturas los ciudadanos estamos bastante cansados de esa cantinela), parece interesante plantear un debate sobre la contribución de la industria audiovisual catalana a la producción televisiva nacional. Se ha discutido mucho sobre la existencia de una sensibilidad “catalana” en el ámbito de la producción televisiva. Esta sensibilidad queda personificada en la figura del emergente Andreu Buenafuente, y viene a asociarse con una forma de hacer televisión basada en la combinación de humor y elegancia, una producción de gran factura y ciertas ínfulas de europeísmo en el tono. Es el modelo defendido por productoras como El Terrat, que han sabido exportar (con perdón del término) sus programas a los principales canales generalistas y a alguno que otro especializado, y que ahora se ensalza como la fórmula audiovisual del éxito. Desde luego, no es oro todo lo que reluce, pero también desde luego las propuestas de El Terrat están muy por encima de la media de la producción nacional. Algunos voceros ya se han adelantado a anunciar un inminente declive de Buenafuente debido al estancamiento del índice de audiencia, pero lo que se olvida es que el Rey Muerto, Javier Sardá, y su Crónicas Marcianas, también eran un producto 100% catalán. Ahí es donde se fastidia el invento, porque si hay una productora que ha contribuido a la degeneración de la televisión española en los últimos diez años, ésa ha sido, sin duda y por encima de todas, Gestmusic, la responsable de Crónicas, una productora con una sensibilidad bastante diferente de la defendida por El Terrat. No hace falta aportar muchos avales: Operación Triunfo, Hotel Glam, La Granja de los Famosos, El Castillo... Un nutrido plantel de producciones donde el único mérito reside únicamente en la capacidad de los ojeadores de la productora para descubrir y remozar programas de otros canales internacionales. Dicho esto, en lo que Gestmusic sí tiene, de momento, la batalla ganada es en los índices de audiencia. Y ahí ya no hay mucho que hablar, porque mientras la tele sea la tele, eso es verdaderamente lo único que cuenta.

2006/01/12

Iñaki, en el punto de mira


Me sugiere mi compadre que escriba algún artículo sobre el informativo de Iñaki. Lo cierto es que resulta algo incómodo tirar los trastos a un periodista que, al margen de toda la humareda generada en torno al tratamiento informativo de las últimas elecciones generales (donde caben opiniones para todos los gustos), ha tenido una trayectoria intachable como profesional y como prescriptor y referente mediático a lo largo de los últimos 50 años en nuestro país. Tan incómodo como, por ejemplo, haber reprochado a Matías Prats (padre) su connivencia obligada con el antiguo régimen o su prosodia flemática de NoDo, a la que todos al final acabamos cogiéndole cariño. Pero hay que decirlo: como producto televisivo, el informativo de Gabilondo, de momento, no funciona. Hay que dar la razón a las picantes parodias de HomoZapping, cuando presentan a un Iñaki con auriculares y manejándose como si dirigiera el informativo desde una cabina de radio. Se desenvuelve de manera torpe, con una torpeza que a veces incluso transmite candidez. Empezando por su postura frente al objetivo, que varía de forma constante, como si unas hemorroides agudas le evitaran mantener la apacibilidad. O por sus manos, que no acaban de acostumbrarse a no palpar los auriculares y se deslizan como culebrinas hambrientas por la mesa. O, lo que resulta más grave, su tozudez –prefiero pensar que no incapacidad- en la renegación del telepronter, y su osadía a la hora de enfrentarse a las noticias “a pelo”, sin guión, lo que frecuentemente desemboca en balbuceos, titubeos y rectificaciones innecesarias. Dicho todo esto, también conviene matizar algo: desde luego, Gabilondo no es Matías Prats Jr. Por mucho que a muchos les resulte dinámico y entretenido el informativo de Antena 3, Prats no deja de ser un bustoparlante con una impecable dicción, apoyado sobre un equipo de redactores muy familiarizados con el discurso televisivo (aunque a veces hagan gala de un humor muy dudoso). Iñaki, al menos es su deseo, aspira a ser un Peter Jennings o un Dan Rather, un telepredicador de prestigio y solvencia capaz de alternar la información con el comentario (desde luego, es el más opinativo de todos) y con vocación de ejercer de referente moral, en la línea de la corriente periodística tradicional que defiende las tesis del Cuarto Poder. Particularmente, pienso que, si es capaz de no rendirse, Gabilondo puede llegar a construir un muy buen informativo. En gran medida depende de él, de su docilidad y capacidad para adaptarse al formato, pero también de la gente que le rodea. De momento, cuenta con el crédito de más de 40 años de experiencia, algo de lo que muy pocos que están en televisión en activo pueden presumir.

Se cargaron el porno


Linda Lovelace, la mítica “Garganta Profunda” de los años 70, falleció hace ya cuatro años, pero todo el espíritu de lo que representaba murió mucho antes. Me refiero a ese intento fallido que se llamó la ficción pornográfica, y que vivió con el emblemático título de Gerard Damiano, en una sola existencia, todo su esplendor y decadencia. Resulta desolador comprobar cómo un género de tan corta vida (es cierto, la pornografía empezó con los Lumiere, pero la ficción pornográfica, con claqueta y guión, no tiene más de cuatro décadas) ha acabado convirtiéndose en el más mediocre, aburrido y carente de talento de todos los que se sitúan en el espectro audiovisual, lo que no es poco teniendo en cuenta la ínfima factura de muchos de los productos destinados al consumo masivo. No sería justo afirmar que “Garganta Profunda” es una buena película, pero sí sería del todo injusto concluir con que esta obra no supone un culmen dentro del género. Que la cumbre de un género se alcance con la primera obra resulta algo insólito. De acuerdo, podrá aducirse, que el género pornográfico tiene grandes limitaciones por su propia condición, por su destino como producto, pero, ¿no podía evitarse tanta mediocridad? ¿Era realmente imposible producir algo mínimamente digerible? No nos engañemos: el porno es incompatible con el arte y ensayo; nadie tendría la desfachatez de reivindicar a un Truffaut en el género. Sin embargo, también es producto de entretenimiento. ¿Y es que acaso una buena comedia no entretiene? ¿Y es que acaso no hay musicales casposos y pésimos en la misma proporción en que otros son considerados verdaderas obras de arte? La mojigatería y las limitaciones intrínsecas son escollos indudables del porno, pero tiene que haber algo más. Y ese algo más es la televisión. El vídeo, como cantaban los lobotomizados Buggles, asesinó a la estrella de la radio. Y la televisión, como podría llorarse ahora, mató a la estrella del porno. Qué es sino eso lo que se ha logrado con las emisiones maratonianas de sicalipsis de madrugada: el consumo indiscriminado de acrobacias y anatomía, el canjeo del erotismo y la sugerencia por una ruleta interminable de lucha libre sin palabras que nos devuelve a nuestra animalidad más primaria. Así, ¿quién quiere imaginación? ¿A quién le importa la creatividad? Se lo han cargado. Se han cargado el porno. La tele ha propiciado el milagro: con sólo apretar el botón, puedo pasar de un extenso repertorio de cunnilingus a un completo juego de cuchillos por el módico precio de 50 euros contra reembolso.

2006/01/11

Una noche muy romana


En la noche de ayer, martes, la tele estaba muy romana. Muy imperial. En la Cuatro, “Roma” seguía desgranando las intrigas de los conspiradores contra el César. Pero la 1 contraprogramaba con un duelo nada desdeñable: la lucha de dos verdaderos titanes, dos dioses olímpicos del universo televisivo: a un lado, Rocío Jurado, “la más grande”, estrenando una delgadez obligada; al otro lado, Jesús Quintero, “El loco de la colina”, inaugurando su nuevo espacio en el canal público. Enseguida se vio que la lucha perdía fuelle. A Rocío Jurado le dio, sin que sirva de precedente, por mostrarse sincera y por tacañear aspavientos. El resultado fue el de un testimonio simple, sin dobleces ni matices, pero bastante aburrido: como bien sabía Goebbels, la teatralidad es importante, porque entre otras cosas permite disimular las carencias. A Jesús Quintero le dio, como siempre, por hacer de él mismo. Pero la fórmula ya no cuela, por mucho que el andaluz se haya cambiado la dentadura –por dios, qué brillo- y por una vez haya sustituido el whisky solo por el agua. Algo chirriaba. Quizá se trataba de la escenografía, bastante hortera (¿por qué Julio Romero de Torres?; ¿por qué esos vestidos colgados, como de trastienda de cabaretera barata?). Muy probablemente, se trataba de que no era el duelo adecuado. Quizá hubiera lucido mejor un Carlos Herrera, o incluso un Luis del Olmo, en lugar de un Quintero que aún no ha aprendido a disimular sus persistentes vistazos a la chuleta –gracias a su habitual colaborador, Jesús Salvago, las preguntas siguen siendo lo más salvable de sus entrevistas- o que no consigue evitar en ciertos momentos transmitir la impresión de que pierde el hilo de su interlocutor. Porque Quintero está para otra cosa. Lo suyo es el rescate de monstruos urbanos de los bajos fondos, el feísmo goyesco de las tascas de barrio, el esperpento crápula auspiciado por el tinto garrafón. Habrá que esperar a próximos programas para que la Factoría Quintero empiece a destilar sus primeros especímenes. De momento, muchos largos silencios, mucha pose y mucho primer plano de lacrimal. Nada nuevo bajo el sol.

2006/01/10

Vísceras para rato


Siendo benevolentes con el concepto de “Cultura”, y desde el modelo de industria cultural que algunos visionarios lograron imponer en el negocio del entretenimiento –estoy pensando, por ejemplo, en Walt Disney, verdadero creador de una factoría cultural cimentada sobre un imaginario absoluto-, no queda más remedio que admitir la contribución de Telecinco a la industria cultural televisiva de nuestro país. Porque, querámoslo o no, ninguna televisión española ha alcanzado un grado tan notable de sofisticación y refinamiento en la transformación de su oferta televisiva en iconografía de librecambio. Hasta que Telecinco impuso su fórmula, en España sabíamos que la Televisión fabricaba mitos, pero desconocíamos que esos mitos podían, debidamente sometidos a intervenciones infinitas de liftings de imagen, apareamientos transgénicos y toda clase de aberraciones catódicas, sostener por sí mismos una parrilla, en un ejercicio de reinvención permanente. Telecinco ha amamantado y criado a criaturas que, si ayer se comportaban como torpes monstruos, bestias malparidas, hoy engullen a sus creadores. Todos siguen siendo freakies, badarras de tercera, groseros sin mota de cordura y sin pizca de talento, pero la fama del flash y el minuto de gloria les han hecho olvidar a Mary Shelley. En las recientes fiestas navideñas, dándome un paseo por las secciones de juguetería, he echado de menos algo de merchandising sobre los héroes de la parrilla de la Cinco. Esperaba encontrarme algún muñecote de Kiko, ese habitual de “A tu lado”, catedrático de la falta de educación y profesional del insulto indocumentado. O un pack de Judith, Judd y ese tercer andrógino cuyo nombre no recuerdo, que bien podrían haber hecho competencia en los escaparates a las discretas Bratz (si las primeras fueran capaces de mantenerse alguna vez en silencio). Gracias a esta galería de personajes de cera, Telecinco ha logrado imponer una oferta televisiva que, en algunos instantes, despunta en audiencia con programas infames como el ya mencionado “A Tu Lado”, “TNT” o “Salsa Rosa”. Es un negocio redondo al que, tristemente, hay que augurar una larga vida. En el laboratorio de Guadalix de la Sierra ya se moldean media docena de monstruos. Sus cuerpos, tostados por las imágenes, están despertando a una nueva vida televisiva. No hay que impacientarse: tendremos vísceras para rato.

2006/01/09

Vientos de agua: un extraño fracaso


Parece que la nueva serie dirigida por Campanella, "Vientos de Agua", que Telecinco estrenó a bombo y platillo el pasado día 3 de enero no ha logrado cosechar el nivel de audiencia que la cadena esperaba en la semana de su estreno. Pero el coste ha sido elevado (es la producción más cara de la 5 en toda su historia), y la privada no está dispuesta a dar por perdida esta batalla, sobre todo porque muy pocos pueden recordar un producto televisivo que reúna tanta calidad (actoral, gracias al tándem de los Alterio; de guión, por la solvencia contrastada de Campanella; y de producción, con un formato que encuentra escaso parangón en la parrilla de la ficción española). Precisamente por sus óptimas condiciones de partida, que hacían augurar un más que fructífero resultado comercial, Telecinco llevó a cabo una agresiva campaña de marketing, con iniciativas prácticamente insólitas, como por ejemplo la promoción directa en hipermercados y centros comerciales. Podría pensarse en que aún es pronto para hacer un diagnóstico de la audiencia, pero tratándose de una serie de ficción en la que los capítulos gozan de continuidad, las previsiones no pintan demasiado bien para el engendro. Quizá por ello, Telecinco se ha lanzado al ruedo de la redifusión, tanto en la propia emisión diaria (aprovechó la tarde del domingo, la más hogareña de la semana, para volver a emitir el capítulo 1) como en su página web, que ya ofrece descargas de los primeros capítulos. No hay que olvidar que, al contrario que cualquier sitcom de escaso presupuesto, todos los capítulos de la serie ya están enlatados y preparados para su emisión. En cualquier caso, que una serie con tanta potencialidad esté pinchando de modo tan manifiesto no hace sino evidenciar que algo pasa. ¿Quizá le falta algo de frivolidad? ¿Quizá le sobra algo de metraje? ¿O es que el "tono Campanella" -el sentimiento a flor de piel, las relaciones humanas, el exilio, el deje ché, sos boludo- empacha si se consume en exceso? Se trata, cuando menos, de un fracaso extraño, máxime en unos tiempos en que las grandes cadenas tienen en la producción de ficción su gran piedra de toque.

2006/01/05

Bienvenidos

Bienvenidos a este nuevo blog sobre crítica televisiva y audiovisual. Un blog concebido con el objetivo de rellenar el vacío existente en torno al análisis y la crítica televisiva, un fenómeno que, primero por reciente, y segundo por el conflicto de intereses y las presiones que ejercen los grandes conglomerados mediáticos, rara vez se hace desde una perspectiva seria y profesional. Desde la independencia que otorga un medio de expresión como éste, el nuevo blog tvtonta.blogspot.com informará y opinará sobre aspectos curiosos, relevantes o sangrantes de nuestra realidad televisiva más cercana, criticando todo aquello que los grandes medios de comunicación, adormecidos por el efectivo sedante de las inversiones publicitarias y sometidos a las férreas consignas que exige la disciplina editorial (casi siempre, una prolongación de la disciplina de partido), no son capaces de denunciar. No vamos a cambiar el mundo, ni vamos a conseguir una televisión mejor, pero al menos pondremos ante los internautas un espacio libre para canalizar sus cabreos y aliviar sus jaquecas catódicas diarias.